jueves, 31 de octubre de 2013

Carta abierta al Sr. Alfonso Rus Terol.


Muchos desconocerán quién es el Sr. Alfonso Rus.
Yo era uno de ellos hasta hace unos pocos días.
Hoy sé que el Sr. Alfonso Rus es Alcalde de Xátiva, Presidente de la Diputación de Valencia y Presidente del C.D. Olímpic de Xátiva, equipo de fútbol de la Segunda División B del fútbol español.
O sea, un señor con todas la letras, un caballero con cargos y responsabilidades, presidencias e imagino con respeto y alta valoración social.

Pues bien, este señor ha saltado a la fama (¡tantos cargos y desconocido por la opinión pública!) porque al parecer se negó a que en sus instalaciones se guardara un minuto de silencio por el alma del jovencísimo portero -20 años, nacido en Mataró y de nombre Nil Marín- del equipo filial del Girona, F.C. al inicio de la contienda contra el U.E. Llagostera, alegando que las convicciones políticas del jugador eran cercanas al nacionalismo catalán, al separatismo y por tanto al independentismo.

Me enteraba de esta noticia ayer por la noche mientras cenaba en mi domicilio y en la TV –noticiero catalán, por supuesto- ofrecían esta noticia. Hoy aparece en los medios gráficos, acompañando la carta que el padre del jugador fallecido le dirige al mismo Sr. Rus.


¿Es verdad lo que los mass-media nos explican, Sr. Rus? ¿Es cierto que usted negó el minuto de silencio de los jugadores de su equipo y de los de su rival y de los espectadores que asistían al campo? ¿Seguro que todo esto es verídico y no una invención de personas que le desean el mal o quieren desprestigiarlo por alguna causa que desconozco?

Por favor, dígame que todo es falso.
Le ruego que desvíe un segundo de atención de sus múltiples tareas y responsabilidades para decirme que todo es una enorme mentira, que nada de lo que dicen atiende a la verdad, que usted jamás negaría el recuerdo a un chaval fallecido trágicamente cuando iniciaba una vida que debía colmarlo de alegrías a él mismo y a los que lo rodeaban, de un joven que practicaba deporte y que podía ser ejemplo para muchos que destinan su tiempo a otras actividades lúdicas no tan constructivas ni saludables.

Por favor, proclame a los cuatro vientos que todo es una calumnia de mentes calenturientas, que usted y su directiva nunca jamás actuarían en función de las creencias políticas de un casi adolescente que amaba el deporte a través del fútbol, que practicaba un juego que requiere de la asociación con otros compañeros, que necesita de la solidaridad para luchar por el objetivo de la victoria.

Desmientas esta noticias, por favor, se lo ruego encarecidamente.

Necesito seguir creyendo en el Hombre, así, con mayúsculas, necesito creer en la solidaridad, en la humanidad de las personas, en la buena fe, en el amor entre los seres de la misma y de diferente naturaleza, en las actuaciones que no esconden intereses turbios o ganancias y réditos oscuros, en que el Hombre no juzga a su igual por el color de su piel, ni por sus creencias, ni por sus ideas, ni por ningún otro motivo sórdido amparado por ambiciones erróneas y desmesuradas.

Precisamente esta misma mañana empezaba mis actividades del día remitiendo un mensaje a una gran amiga en el que le decía que hoy deseo especialmente dar las gracias a la vida por todo lo que me ofrece (¿qué por qué? pues por nada en especial, por que sí, porque hay que saber dar las gracias de vez en cuando, o eso creo yo), por lo que nos entrega a todos, tal vez porque pensaba en la operación a la que durante esta jornada someterán a una buena amiga común y deseaba enviarle ánimos y alegría, y también por mi convencimiento y creencia en la vida y en la gente, en la bondad y en la belleza, en la amistad y en el amor.

Sr. Rus Terol, permítame, no me lo impida con sus actuaciones, que cada mañana me acerque a mi ventana con la sonrisa en mis labios, con el corazón abierto a los demás y a la propia vida, con el alma firme en el sentimiento de la bondad de la humanidad, con la alegría reventando en mi cuerpo, con mis manos dispuestas a ayudar a quien de ellas precise, con mis ojos abiertos para ayudar al invidente, mi voz buscando el eco para el mudo, mis oídos para el sordo y con los cuentos que ideo y gusto de escribir para que arranquen sonrisas de un niño.

