Empiezo a aplicarle algodón con agua oxigenada en el
soberbio mordisco que le aticé en el labio mientras ella juguetea con los dedos
de mi otra mano y fija su mirada de niña caprichosa en mis ojos atentos a su
labio, y entonces ocurre una catástrofe catastrófica porque me coge una R A M P A M O N S T R U O S A en el antebrazo con tanta
virulencia y agresividad que provoca que introduzca todo el mazo de algodón
empapado de agua oxigenada en su boca y explore las profundidades de su
garganta hasta topar con la campanilla y allí afortunadamente frenar su
excursión hacia el interior de Irene.
Me afano en estiramientos para superar la rampa de mi
antebrazo porque ya empezaba a prolongarse hasta las puntas de mis dedos cuando
me doy cuenta de que aquella muñequita de mirada traviesa se retuerce con
gestos que son los del ahogo porque se ha puesto de un color rojo rubí intenso
y suda por el rostro y las ojos parece que quieren dar un salto de su cara al
estilo de las ranas y yo meto mi mano en su boca pero sólo extraigo como
mechoncitos de algodón y ahora Irene ya está pálida tirando a verde y el sudor
es frío y los ojos son pelotas de ping pong pero de color gris parduzco y es
entonces cuando veo un pequeño calzador de zapatos de metal en la mesita de
noche y lo cojo y lo meto en su boca para hacer palanca y extraer la pelota de
algodón hidrófilo y BINGOBINGOBINGO la bola sale no sin antes llevarse por
delante una muela que yo creo era postiza así que ya le pondrán otra que seguro
que pasta no le falta.
Irene tose y recupera poco a poco el color normal y va
perdiendo el sofoco y me dice bajito todavía con voz oscura y bien mezclada con
toses y gargajos qué bestia que eres, qué animal, qué burro, estás pa yá, estás
loco, qué bestia, qué bestia…. casi me ahogo, me has saltado una muela, animal
!!!
Yo me dejo caer sobre la espalda en la cama porque también he
pasado un mal rato y me siento cansado y agotado y algo perturbado y medio
conmocionado y pienso que si en esta noche de fiesta nueva y fresca hago más
memeces pasará la noche a aquellas en las que bato records de estupidez y
gilipollez.
Irene ha salido al aseo imagino que para adecentase un
poquito y recuperar su pose natural de niña bien pero ya regresa porque oigo
desde mi posición en la cama que se abre y se cierra la puerta de la habitación
matrimonial y luego silencio rasgado levemente por un ruidito mortecino y breve
y ligero y cuando levanto la vista tengo ya encima a Irene completamente
desnuda y otra vez con esa mirada algo lasciva de adolescente ya adulta que
seduce y conquista cuando ella quiere.
FIN DEL CAPÍTULO 4 (continuará…)