viernes, 30 de enero de 2015

Crónica de El Grito de la Lechuza desde la nieve de la Cerdanya.

 
Me dice la Lechuza que si ya estaba helada por la nieve y el viento que sacude estas tierras de la Cerdanya francesa, congelada se quedó cuando leyó la noticia que ahora desea que os comente por si no la habéis leído, y para que en ella pensemos aunque sea un ratito pequeñito cuando nos de por congelarnos, pero no por el frío si no por la necesidad de pensar, reflexionar y analizar sobre el mundo en el que vivimos.

Ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor, y el alrededor es el mundo, es la única manera de dar el primer paso para intentar cambiar las cosas, o por lo menos ciertas cosas.

Martín Caparrós, periodista argentino nacido en 1957, acaba de publicar un libro, de los conocidos como literatura de ensayo, de unas 600 páginas que se titula “El hambre” (Editorial Anagrama).
Resulta que este hombre dotado de la sensibilidad de la que carecen muchos, recorrió durante un tiempo países como Chicago, para ver su famosa Bolsa y los movimientos de sus inversores, visitó las fabricas textiles de Bangadesh, los hospitales de Níger, el gran basurero de la capital argentina, Buenos Aires, las explotaciones chinas en Madagascar, los morideros suburbanos de Mumabi,… y constató que ochocientos millones de personas pasan hambre cada día en el mundo. En  números se escribe así: 800.000.000 millones de personas, y como cronista de la Lechuza lo repito en cifras porque parece que así es como que más claro.

Comenta Caparrós que si lees el libro debes dedicarle al mismo un tiempo aproximado de ocho horas (en cifras son 8 horas), y eso equivale a que durante ese tiempo de lectura habrán muerto en el mundo ocho mil personas (por coherencia narrativa, 8.000 personas, 8.000 seres humanos).

En paralelo a estos hechos, en el primer mundo aumentan los obesos, entre otras cosas por comer la denominada comida basura (¡que contrasentido, verdad, unos apuestan por comer basura y otros se alimentan de los restos de comida de los basureros!).
Y luego hacen régimen porque los pantalones no les entran o porque las mujeres los miran como gordos, o porque la moda del momento detesta a los obesos.
El primer mundo llama por un teléfono para que le lleven a su domicilio comida china, o coreana, o india, o mexicana, o de donde sea, y alguna madre, en algún sitio, en muchos lugares, pone una cazuela con agua a hervir y en su interior una piedra para decirles a sus hijos que descansen y duerman, que ella ya les avisará cuando la cena, que nunca existirá, esté preparada, pero por lo menos consigue que duerman y así olviden los dolores de sus tripas infladas por la hambruna.

Yo soy de los que cree que el hambre existe porque no es contagioso.
Si lo fuese, muchos Laboratorios estarían investigando y lanzado, con mayor o menor fortuna, pastillas y medicamentos para evitar el contagio, y así hacerse muy ricos y con su dinero influir en la elección de Presidentes de países que necesitan del hambre y las enfermedades para poder seguir al frente del poder, que es dinero, influencias, ego y muchas más cosas, y ese poder les permite comer para ponerse gordos y demostrar, como ya dijo el poeta, que poderoso caballero es don dinero.

Decía al inicio la Lechuza que a veces hay que detenerse, o congelarse, para analizar y reflexionar sobre este mundo que habitamos y construimos (¿o será destruimos?).
Pues bien, la Lechuza propone el siguiente interrogante para que cada uno de los que se detenga un instante decida cuál es su postura:
¿No te sonroja ver las comisiones y gestiones de los bancos, el comportamiento de las eléctricas, de las empresas del gas o del petróleo, los negocios de las superpotencias y de las que no lo son tanto y así podríamos seguir un rato largo porque muchas otras se pueden citar?
La Lechuza tiene su indignación tan congelada que hasta me dice que os diga que si no te sonrojas, ella lo tiene muy claro: o bien eres uno de ellos o eres o eres un humano sin alma, o sea, un desalmado!!!
Tú sabrás.