Dígame, díganos que lo que nos explican es falso, terriblemente falso, que no es cierto, que hubo un malentendido, que usted y sus compañeros de Junta jamás se opondrían a recordar y respetar el alma de un joven fallecido en accidente, y que aquellos que han puesto en su boca las palabras “Si ha fallecido el portero del Girona, a nosotros no nos incumbe. Que lo recuerden en su tierra.” son unos calumniadores que no saben de otras cosas que no sean el odio, el rencor y el resquemor y la maldad. Que usted y sus compañeros no son así.

Y si los hechos son como nos dicen, me entristeceré profundamente, pero le aseguro que seguiré luchando para que la concordia y el amor impere entre nosotros, y le aseguro que ni usted ni nadie podrá acabar con mi optimismo por muchas otras veces que lo intente, y le diré por qué, copiando a un pensador que esto dijo: si es necesario, para respetar su libertad, y aunque me disguste hasta un punto insoportable, haré lo que haga falta para que usted pueda volver a decir lo que parece que dijo si es que así considera que debe hacerlo.

Reciba mi más cordial saludo, Sr. Rus Terol, Presidente y Alcalde.

martes, 29 de octubre de 2013

Estrasburgo y nuestros políticos y jueces.


Soy consciente de que el título de este escrito no recoge a los que posiblemente son los más importantes de este asunto, las víctimas del terrorismo.
El olvido no es tal.
Pero, e intento explicarme a continuación, la problemática del caso está en los citados en el titular, ya que por las víctimas en general no podemos hacer más que acogerlas en nuestro corazón y actuar para que no se repitan situaciones como las que a ellos les ha tocado vivir.

He dejado pasar unos cuantos días, bastantes, por miedo a que mi comentario precipitado dejara de ser tal por su transformación en bramido.
Ahora, con la tranquilidad que concede el transcurrir de los días y el sosiego recuperado del espíritu, ahora digo, sí ha llegado el momento de pensar y escribir sobre Estrasburgo.

Y reflexiono, una vez apaciguada la inicial indignación, sobre la sentencia y sus aspectos de máxima importancia para que nos aporte –por lo menos a mí mismo- algo de luz.

En este país de países mal avenidos que conocemos por España la cadena perpetua no existe, por lo que la aplicación de la doctrina Parot tal y como nuestra Justicia y nuestros gobernantes en el poder decidieron en su día es anticonstitucional. Así es, nos guste o no.
En consecuencia, el Tribunal de Estrasburgo, mal que nos pese y mucho que nos duela, hace aplicar la jurisprudencia legítima y consecuente.
El error de todo el proceso radica, según mi parecer, en que la clase política en general aplicó un procedimiento a sabiendas de que en su momento los Tribunales Comunitarios a la rectificación les obligarían.
Sencillamente apostaron por la estrategia de empujar el problema hacia delante –estrategia muy rajoniana, también denominada “estrategia Prestige”, que consistió en enviar al petrolero hacia alta mar sin tener en cuenta que la marea podía acercar el crudo, pero eso ya lo afrontaremos cuando suceda si es que sucede-  y esperar a ver qué hacemos en el futuro caso de que el futuro traiga problemas que tal vez sí y ojalá no, aunque todos sabían que sí los traería.
Y mientras tanto, el Partido Popular aprovechó la coyuntura para cargar las tintas sobre el PSOE alineándose con descaro junto a las víctimas del terrorismo, víctimas a las que ahora ha dejado con “el culo al aire” como casi siempre.
Y mire Vd. que tuvieron años para intentar solucionar el problema de la Ley Parot, pero en aras de la estrategia Prestige no hicieron nada por si el tiempo que todo lo cura en esta ocasión también actuaba y todo lo curaba. Pero, como era de prever, nada el tiempo curó.

