Un día los conejos decidieron reunirse en una Asamblea de
Naciones Unidas (ANU) porque debían debatir un tema de suma prioridad como era
el exterminio al que estaban siendo sometidos en algunas zonas al ser
considerados como una plaga por unos individuos que atendían al nombre de
agricultores y que se quejaban de que su especie devastaba sus huertas y
plantaciones y que la burbuja inmobiliaria de las madrigueras, vivares y
gazaperas no tenía freno en perjuicio de sus tierras.
El que fue nombrado Director General de la ANU intentó
aplicar el buen sentido y la moderación cuando observó que las propuestas más
relevantes apostaban claramente por declarar la guerra al enemigo agricultor,
guerra que se basaría en aumentar el ritmo de natalidad de su especie para
arrasar con los cultivos y plantaciones y superar las bajas que en la población
adulta y productiva conejil causaban los cocineros y los carnívoros en general
y algunos reptiles como culebras y lagartos.
El Director General dijo en su discurso que la propuesta que
proponía a la Asamblea era exactamente la contraria a la opinión general porque
tenía en cuenta el afán colonizador que su pueblo había mostrado al conquistar
desde sus territorios europeos grandes extensiones de terreno en América, Norte
de África, Australia y Nueva Zelanda, por no comentar otras conquistas como por
ejemplo las de los gazapos en los copies de los redactores publicitarios.
Por tanto, aplicando la mesura y reconociendo sus propios
excesos sugirió a la Asamblea reducir durante un tiempo y de forma drástica los
índices de crecimiento de la población, cifrados en ese momento en cuatro
camadas anuales y un promedio de entre diez y doce individuos por camada.
La nueva reglamentación que aprobaría la ANU permitiría dos
camadas anuales por coneja fértil y un máximo de cuatro individuos por camada a
fin de no perder el carnet de familia numerosa que da derecho a descuentos en
los supermercados, normativa que es por todos conocida, lo cual también
repercutiría a la baja como es obvio en el sector de la construcción
beneficiando así la labor del agricultor quejoso.
La Asamblea se felicitó por la moderación y sensatez de su
Director General y aprobó la normativa y su puesta en marcha de forma
inmediata.
Pero el transcurrir de unas pocas semanas levantó una voz de
alerta entre la comunidad coneja porque se detectaron disidencias y desacuerdos
entre los miembros de la ANU.
Un grupo de conejos tomaron la decisión de colonizar otras
tierras y fundaron el estado de la República de Koneja allá por Extremo
Oriente, con tan mala fortuna que a los pocos días se escindieron en dos
estados a los que llamaron Koneja del Norte y Koneja del Sur, nombre que
facilita su identificación ya que Koneja del Norte esta al norte de Koneja del
Sur y ésta queda al sur de la Koneja del Norte.
En el Norte se hizo con el poder Yo Tú Él, que se impuso el
nombre para mostrar que mandaba por sí mismo, por ti que estás cerca y por el
de más allá que está lejos, al ganar las elecciones con la promesa de ofrecer
una zanahoria y sólo una diaria a cada conejo para buscar la igualdad de todos
los conejos de su país, y aunque camino de lograr la uniformidad estaba
descubrió en el mes de agosto que la misma tenía alguna grieta ya que surgió
de no se sabe donde un conejo de pelaje diferente porque no era blanco si no
negro que pronunció un discurso semi clandestino en donde decía que tenía un
sueño, aunque Yo Tú Él se tranquilizó cuando su Central de Inteligencia le
informó que cuando se le preguntaba al conejo inconformista el sueño que tenía
no podía responder porque no lo recordaba, por lo que no representaba peligro
salvo recuperación de la memoria.
Y de cara al futuro existía máximo control, pues ya tenía un vástago, llamado Yo Tú Nos, que seguiría dirigiendo al país conforme a sus directrices inalienables.
Y de cara al futuro existía máximo control, pues ya tenía un vástago, llamado Yo Tú Nos, que seguiría dirigiendo al país conforme a sus directrices inalienables.