El Cronista de la Lechuza.
P.D.: Me dice la Lechuza que necesita mayor información para emitir opinión, pero que por supuesto que hablará de la apuesta wertiana y su nueva Ley de Estudios universitarios (¿octava reforma desde que acogimos la democracia en España en 1977?), y también de los papeles de Salamanca que reclaman los catalanes (amparados por una Ley del año 2005, hace ya diez años, y que el Gobierno Central no cumple a pesar de que se cansa la lengua de decir y repetir que la Ley es la Ley y la Constitución la Constitución).
Esperemos el tiempo que la Lechuza precise para su análisis y sus conclusiones, y así sabremos que no serán ni palabrería política ni populismo ni estrategias preelectotrales.

martes, 20 de enero de 2015

Una historia solidaria con huevos estrellados.

 
Estoy tomando una caña en el Bar-Restaurante “El Coto” de Tarancón, en la provincia de Cuenca, que es donde viven y trabajan mi hijo Aleix, su mujer Alicia y mi nieta Susana, según ella Tutana, porque tiene tres añitos y las eses, y si van encadenadas en sílabas consecutivas más, se le resisten un poquito.
Me atienden la propietaria Rafi, gaditana pero que residió muchos años en Terrassa en Barcelona, y la empleada rumana, Gabriela.
Cariñosas las dos conmigo. Atentas. Serviciales.
A veces a la Rafi le redacto la carta del menú del día en su portátil e intento hacerla creativa y algo divertida: “Canelones de carne de ternera con la energía de la Rafi y de la Mancha”, “Patatas panadera con pimientos rojos del copón que están no buenos sino benditos”, “Manos de Ministro bien lavadas después de tocar mucha pasta y con los recortes para deshuesar bien hechos”,… y cosas así que provocan risas en la Rafi y en Gabriela y también en alguno de los comensales de diario que son sus clientes habituales.

Mientras pienso en qué puedo comer, porque hoy me quedo ahí y además ya son las dos pasadas y a esa hora yo no perdono ni que no tenga hambre, entra una pareja que parecen matrimonio de unos sesenta y pico años, no muchos más, y piden mesa para comer.

Por mi parte me decido y pido unos huevos estrellados con un buen jamón ibérico acompañados de una botellita de un Ribera del Duero en honor a una buena amiga de esas tierras adentro. Por solidaridad con la ribereña.

Mientras espero mi plato y el vino y doy cuenta de los restos de la caña, hojeo La Vanguardia, que Riánsares me guarda todos los días en su quiosco de la Avenida Cervantes.
Y doy con una foto en que aparece una mujer de melena lisa del color del cobre, y la vista se me enreda inmediatamente en ese pelo y mis pupilas buscan descubrir si las suyas son del mismo verde que la de unos ojos que me acariciaron mientras estudiaba, mientras trabajaba, mientras triunfaba y mientras fracasaba, mirándome con ternura infinita cuando la alegría me desbordaba y con penetrante exigencia cuando se me quebraba la voluntad de luchar y la ira ciega me asolaba.

Se trata de Julianne Moore, candidata al Oscar por “Siempre Alice”.
La foto, de mala calidad por el soporte de pasta del papel prensa me fascina y me subyuga, como cuando veo melenas rojizas por la calle y de pronto me encuentro siguiendo los pasos de esa mujer sin ningún motivo más que idear alguna estrategia para poder gozar del tacto de esa cabellera. Nunca lo he conseguido, salvo en el metro, porque vas ensardinado y los continuos vaivenes permiten algunas cosas impensables en otras circunstancias, donde he logrado rozar con las yemas de mis dedos cabellos rojos preciosos brillantes, mates, espesos y claros, matizados y moteados, largos y cortos, rizados y lisos de melenas de mujer.
Me dicen, muchos, demasiados, que debería ya empezar a olvidar esos recuerdos que me dañan el alma, pero yo sólo respondo, a mí casi siempre y en exclusiva, que no quiero perder la memoria ni los recuerdos porque son ellos los que nos ayudan a definir quiénes somos.