Me fijé también en su momento, pero no me lo he planteado hasta ahora por los motivos comentados anteriormente, en las primeras declaraciones tras la sentencia del Presidente del Gobierno: “Está lloviendo mucho, gracias”.
Como ya ha mencionado algún articulista de opinión, no es más que la versión moderna del “hoy no toca” que se traduce literalmente en “hoy no me conviene”. Tristes, patéticas declaraciones de quien dirige este país y que en su día aprovechó el asunto para zarandear al Gobierno de Zapatero con multitud de manifestaciones contra su política antiterrorista.

Las segundas manifestaciones del Presidente del Gobierno, en cuanto reflexionó sobre que tal vez ver caer la lluvia era un poco frívolo ante los hechos y pensó sobre todo en la repercusión que los mismos hechos podían tener sobre sus réditos electorales, fueron textualmente: “La sentencia es injusta y equivocada”.
Pues pienso que se equivoca de punta a cabo, ya que no es injusta por lo que ya expliqué anteriormente (otra cosa muy diferente es que nos parezca injusta, incluso maligna e irracional) ni tampoco equivocada, porque si así fuese no habría que aplicarla, y fíjese usted con la celeridad con la que los Jueces la han aplicado (Inés del Río y los que siguen y seguirán).

Concluyo con dos reflexiones.
Mientras sigamos con esta clase política al frente de nuestros destinos, mal iremos, de mal en peor quiero decir.
Y si de entre ellos destacan o predominan los “populares” que dios nos coja confesados: en esta caso concreto muchas personas de buena fe creyeron en promesas que son imposibles de cumplir, y quienes las prometieron lo sabían y luego quisieron arroparlos con sus mítines y sus manifestaciones para captar sus votos y ganar credibilidad política para ahora dejarlos en la estacada y responder con el mayor cinismo que “llueve mucho”.

Y la segunda reflexión gira en torno a una pregunta: ¿cómo es posible que hayamos construido entre todos, entre TODOS, políticos y gente corriente como yo mismo, esta sociedad viciada, corrupta, insensible, egocéntrica, farisea, e insolidaria?
Y también ridícula, aberrante, absurda y esperpéntica.

Me permito un cierto regreso a la visceralidad, al estómago y a la calentura a las que quise renunciar al dejar transcurrir unos días desde la sentencia de Estrasburgo y hasta la redacción de estas líneas.
¿Cómo podemos permitir que asesinos sin arrepentimiento, que violadores incorregibles, que estafadores y corruptos y sobornadores paseen tranquilamente por nuestras ciudades y nuestros pueblos, mientras sufridos trabajadores que se retrasan en sus obligaciones porque no llegan a fin de mes con el IVA, o con el IRPF o los autónomos, sufran el tremendo acoso de la burocracia policial de nuestro sistema en forma de multas, intereses de demora y otras penalizaciones?

Y, ¿qué tenemos que pensar cuando leemos hace unos días en la prensa que los legisladores comunitarios de Bruselas están empezando a cuestionarse si no legislan en exceso, y este pensamiento les surge a raíz de discutir una nueva Ley en la que contemplan el tipo de calzado que será el único autorizado para su uso por las peluqueras de Europa en su lugar de trabajo?

Soy consciente, acabo al igual que empecé, que no es éste momento ni lugar para bromas, pero es que lo de los zapatos de las peluqueras no es ninguna invención ni ocurrencia de mi mente, sino que es algo que realmente sucedió no hace demasiados días en Bruselas.

Recurro de nuevo al refranero: que dios nos coja confesados!!!

miércoles, 23 de octubre de 2013

Firmamento de manjares y lanas.

 
(Este Cuento Minúsculo nace de la última frase de la novela de Mario Vargas Llosa, “El héroe discreto”, de reciente publicación. Esa frase es la inspiradora del Cuento.
Lo que sigue a la misma son exactamente cien palabras surgidas de mi pluma, por lo que nada tiene que ver con ellas el autor de la novela citada).

