La Lechuza desea empezar disculpándose por este retraso de
dos días en la publicación de la Crónica que me encarga redactar cada semana,
pero una fuerte tortícolis le invadió todo el fin de semana, impidiéndole girar
la cabeza los 360º propios de toda lechuza en buen estado.
Las causas de esa inmovilidad giratoria la Lechuza ya las ha
identificado, y serán explicadas a lo largo de esta Crónica.
En la Crónica semanal la Lechuza podría hablar, pero no va a
hacerlo, del desembarco del Partido Popular en Barcelona y del supuesto Plan
Rajoy para frenar la consulta catalana, plan que ha quedado reducido a un
festival de amenazas contra todos los separatistas, independentistas,
federalistas, regionalistas, catalanistas,… es decir, amenazas de diversos
calibres e intensidades contra todos los que no pertenecen al ¿pensamiento?
único de los recalcitrantes populares; o dicho de otra manera, el Gran
Mentiroso que responde al gallego nombre de Mariano Rajoy prosigue con sus
mentiras, porque al parecer y así los hechos lo demuestran, Plan, lo que se
dice Plan, ninguno.
También podría hablar la Lechuza sobre la imputación del
Diputado Cañas de Ciutadans por posible fraude fiscal, pero no va a hacerlo,
porque resulte cierto o no el fraude, estamos ya tan acostumbrados a estos
espectáculos de latrocinio y escarnio público que deja de ser noticia para
convertirse en el “pan nuestro de cada día”, y en la Facultad de Periodismo la
Lechuza aprendió a discernir entre lo noticiable y un hecho habitual, y que por
esa misma consideración no merece la categoría de noticia.
O la Lechuza podría referirse a la progresiva descomposición
del otrora gran partido catalán, los socialistas del PSC, pero tampoco lo va a
hacer, porque era conocido por todos que los tres díscolos de la formación
sufrirían el acoso sigiloso y lento derribo por las huestes del ¿líder? Navarro
y sus nuevos palmarios, léase Lucena y otros minusválidos de la alta política.
Podría centrar sus comentarios la Lechuza en ciertas
divergencias internas en el PP por la fastuosa Ley del Aborto, ya que hasta el
gallego de lengua enrevesada y pastosa comenta en escenarios públicos que hay
algunas posiciones divergentes en el seno de su formación, pero no será en esta
ocasión referencia de importancia de la Lechuza, ya que duda si la noticia es
esa diversidad en el cogollo del pensamiento único o en ese ejercicio de
cinismo brutal y apoteósico de Gallardón cuando comenta que tal vez su Ley sea
buena para la economía española al frenar el descenso de la tasa de natalidad.
¡Se puede ser cínico, pero estos niveles merecen la creación
del Nobel del Cinismo y la candidatura única de Ruiz Gallardón! ¿O debe ser el
Nobel de la Estupidez, Memez, Imbecilidad y de la Mamarrrachería Supina vs.
Cinismo y otros tributos?
Pero lo dicho: la Lechuza no se referirá, por el momento, a
estas cuitas.
Podría disertar también la Lechuza sobre la dimisión de
Sandro Rosell, o la separación de la Trierweiler y F. Hollande, porque a pesar
de declararse culé empecinada y empedernida no considera que deba prestarse
atención a quien abandona el barco por su propia debilidad aumentando así la
rumorología cavernaria y mesetaria sobre operaciones económicas fraudulentas en
el “més que un Club”, ni tampoco mucho le interesan los asuntos de entrepierna
de Hollande por muy Presidente de la Republica Francesa que sea, ya que la
Lechuza ama la libertad y en este caso se traduce en que el caballero se
acueste con quien la apetezca y ella se lo permita, y a disfrutar que son tres
días (¡y ya han pasado dos!).
No, de todo eso no les hablará hoy la Lechuza a través de
esta Crónica que me encarga redactar siguiendo su pensamiento y dictamen.
La Lechuza quiere referirse a la causa de su tortícolis,
causante, y valga la redundancia, del retraso de 48 horas de la aparición de
esta Crónica.
La rigidez de su cuello giratorio se produjo por el asombro
y pasmo que le causó comprobar cómo el Gobierno Central y el de la ¿Comunidad?
(¡cuanto interrogante enmarcando palabras y conceptos en este artículo!)
valenciana clausuraban las señales radiofónicas impidiendo así toda emisión en
lengua catalana en el mencionado territorio, privando a muchos valencianos de
su ¿Comunidad? de medios de difusión en su propia lengua (ya cerraron TV3,
¿recuerdan?).
La sorpresa, aún a pesar de saber bien de las animaladas de
estos ¿señores demócratas? fue tan mayúscula que provocó de inmediato un estado
catatónico del cuello de la Lechuza, conocido como tortícolis en el lenguaje
popular.
¿Alguien en su pleno sentido común duda de que no se trata
más que de un burdo, soez y salvaje ataque a la lengua catalana?
¿Alguien tiene alguna duda de que no es más que una de las
múltiples ramificaciones de una campaña orquestada contra todo lo que huele a
catalán?
¿Hay quien pueda pensar que esta medida obedece a una
política cuya finalidad es consolidar la España de las autonomías que consagra
esa Constitución que con tanto ardor defiende esa derecha retrógrada y casposa,
o a superar la crisis económica que parece ser es el eje de toda su actividad
política, o a apostar por la convivencia y la tolerancia de las diversidades
que constituyen la nación española que mencionan con la boca llena cada ve que
tienen una oportunidad?
¡Suerte que el Ministro de Hacienda declara que España está
superando la crisis gracias a Catalunya!
¡Suerte que no quieren que los catalanes nos marchemos
porque nos aprecian y estiman con mucho amor y pasión!
¡Suerte que valoran Catalunya como una de las regiones con
mayor productividad, iniciativa, liderazgo y capacidad de integración de
España!
¡Porque si fuese lo contrario, que sería de nosotros,
catalanes y lechuzos de Catalunya!
Vamos, que la Lechuza no se extiende más porque sólo volver
sobre esos hechos acentúa su rigidez en el cuello impidiendo que desarrolle con
eficacia la tarea para la que fue creada: observar con atención todo lo que su cabeza
giratoria le permite, con la finalidad, entre otras, de denunciar esos abusos
de poder de esas clases de ¿seres? que dice ser los garantes de la convivencias
y de la nación española, cuando muchos ya sabemos que son ellos los que rompen
las normas básicas de la convivencia entre diferentes y crean las guerras entre
pueblos y personas sólo por tener y mantener puntos de vista diferentes, que es
exactamente la riqueza de la vida, la vida que ellos impiden con el objetivo de
favorecer a las élites y castas a las que pertenecen y defienden a costa de la
sangre, si es necesario, y la aniquilación y el sufrimiento de los demás.
La Lechuza es consciente de que en momentos le abruma la
épica, pero es que desconoce otras maneras de manifestarse ante tanta barbarie.
Recordaba en la anterior crónica la Lechuza las palabras de
Machado: “Una de las dos España ha de helarte el corazón”.
Y de qué manera, amigos lechuzos!!!