Se rompe momentáneamente mi ensoñación cuando aparece el plato de huevos estrellados, pero el color de la yema del huevo, de la clara cocida, el dorado y ahora intenso rojo del jamón estriado me devuelven de forma un tanto prosaica a mis pensamientos, pero de forma breve porque la camarera Gabriela se dirige a tomar nota del pedido a la mesa de la pareja que hace unos minutos entró en “El Coto”, y eso distrae mi atención.

Él pide una pata de cordero al horno y ella sepia con patatas, y agua y vino tinto de la casa para compartir.

Mi mente no se bien dónde está pero capta un detalle que surge como una chispa desde la mesa de mis compañeros comensales. El hombre le pide a ella que por favor le remangue la camisa de su brazo derecho y en cuanto ella inicia la operación con una delicadeza que me provoca una medio sonrisa placentera en mi rostro caigo en la cuenta de que el hombre tiene el brazo y la mano completamente inmóvil, falto de musculatura, muerto.
Mi cabeza me dice que en algún momento sufrió un ictus y le paralizó ese brazo inanimado que cuelga a su costado.
Me fascina la ilusión y la alegría plácida y tranquila con la que ella le dobla la camisa hasta llegar a la altura del codo, aunque otro destello de sorpresa me salta en la cabeza y que todavía no acierto a entender.

La foto de Julianne Moore con su melena veteada de rojo y rubio y tonos cobrizos sigue en la página de La Vanguardia y ahora parece que es ella la que me observa a mí y no al revés. Su mirada es dulce y lenta. Esponjosa. De humedad tibia.

Al girar de nuevo la mirada hacia la mesa vecina el destello detectado se muestra con claridad. Ahora es él quien le remanga la manga de la camisa del brazo derecho a ella, porque su brazo presenta la misma languidez que el del hombre, con una mano de dedos alargados y algo curvados hacia el interior juntándose como en piña por su inmovilidad. Ella también debió sufrir un ictus y en el mismo brazo de su hombre. Tal vez por solidaridad, o ese pensamiento aletea ahora por mi cabeza como una golondrina en vuelo rasante.
Él también muestra paciencia y afecto mientras se afana en una simple operación pero que realizarla con una sola mano y brazo presenta ciertas complicaciones.
Se sonríen delicadamente y se desean buen provecho porque Gabriela ya se acerca con sus dos platos humeantes avisando de que cuidado que queman.

Devoro mis huevos estrellados antes de que en enfrían y pierdan su sencilla  exquisitez mientras Julianne Moore me contempla con un cariño que a veces no correspondo porque mis ojos se desvían a la mesa de mis vecinos del ictus solidario, y alucino cuando observo que mientras ella mantiene el tenedor clavado en el pedazo de sepia el lo corta para ella, y después ella corta un pedazo de la carne de la pata del cordero mientras él lo sujeta con su tenedor.

Procuro no fijar mi mirada descarada en ellos porque me viene el recuerdo de cuando mi ángel me decía que mis observaciones podían llegar a causar cierta desazón en los demás, porque eran obsesivas y fijas y persistentes y constantes. Y tenía razón ella, porque siempre he pecado de ser algo excesivo. También la mirada observadora. En todo. No lo puedo evitar.

Por eso ahora me centro en la foto de la Moore y pienso que por solidaridad ella podría estar conmigo, o yo con ella, o que así me gustaría que fuese, y se me humedecen los ojos, y entonces soy yo el que me veo observado porque creo que me he sorbido con algo de ruido mis mocos y he llamado la atención de los medio mancos pero completos y llenos de amor, y me da vergüenza y me escondo en el servicio para enjuagarme las lágrimas y recuperar la serenidad de un comensal cualquiera que está en un restaurante cualquiera de un pueblo cualquiera de los muchos que hay por esas tierras por las que busco a personas solidarias que desprenden amor como mis vecinos de mesa.