Habían atravesado la capa de nubes y un sol radiante bañaba todo el interior del avión.
Entonces avisté a mi padre sentado en una nube de algodón degustando exquisitos manjares del firmamento aderezados con cirros y altocúmulos y bebidas de cirrostratos licuados mientras el esplendor del sol doraba sus gestos morosos y calmos, y mamá recostada a su lado tricotaba bufandas de polvo de estrellas que escupirán lucecitas y rayos de luz arco iris y truenos que atronarán como petardos de alegría y jolgorio de fiesta mayor de pueblo en compañía de mi amada, que sonreía con su cabellera de rubíes y sus ojos esmeralda lamían los besos de serena felicidad que llovían desde mi avión.

domingo, 20 de octubre de 2013

El Loro y la Hiena.


(En este Cuento Minúsculo planteo dos finales diferentes con la finalidad de que el lector escoja el que más aprecie y de esta forma participe en la labor de creación del mismo).

Un hombre en actitud concentrada caminaba con las manos cruzadas a su espalda por la alameda y bajo sus pies crujían las hojas caídas crshhhh, crecshhhh, ccckkkssshhhh y también alguna ramita se tronchaba crrraacckkk, tttaaakkkkccchhh, trocckkk.
El hombre pensaba sobre la debatida y controvertida superioridad de los animales sobre la raza humana a pesar de la racionalidad de la última.

Estaba ya cercano el anochecer cuando observó en una rama baja un loro que disertaba a voz en grito como si de un humano se tratase.
Bajo la rama una hiena asentía a las proclamas del loro con gemidos y alaridos, gritos y gruñidos, rugidos y aullidos.
Y así se sucedía el coloquio, ahora el loro lanzaba sus repetitivas proclamas, ahora la hiena respondía con risas y alguna que otra risotada.

Final 1:
El hombre prosiguió algo confundido su camino decidido a cambiar de pensamientos porque ya le había quedado claro y meridiano que en el arte de parlamentar los animales son superiores a los de nuestra condición.

Final 2:
El hombre prosiguió su camino con la duda de si cambiar de pensamiento al constatar la superioridad en el arte de parlamentar de los animales sobre los de nuestra especie o si abundar en el mismo mediante la comparación del parlamento de los animales y de las dinámicas parlamentarias de los diputados de nuestras democracias.


                                                  FIN (para el Final 1)
                                                  FIN (para el Final 2)

viernes, 18 de octubre de 2013

Tiempo de olores, sabores y colores.


No la encontré nunca y pienso que no la hallaré jamás.
Tal vez sólo existía en mis ensoñaciones oníricas.
En este tiempo de olores y sabores tostados y de los primeros guisos y de sopas y potajes reconfortantes, la buscaba por las calles del Ensanche barcelonés y mi guía eran los olores dulzones de las castañas y los boniatos y el aroma de sus mugrientas y roñosas mantas que transitaba doblando las esquinas hasta penetrar en narices de aristócratas, burgueses, empleados, peluqueras, dependientes, colmados y también en el Mercado de la Concepción tras batir y doblegar las fragancias de las flores de las coronas fúnebres de Navarro.

Buscaba a esa castañera entrañable de ropas negras y grises, de pañuelo en la cabeza y guantes amputados para guardar el tacto de los dedos negros del polvo de carbón de su cocedero de castañas y del papel de los periódicos que preservan el fruto cocido, para aspirar la fragancia de sus tubérculos y de los frutos del árbol otoñal.
Allí, con el calor del hierro del brasero de castañas y boniatos y del humo que oreaba al levantar la manta, soñaba que hundía mi cabeza en sus pechos generosos y cálidos que me proporcionarían la protección que las rachas de aire fresco me reclamaban.
Entonces anhelaba ser el compañero mancebo de la castañera para gozar de su cercanía y de su tacto áspero y correoso que convivía con su sonrisa dulce de batata rosa de Málaga.
Pero al poco regresaba a la casa sólo con olores y sabores y algún improperio de la castañera que me decía que me retirase porque le ocupaba el espacio de sus clientes, y mientras el ascensor de la finca escalaba hasta el tercero segunda pensaba en el enigma ininteligible del infinito y la turbación que eso provocaba en mi pensamiento. A veces transcurría más de una hora entre los ascensos y descensos que la caja del ascensor y yo compartíamos mientras mi mente buscaba explicación a esa extraña relación que establecía entre infinito y ascensor, hasta que aparecía la Vicenta y me gritaba con su voz estridente que o subía o bajaba o qué hacía pero que dejase ya de marear al decrépito pero elegante y señorial ascensor de la calle Mallorca. Le respondía que practicaba para ser ascensorista, que esa era mi ambición de futuro y la Vicente me miraba con su cara descreída y gesticulando cos sus manos de raíces retorcidas me insistía en que dejase el juego porque ya era suficiente.