En el Sur decidieron gobernarse con un sistema rotativo al
frente del país, y en ese momento gobernaba Vugs Vunny que se dedicaba a
satisfacer a su población a base de regalar televisores para que visionasen sus
series a todo conejo viviente y creando parques temáticos con un conejo
mordisqueando una zanahoria todo el santo día y que eran visitados por madres
humanas con su prole y que de ellas decían los machos que eran como conejas por
tanto parir siguiendo los consejos de su estratega y asesor político World
Disny, que diseñaba campañas políticas con historias acarameladas y falsas como
un duro sevillano y creó un gadget que era una zanahoria de caramelo como
reclamo efectivo para la captación de votos de Vunny, y el resultado más
apreciable al inicio de la legislatura era que los conejos de la calle
empezaban a padecer obesidad por la falta de ejercicio y la vida ociosa frente
al televisor, y todavía quedaba pendiente una evaluación por los sociólogos
sobre los efectos nocivos que la política de Vunny podía causar en el intelecto
y la capacidad discernitiva de sus ciudadanos.
Otro grupo de disidentes decidió hacer las américas y se
fueron a América del Norte por razones obvias para fundar un imperio que
llamaron Rabbit Boy, y cedieron el liderazgo del gobierno en una decisión
sorprendente primero a un Elefante que podía gobernar cuatro años y si todo iba
bien otros cuatro más y después a un Burro que también gobernaba cuatro años y
si los habitantes estaban contentos con sus rebuznos otros cuatro años, y en su
Acta Constituyente consagraban como ejes de su organización social el egoísmo,
el hedonismo y el narcisismo, lo cual era evidente a ojo de buen cubero que
comportaría un deterioro considerable de su sociedad y una clara tendencia
a la autodestrucción.
Que la Jefatura del Gobierno estuviese en manos de elefantes
y burros, que se consolidaron en oligarquía, sólo trajo consigo desgracias y
menosprecios para las clases más pequeñas y vulnerables como era la de los
conejos.
Otros conejos que no querían aceptar normas contrarias a la
libre reproducción se unieron en un grupo después de que a su líder que era un
ibero aragonés le brotase una rosa en la piedra en que acostumbraba a sentarse
a meditar y fundaron una organización con claras diferencias entre el hecho de
ser conejo macho o conejo hembra y cuyo propósito fundacional era aumentar al
máximo posible las capacidades reproductivas, por lo que cada hembra paría sin
ton ni son todo lo que podía.
El grupo, que no constituyó estado propio pero si Prefectura
Personal o algo similar, se denominó Opus Conill, en buena mezcla del clásico
latín y del idioma de tierras cuatribarradas.
Los que empezaron a colonizar África del Norte fueron más
allá que sus semejantes del Opus Conill, y decidieron que los conejos hembras
no saliesen de las madrigueras ni siquiera de noche, que en muchos casos se
tapasen el morro para no enseñar ese movimiento tan mono del conejo común que parece
que rumie sin ser un rumiante, que se dedicasen a las labores propias del hogar
conejero, que no tuviesen acceso a la TV de Vugs Bunny ni de otras zonas, ni
pudiesen conducir autos ni otros tipos de vehículos, en muchos casos que ni
siquiera tuviesen acceso a la universidad, y que caso de que criasen con otros
machos supiesen que corrían el riesgo de ser lapidadas por adúlteras cuando de
toda la vida las conejas han sido eso, conejas, y sobran explicaciones porque
de todos es conocido como se preñan las conejas.
Así que ante estas situaciones, que corrían el riesgo de
multiplicarse hasta el infinito o hasta un número incontable, un grupo de
pensadores y filósofos decidió convocar nuevamente a la ANU para evitar la
ruptura definitiva de su sociedad en multitud de grupúsculos que por naturaleza
conservacionista, o sea defensiva, propia de todas las especies acabarían
adoptando actitudes ofensivas que no son más que guerras y destrucción entre
los iguales.
Y en esa Asamblea se decidió volver a los orígenes, es
decir, que cada conejo macho y cada conejo hembra podía campar a sus anchas por
las zonas que desease, establecer relaciones con cualquier individuo que le
correspondiese y, sobre todo, recuperar la alta fertilidad que tan felices
hacía a los conejos y como muestra no había más que ir una Semana Santa a
Catalunya para ver que no existe ningún conejo de chocolate en ninguna Mona de
Pascua con cara y expresión triste, lo cual confirma que no hay conejos tristes
cuando atienden y respetan su condición.