Pido un café, cierro el periódico y Julianne Moore desaparece, pagan la cuenta mis vecinos y se van agarraditos, y yo me quedo solo dando vueltas en la noria de mi cabeza a ictus, a cariños desde el silencio y la complicidad, a melenas de mujer del color del cobre viejo, a patas de cordero y sepias a la plancha troceados a dos manos de dos cuerpos diferentes, y a huevos estrellados regados con un excelente Ribera del Duero que solicité por solidaridad con una ribereña.

lunes, 19 de enero de 2015

Píldora de la luna de los lunes.

 
Píldora de la luna de los lunes.
Cavilaciones, reflexiones e introspecciones.

Parece ser que hoy es el denominado “Blue Monday”, el día más triste del año, según una fórmula matemática que combina variables como el fin de las Navidades, la llegada del frío y, sobre todo, la cuesta de enero.
Esta fórmula matemática la ideó en el año 2005 el investigador de la Universidad de Cardiff y experto en motivación Cliff Arnal, y concluye que ante el fin de las fiestas, la atención a los pagos derivados del gasto por las navidades, pocas horas de luz y sol, el regreso a la rutina, el afrontar las responsabilidades de todo el año que está por venir,… entramos en una fase depresiva, y hoy, lunes 19 de enero es su máximo exponente.

También es cierto que la psicóloga del deporte y de la salud Patricia Ramírez indica que si le das más importancia a lo que suma que a los que resta, como ser afortunados por trabajar, tener calefacción para vencer al frío, capacidad económica para soportar los gastos que llegan, reencontrase con los amigos que siempre están ahí para echarte una mano,… puedes evitar la ansiedad y la tristeza.

Y como que quiero ser positivo, pues yo me apunto a esa teoría, y para ello hoy he seleccionado una frase de un Ministro presbiteriano escocés, además de teólogo, escritor y reformador social de finales del s. XVIII y principios del XIX, Thomas Chalmers.

“La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar”.

Thomas Chalmers (1780 – 1847)

Seguro que todos nosotros, tal vez unos más y otros menos, pero todos, estamos en esa situación que describe Chalmers: tenemos cosas que hacer, amamos (y somos amados), y esperamos cosas que nos ilusionan y que están por llegar.

Que así sea, y buena semana para todas y todos !!!

Paco Riera

viernes, 16 de enero de 2015

No aprendo ni pa dios!!!

 
Tengo que seguir aprendiendo cada día, todos los días.
Porque no aprendo.
Y eso que lo compruebo y lo vivo en mis carnes cada dos por tres.

Nadie hace nada por nadie.
Y además no te lo dicen. Más bien lo contrario: todos dicen lo hago por ti, porque eres tú, porque sino de qué iba yo a preocuparme.
Y la conclusión es que simplemente no hacen nada y ya está.

Me lo han dicho mil veces, pero no aprendo: me han dicho lo que no hagas tú, nadie lo hará por ti; si no te cuidas tú, ¿quién te cuidará?; vela por tus intereses, porque nadie lo hará por ti; tú a lo tuyo y olvídate de los demás.

Y yo que no aprendo ni pa dios.
Ni jesuitas ni en la Universidad del Opus Dei ni la puta madre que los parió a todos.
Nadie hace nada por nadie.
Yo lo intento, pero supongo que lo hago igual de mal que a los que ahora critico. Creo que hago algo por alguien y seguro que en el fondo no hago nada. O por lo menos el otro, la otra, no lo valora como tú esperas que lo haga.
Tal vez ahí está el error, esperar que te valoren cuando debes hacer lo que decidas simplemente porque te da la gana, y sin esperar nada a cambio.