Ahora, en la edad madura, de la decadencia de la hermosura que es cuando la vida se desnuda, en estos tiempos de setas y hongos y boletos,  de “rovellons, ceps, peus de rata y rosignols y llenegues”, de tonalidades rojizas y anaranjadas y ocres, de árboles de hojas del color del plátano maduro, de higos frescos y hojas de la higuera que bridarán la conserva de la carne de caza, de miel y frutos secos y silvestres y del membrillo y las infusiones, en esta época en que a mi madre le regalaba “niçes, xocolata i marrón glacé”, en estos meses de erre de ostra gallega y de marisco, de asados de pavo y pichón y perdiz y faisán, y también de recogimiento y melancolía, es cuando contemplo la placidez de la luna del atardecer y me imagino el otoño  como una mujer bellísima de piel leve y sedosa y cabellera bruna vestida con un traje de mangas cortas y falda ceñida de color albaricoque a la que espera un automóvil de color verde musgo con el que parte en búsqueda de las tierras blancas que la acompañarán en el regreso con fuego ausente de brasas pero pleno de lumbre de la madera muerta del hogar.

Otoño, rojo otoño, otoño de olores, sabores y colores.

martes, 15 de octubre de 2013

Un Cuento Flan...tástico. (Capítulo 4 y último)

 
Había que reaccionar y lo hicimos.
Le hablamos a nuestro Flantástico sobre la necesidad de creer en uno mismo, de tener alta la autoestima, de los valores de la superación, de la constancia, del tesón y del esfuerzo, de la autoexigencia, de la motivación, del trabajo,… o sea, de todos esos valores generalistas que tanto Víctor como yo aprendimos en nuestra formación jesuítica y que posiblemente no sirven más que para autosugestionarse de que todo es posible si uno lo persigue con ahínco y convencimiento aunque no sea casi nunca verdad, pero también es  cierto que si a veces en la vida no te engañas un poquito a ti mismo nada es posible.
También hicimos mención a su valores individuales, como lo exquisito e imprescindible de su presencia al final de un banquete, a la textura de su esencia, al elegante aroma de su caramelo, a los maravillosos vestidos de nata que a veces adornan su figura, a las nobles fresas que coronan sus vestimentas de gala,…

Pareció reaccionar de forma positiva porque esbozó primero una tímida sonrisa y después mostró una expresión de satisfacción suficiente y con emoción demostró sentimientos de agradecimiento por el apoyo que le habíamos ofrecido en esos momentos de debilidad que le habían asolado.

Y como muestra de ello nos hizo una confesión no sin antes indicarnos que era un secreto que pocos humanos conocen, y que transcribo textualmente porque esto dijo el flan parlante:

“Tenéis que ir con mucha atención cuando vuestras vidas vuelvan a cruzarse con Flantásticos como yo, porque no todos somos seres bondadosos y sabrosos.
Como en todas las sociedades los hay corruptos y malvados y perversos, incluso malignos.
Entre los nuestros los hay y son denominados FLANTOMAS, y son criminales y archivíllanos, y además tremendamente mortales para cualquier estómago humano.
Los identificaréis con facilidad porque son orgullosos y aunque intentan pasar desapercibidos sólo a la mención de su nombre manifiestan su existencia para goce de su pérfido ego”.

Le agradecimos el secreto, y decidimos que la historia tocaba a su fin y que merecía un final glorioso porque pocos de entre los nuestros tienen la fortuna del diálogo con un Flantástico.

Y así fue porque así sucedió.

Víctor inclinó reverencialmente su cabeza hacia el flan, abrió la boca todo lo que sus mandíbulas le permitían, y de una sola aspiración lo engulló y se lo tragó, sin lastimarlo porque así él mismo se lo exigía.

“Uuuuuuhhhhmmmmm! Extraordinario, realmente… FLAN…TÁSTICO”, es lo único que acertó a decir.

 
Y este Cuento se acabó,
y aunque pienses que es verdad pues no es verdad,               
pero con la imaginación Víctor y yo con el flan hablar conseguimos,
porque con el corazón nuestros sueños perseguimos
y así logramos que nuestros Cuentos se hagan realidad.


                                                                                 
                                                                          FIN                       

domingo, 13 de octubre de 2013

Un Cuento Flan...tástico. (Capítulo 3)

 
Lo recogí extremando el cuidado y lo deposité en la palma de la mano de mi sobrino que lo recibió con suma delicadeza porque el flan estaba totalmente desnudo.
Víctor me miró buscando mi asentimiento para dejarlo sobre su plato y así lo hizo.
Sin mediar palabra alguna nos dirigimos a la sala de estar.
Ni mi sobrino ni yo nos atrevíamos a preguntarle nada al flan porque su aspecto era de absoluta atribulación y desconsuelo.

Pero no fue necesario porque entonces el flan parlante habló y esto nos manifestó:
“Disculpadme, por favor.
He sufrido una fuerte depresión y decidí lanzarme de cabeza al cubo de la basura. Permitidme que os la explique ya estoy invadiendo vuestro hogar.
Yo soy muy casero, como todo Flantástico, y lo que más me gusta es estar en el baño con María, que es mi compañera, pero cuando mejor estoy alguien me obliga a salir del agua calentita y abandonar a María.
Muchos de vuestra especie hieren mi orgullo porque cuando alguien tiene miedo le dicen tiemblas como un flan, y nosotros no somos ejemplos del miedo porque somos más bien osados y valerosos ya que nos introducimos en bocas y fauces de todo tipo y catadura.
También acostumbráis a decir cuando alguien os parece hermoso o bella que está como el pan y a mí me gustaría que vuestra expresión fuese está como un flan.
Muchas veces en los restaurantes solicitáis crema catalana tostada en diversos grados y en cambio del flan sólo preguntáis si es de huevo, como si yo pudiese ser de otra cosa, caray, y eso despierta en mí sentimientos de envidia que son ciertamente reprobables.
Tengo que compartir en excesivas ocasiones mesa con las natillas, que son seres despreciables por su indolencia, siempre desparramadas en su cazuelita de barro sin hacer nada mientras yo debo mantener el prestigio manteniéndome erguido.
Y no quiero hablar de los tocinillos del cielo, esos seres que también compiten conmigo y que son horriblemente cursis por su tamaño y su color y encima son asquerosamente pegajosos tanto a las manos blandas como a los dientes duros.
Y me pongo enfermo y rabioso cuando uno de los vuestros reniega por su escasa habilidad con la cuchara y me tira por encima de las partes íntimas de su pantalón, y a mí me da un asco y unas arcadas horribles que me deprimen hasta lo insospechado.
Y algunas de vuestras hembras hacen gelatinas que son flanes insípidos y sosos porque carecen de la dignidad más elemental que se llama huevo, leche asada, azúcar y caramelo, además de en ocasiones vainilla, canela y limón.
Y para finalizar la explicación de mi estado depresivo hace unos años que se llenan vuestros centros de abastecimiento con ofertas de flanes que se hacen con polvos denigrando nuestra noble estirpe.

Decidme, ¿no son motivos sobrados como para que yo, un Flantástico, sea víctima fácil de un estado depresivo que ponga en peligro mi extraordinaria de natural salud?”

Víctor y yo, que habíamos asistido a su extensa perorata guardando exquisito silencio, nos miramos indecisos sobre qué decir.

(continuará)

sábado, 12 de octubre de 2013

Un Cuento Flan...tástico. (Capítulo 2)


Al poco llegó a casa Víctor con la incredulidad escrita en su rostro.
Me dijo que le estaba engañando, que no podía ser verdad que tuviese un flan parlante en casa y le respondí que lo iba a comprobar en cuanto fuésemos a la cocina y que es a donde nos dirigimos de inmediato.