¿Es por eso que impera cada vez más el egoísmo en esta vida?
Cada uno va a la suya, vaya yo caliente y ríase la gente, si a mí me va bien y al otro mal, pues que se joda, será que es idiota. Yo a lo mío, y tú a lo tuyo, y si te funciona pues felicidades, y si no pues que te den por el saco. Pues que se joda, a mí, en el fondo, qué coño me importa.

El hombre es un depredador.
Es el único o de los pocos seres vivos que mata por placer, no por necesidad.
Porque cree que lo que rige es si a ti te va mal, a lo mejor es que a mí me va a ir bien.
Si triunfas en algo, en lo que sea, te avisan de que hay muchos ídolos de pies de barro, que no es oro todo lo que reluce, que a veces es pan para hoy y hambre para mañana, y entonces no es que esperen tu caída, si no que la buscan y la provocan, y cuando se produce dicen algo como si yo ya lo sabía, si ya se lo había avisado, como si realmente lo hubiesen hecho, el avisarte, y se permiten la hipocresía de decir que te lo dijeron por cariño hacia tu persona, cuando no hicieron otra cosa que esperar que te pasase para volver a decir si era de esperar, si yo ya lo sabía, porque conociendo su forma de ser así tenía que irle, mientras en su interior disfrutan como hideputas por tu desgracia.
Y además, suelen rematar con un a mí eso no me pasará, y claro que no le pasará, porque él nunca será nadie, redios, y si aún así le pasa pues no es por su culpa, es por culpa de otros.
Lo que precises, háztelo tú, porque nadie, absolutamente nadie, lo hará por ti.

Es triste, muy triste, pero hay que hacer de ostra y meterte en tu concha para evitar los daños ajenos.
Sí, estoy con el día cruzado. Ya lo sé. Y qué.
¿Te preocupa mucho, a ti, gilipollas?
Creo que seguiré sin aprender. Y sólo puedo justificar mi incapacidad para ello diciéndome que es porque he decidido que no quiero aprender, y a lo mejor hasta es verdad.

miércoles, 14 de enero de 2015

Crónica antiyihadista y antihipocresía y otros de El Grito de la Lechuza.

 
Media humanidad, o tres cuartas partes de la misma, o mucha gente y así es más fácil, me dice la Lechuza que está indignada a raíz del atentado yihadista radical contra la revista parisina “Charlie Hebdo” que causó muertes tanto entre los grafistas como entre las fuerzas de seguridad francesas y los secuestrados por los terroristas a modo de escudo personal.

Media humanidad clama contra esos descerebrados que por sus creencias religiosas son capaces de matar, en contra de los verdaderos y auténticos musulmanes que repudian estos actos ya que no se cansan de repetir y manifestar que Alá es Amor y Paz.
¿Cómo es posible que existan personas y mentes que por amor a sus creencias religiosas maten diciendo que defienden a su Profeta?
En muchas ocasiones, en demasiadas me dice la Lechuza, ha pensado que las religiones eso es lo que nos traen: guerras y más guerras, sangre y más sangre, odio y más odio; por eso ella no cree en la religión organizada, cree en la espiritualidad de cada ser y de cada alma.

No seré yo quien la contradiga, ya que sólo soy su Cronista, pero si ella me lo permitiese diría que yo también me debato entre muchos de esos interrogantes y llego a conclusiones similares a la de la mirada de plumas nocturnas.

Pero me pide, la Lechuza, que destaque algo que ha leído y que le ha parecido una magnífica reflexión y un extraordinario comentario que merece ser paladeado.
El comentario es de Ana Juan, la ilustradora valenciana, residente en Hamburgo y habitual colaboradora de publicaciones como la italiana ”Logos”, en España con la Editorial “Edelvives” y en EE.UU. con el importante y relevante “The New Yorker”.
Esta última publicación solicitó a varios de sus colaboradores un diseño para la portada de su revista con motivo de los mencionados atentados, y el diseño de Ana Juan, la Torre Eiffel transformándose en un lápiz, sobre un fondo blanco salvo la base que se tiñe de rojo (¿atardecer?, ¿amanecer?, ¿sangre?) resultó el diseño ganador y el utilizado por TNY.