Encendimos la luz de la cocina, y… sobre la mesa había un plato con restos de caramelo líquido pero… ¡¡¡ EL FLAN HABÍA DESAPARECIDO !!!
Le expliqué a mi sobrino que tal vez estaba flandando por la casa y que aparecería enseguida pero no apareció ni cuando nosotros lo buscamos.

Nos sentamos con cierta desolación en la sala de estar y tras cavilar un ratito llegamos a una conclusión: si en la casa sólo estaba yo y al llegar Víctor el flan ya no estaba, EL FLAN HABÍA SIDO SECUESTRADO.

Fue entonces cuando pensamos que a lo mejor estábamos llegando a conclusiones erróneas porque cuando se produce un secuestro de forma rápida alguien pide un rescate.
Por tanto, debíamos ser pacientes y esperar una llamada telefónica, una carta, un telegrama o un aviso del tipo que fuese que nos indicase cómo actuar para recuperar a nuestro flan parlante y desconocido todavía por Víctor.

Pasaron varias horas y nadie dió señales de vida.
Empezaba a anochecer y eso no era una buena señal.
No debíamos permitir que el nerviosismo se apoderase de nuestro ánimo pero ya empezaba a invadir nuestro espíritu de forma lenta pero viscosa, penetrante.

Y entonces ocurrió!!!
Nos miramos los dos desde nuestros asientos en el salón de casa y sólo con la mirada convenimos que se había oído un ligero quejido de voz  flanana, no humana aunque muy parecida, proveniente de la cocina de casa.
Nos levantamos presos de una excitación incontrolable y a la cocina corrimos.
El plato seguía sobre la mesa con los restos de caramelo ya cuajados.
Y entonces se oyó de nuevo.
Era un quejido breve pero lastimoso, sin intensidad sonora pero repleto de dolor y parecía que provenía del cubo de la basura.

Abrimos la tapa con evidente ansiedad pero con extrema cautela, y… ALLÍ ESTABA EL FLAN PARLANTE !!!

(continuará)

jueves, 10 de octubre de 2013

Un Cuento Flan…tástico. (Capítulo 1)


(Este cuento está dedicado a mi sobrino Víctor, que es quien me  inspiró con una historia que grabó y colgó en la red, porque muestra dotes de invención y a quien yo animo a que avance en ellas aunque sólo sea por aquello de la imaginación al poder).

Estaba sólo en casa y no tenía mucho que hacer y tenía ganas de hablar con alguien pero si no era conmigo mismo no podía hablar con nadie más.
Fue entonces cuando pensé que podía hacer un flan y así hablar con él de  nuestras cosas.
Y lo hice.

Pero el flan no hablaba y mira que yo le explicaba cosas pero el flan mudo.
Tal vez erré en la receta y por ello pensé que probaba de nuevo con otro flan. Y lo hice. Y tampoco hablaba. A este segundo flan hasta lo provoqué con mis comentarios pero no respondía.
A veces me empecino y por ello empecé con otro flan más.
Y tampoco me hablaba.

Al cabo de unas horas tenía la cocina llena de flanes mudos.
Empezaba a deprimirme cuando de golpe me pareció oír una voz queda que decía “Qué te pasa” y que surgía de entre aquellos muchos flanes que poblaban mi cocina.
De mi boca muy abierta surgió un sonido onomatopéyico similar a “¿Ahhhgggrrr?” que fue respondido por un nítido “Sí, soy el flan”.
Después de unos instantes de ofuscación pude cerrar la boca y entonces apareció una sonrisa progresiva en mis labios y mi mente me dijo “Lo conseguí, ya puedo hablar con un flan”.
Pero cuál era el flan entre aquel ejército de flanes, dónde estaba el que me hablaba, qué proceso debía seguir para hallar al flan con el que conversar.
Sólo se me ocurrió decir “Dónde estás flan parlante entre tanto flan mudo”.
Y ocurrió que el flan que se comunicaba conmigo empezó a flandar como una oruga ya que como es  bien sabido los flanes no andan, ni reptan sino que se desplazan flandando.

Cuando estuve frente a él creo que con una cara de estúpido de tomo y lomo y sin saber de qué parlamentar y sólo se me ocurría interrogarle por la razón de que sólo él hablase, el flan me explicó que no todos los flanes hablan sino sólo los de su especie que es la de los FLAN…TÁSTICOS.
Por hacer o decir algo le dije que esperase un momento, que iba a recoger el resto de flanes mudos para dejarlos en la nevera que es donde de normal habitan y que luego nos sentábamos a charlar tranquilamente si es que mi emoción me lo permitía.
Cuando acabé seguía sin saber de qué charlar por mi obnubilación y entonces se me ocurrió que podía telefonear a Víctor que también trata con flanes y así charlar los tres y así sería más fácil porque como he dicho yo estaba colapsado.

(continuará)

martes, 8 de octubre de 2013

Mantis Religiosa III.


Callejeaba parsimonioso entre las ramas de un árbol un Camaleón que iba cambiando su vestimenta en cada ocasión que así lo requería cuando en la atmósfera detectó otra presencia. Sin ver a nadie supo de inmediato que otro ser le observaba sin ser visto.
Inmóvil salvo en la rotación de sus ojos escudriñó los alrededores mientras recordaba las enseñanzas del maestro que dijo que todo el arte de la guerra está basado en el disimulo.
Un lígerísimo y casi imperceptible movimiento de la Mantis Religiosa la delató. Allí estaba la presencia.
Observó que su camuflaje era casi tan perfecto como el suyo.

La Mantis Religiosa saludó olvidando su natural misantropía.
El Camaleón sin devolver el saludo le inquirió sobre sus capacidades miméticas con una demostración de sus propias habilidades de disfraz cromático.
Respondió la Mantis Religiosa con otro cambio de color.
Lo propio hizo el Camaleón forzando sus tonalidades y la Mantis Religiosa lo imitó.
Así compitieron sin desfallecer durante largas horas y sin que ninguno de ambos contendientes pudiese sentir la derrota del otro o la victoria propia.

Hasta que la Mantis, que ya empezaba a tener hambre a causa del continuado ejercicio de cambio de disfraz, le hizo saber al Camaleón que ella era capaz de adoptar formas del ambiente como por ejemplo el de las ramas del arbusto mientras él era incapaz.
De un salto cambió de ramitas y adoptó tanto el color como la forma de las mismas.
El Camaleón la observó y le sobrevoló un halo de derrota.

Todo su cuerpo adoptó el color de la púrpura que no era el del entorno si no el de la propia ira, proyectó su larga lengua retráctil y capturó a la Mantis Religiosa.

Mientras sus mandíbulas trituraban el cuerpo de ramitas de la Mantis Religiosa recordó que el Maestro Sun Tzu dijo que lo esencial en la guerra es el triunfo.

domingo, 6 de octubre de 2013

Mantis Religiosa II.


Dos Mantis Religiosas copulaban en la rama de una planta totalmente ajenas a mi presencia.

Al finalizar la cópula la Mantis Religiosa hembra se dedicó tranquilamente a devorar a la Mantis Religiosa macho mientras me miraba con suma indolencia.
Le comenté que en mi especie muchas veces ocurre al revés y no siempre después del apareamiento si no en ocasiones sin más.

Cuando finalizó su banquete nos sentamos uno junto al otro en una gran piedra al pie de la mata de su circunstancial alcoba criminal sin decirnos nada porque los dos sabíamos que nos ocupaban las mismas cavilaciones.

Al rato concluimos ambos y siempre guardando un reverencial silencio que cuando un género domina al otro siempre al final aparece la barbarie.

Nos separamos antes de que uno de los dos intentase devorar al otro.

viernes, 4 de octubre de 2013

Mantis Religiosa I.


En un paseo primaveral por la campiña verde y moteada del rojo embriagador de la amapola me encontré con una Mantis Religiosa que al observar que la contemplaba con suma atención me confesó que nunca en su vida se le ocurrió rezar, que su posición es para acechar a sus presas.

Le respondí que actitudes fariseas son muy comunes entre los de mi especie, así que en nada me sorprendía su declaración.

Nos saludamos con una ligerísima y casi imperceptible inclinación de cabeza y yo proseguí con mi paseo y ella siguió con sus rezos.