Felicidades, Ana!!!
Por tu diseño, por la importancia de la publicación que te lo contrata, y, por supuesto, por recoger de forma extraordinariamente creativa el horror que hace una semana vivimos en el mundo occidental.
Pero la Lechuza quiere felicitarte por esa reflexión que la prensa de nuestro país recogió en una de las muchas entrevistas que estos días te has visto obligada a conceder a los medios, y que reproduzco sin tocar  ni una sola coma, como es obvio y obligatorio en mi profesión.

“Estos días ha habido mucha hipocresía, gente que se ha rasgado las vestiduras por la libertad de expresión y ha dicho ‘Je suis Charlie’ olvidando que en España hace pocos años se secuestró ‘El Jueves’ y a sus dibujantes se les impuso una multa de 3.000€ por una portada sobre la monarquía”.

(Monarquía que hasta pocos meses dirigía un Monarca que parece que ahora le salen dos hijos por Bélgica, ji ji …).

Interesantísima reflexión, Ana Juan, interesantísima, ¿verdad, Partido Popular y Sr. Rajoy, Sra. Saénz de Santamaría, Sra. Cospedal, Sr. Fernández-Díaz, Sr. Catalá y demás gobernantes de este país democrático y libre?

Y cambio de tercio. No tiene nada que ver con el tema de los atentados a la publicación francesa a los que la Lechuza se refería hasta ahora, pero a la plumífera  le preocupan los rumores que se oyen de que aquí se quiere prohibir, legislar por tanto, el piropo callejero de los del sexo masculino al sexo femenino.

¿Os imagináis la que pueden liar esta gente?
¿Será piropo machista decirle GUAPA!!! a una hembra de esa condición?
¿Será motivo de multa, cárcel o cualquier otra barbaridad lanzarle un TESORO a una mujer bella por la acera de las calles de nuestras ciudades y pueblos?
¿Será causa de cadena perpetua lanzar al suelo la boina o la gorra y decirle a la mujer que se acerca PÍSALA CON GARBO, MORENA!!!?

¿Y si fuese al revés, que una señora le lanza un sonoro TÍO MACIZO a un hombre, qué harían con ella? ¿Quemarla en la hoguera tal y como ya hemos hecho en ocasiones en esta nación con los que creen de forma diferente a lo que manda la oficialidad?
¿O la Ley antipiropo sólo es válida para lo que digan los hombres a las mujeres y no también al revés?

La Lechuza dice que no quiere ni imaginárselo, porque con gente que desprecia la cultura, la enseñanza, la libertad de expresión y reunión, que desprecia los idiomas de sus Comunidades, la capacidad intrínseca de un pueblo de decidir sobre su futuro,… cualquier estupidez es posible.

No, no quiere ni imaginárselo!!!

El sueño de la rosa mosqueta.

 
Una noche, hace ya casi un año, tuve un sueño.
Un sueño precioso.

Una mujer aparecía en mi casa del pueblo en el que vivía, que en realidad no es un pueblo porque es un barrio pero huele como un pueblo y por eso me gusta y mucho, y esa mujer viajera era una recién llegada de una ciudad que no es imaginaria, aunque en los sueños domina la imaginación.

El sueño era una maravilla de alegría.

Es el sueño que desde entonces persigo con ahínco todas las noches de mi vida. De la vida que vivo y de la que me imagino, que es mucho más divertido.

Mientras buscaba la postura ideal entre mis sábanas apareció en mi duermevela una morena que me observaba con cierta curiosidad y mayor estupefacción, tal vez porque cuando decidió viajar a mi pueblo desconocía lo que se encontraría.
Yo no sabía, en mi ensoñación, ni siquiera dónde estaba hasta que ella llegó a mí y descubrí entonces que aquella era mi casa de Sarriá.

Y de pronto, la casa estaba repleta de flores amarillas porque la niña no se cuándo ni dónde me decía entre risas que adivinara que la rosa mosqueta era su flor preferida, y como por arte de magia muchas flores amarillas inundaron la casa con sus perfumes, sus olores y su color de sol de día de verano iluminado.

Y entonces, ella me mostró con una timidez perturbadora sus ojos de brillo oscuro y de párpados algo tristes y de sombras grises acompañando pupilas intensas que bailaban juguetonas en su carita expectante.
Y como en un relámpago de luz intensa pero sin el estruendo del romper del trueno también me enseñó sus dientes blancos, muy blancos, que mordían con la ligereza de la niña traviesa una lengua rosada que humedecía sus labios de rubí carmesí, y que danzaban en la sonrisa de la sana malicia de la provocación dulce de mujer serena y atrevida.
Ella movía su cuerpo en un ligero vaivén de chica nerviosa porque sabe que está en examen, con las manos escondidas que no sabía dónde las metía, con el mentón bajo y las mejillas encendidas, y la traicionaba la complicidad de su mirada.

Y yo, sin casi presentarme ni mostrarle mi casa que me acerco y le doy un beso comprometido de cocodrilo, de los de frente con frente y en sus cálidos labios.

¡En los sueños se hace lo que en la realidad es atrevimiento prohibido!

Y como siento que lo acepta y lo admite en el vibrar de su cuerpo entero, prosigo con mi acercamiento y le planto en su boca trémula el beso ruso, porque quería ya mismo su lengua rosada en contacto con la mía.

Cenamos en la cocina de un Restaurante entre cocineros y cocidos y mientras comíamos en la certeza de que todo eran manjares mimados por manos expertas y limpias nos explicamos un poco quienes éramos. Y entre sorbo y sorbo de un buen vino tinto nos reíamos y nos mirábamos divertidos de saber cosas el uno del otro porque en el amor que allí se masticaba hay intuiciones que precisan de pocas explicaciones.

Esa noche de destellos de estrellas y de luna plateada, que me contemplaban disimulando sus sonrisas por mis azaramientos, recorrí con lentitud toda la geografía de su piel de porcelana.
Amisté con todos los suaves pliegues de su cuerpo, los recónditos y los que a todos se muestran. Besé su intimidad con la pasión enervada de un alma olvidada. Lamí esperanzas para cicatrizar heridas. La amé con mi espíritu antes que con el sexo y como yo sé que puedo amar a una mujer bella.

Y así transcurrió toda una noche en la que mis sueños abandonaron lágrimas y ansiedades con las excitaciones de los ojos y los labios de un cuerpo que también conoció sufrimientos y en nuestros apasionados roces acompañamos el desvanecerse de nuestros temores.

Cuando en un sobresalto de madrugada recuperé parte de la consciencia perdida entre besos y frases susurradas con el sofoco de la proximidad de los alientos, a mi lado yacía una rosa color mosqueta que inclinaba su tallo hacia mi pecho inundado de los sudores del amor, y percibí el ritmo de mi corazón sobrecogido porque la rosa me miraba con unos ojos negros tiernos como un suspiro.

¿O también esa mirada de la rosa que amanecía junto a mí era parte de mi sueño?

martes, 13 de enero de 2015

Píldora de la luna de los lunes.

 
Píldora de la luna de los lunes.
Cavilaciones, reflexiones e introspecciones.

En 1934, un redactor publicitario neoyorquino dejó un buen empleo en una Agencia de Publicidad para trasladarse a Hollywood ya que deseaba ser guionista.
Nada más llegar remitió una carta a aquellos profesionales que entendió lo podían contratar (directores, productores, directivos de Estudios,…) y obtuvo tres entrevistas, y en una de ellas lo contrató la MGM.

La carta es magnífica, de una redacción maravillosa, y el resultado fue de una eficacia extraordinaria: ¡encontró el trabajo que anhelaba!
Años más tarde, ese guionista, de nombre Robert Pirosh, ganó un Oscar por su trabajo en la película “Fuego en la nieve” y posteriormente también un Globo de Oro.

Disfrutad de esta redacción exquisita:

“Estimado señor:

Me gustan las palabras.
Me gustan las palabras gruesas, mantecosas, como rezumar, bajeza, pegajoso, alcahuete. Me gustan las palabras solemnes, angulosas, chirriantes, como mojigato, cascarrabias, pecuniario, perfunctorio. Me gustan las palabras espurias, contradictorias, como lechiga, liquidación, mundano. Me gustan las palabras corteses con “V”, como vienés, desvelo, verbo, vaivén.
Me gustan las palabras crujientes, quebradizas, chisporreantes, como esquiria, forcejeo, empellón, arisco.
Me gustan las palabras hoscas, rezongonas, ceñudas, como merodear, mohíno, costroso, zafio. Me gustan las palabras del tipo santo cielo, válgame Dios, virgen santísima, como truquillo, refrigerio, finolis, horripilante. Me gustan las palabras elegantes, floridas, como estival, peregrinaje, elíseo, idílico. Me gustan las palabras agusanadas, retorcidas, harinosas, como arrastrarse, lloriquear, chirriar, gotear. Me gustan las palabras  dichosas, risueñas, como remolino, gorgoteo, borboteo y riachuelo.

Como la palabra guionista me gusta más que redactor, he decidido dejar mi empleo en una Agencia de Publicidad en Nueva York y probar suerte en Hollywood, pero antes de dar ese salto he pasado en Europa un año de estudio, contemplación y tonteo.

Acabo de volver y aún me gustan las palabras.

¿Podría intercambiar algunas con usted?

Robert Pirosh
385 Madison Avenue
Habitación 610
Nueva Cork
Eldorado 5-6024


EXTRAORDINARIO!!! Me saltan lágrimas de emoción leyendo esta sensacional carta, porque yo también AMO LAS PALABRAS !
Una vez más se demuestra que la buena publicidad, en este caso Marketing Directo para ser estrictos, y de sí mismo, si está bien hecha… FUNCIONA !!!

Espero que os haya gustado.

Buena semana a todos !!!

Paco Riera.

miércoles, 7 de enero de 2015

Crónica culé desesperada de El Grito de la Lechuza.

 
Sí, lo sé. Es muy prosaico por mi parte.
Pero no puedo evitarlo.
Yo, Lechuza antes que nada, soy culé perdida, total, apasionada y, por supuesto, antimadridista (aunque en esta ocasión cargaré las tintas contra los que han dirigido y dirigen a nuestro amado Barça).

Hoy no encargo a mi cronista Paco Riera que escriba lo que siento, presiento y opino.
No, hoy no.
Hoy escribo directamente yo misma, como Lechuza barcelonista.

Y como culé empedernida pensé en su momento que jamás en toda mi vida y en la de mis hijos y en la de mis nietas y de todos los lechuguinos del mundo mundial tendría que soportar una presidencia peor que la Joan Gaspart y sus directivos.

Y me equivocaba, porque lo peor estaba por venir: Sandro Rosell.

No quiero recapitular y escribir una crónica desesperada de todos los sin aciertos de este Presidente-Conejo, porque se fue del Club corriendo como un conejo asustado y cobarde, pero entre el juicio contra Laporta por ya no sabemos exactamente qué, y que el Barça perdió, el juicio por el fichaje de Neymar y las comisiones que ni dios sabe dónde han ido a parar, y que el Barça perdió, el juicio por los fichajes de niños para la Masía, y que el Barça perdió según sentencia del TAS, los sobresaltos que tiene Messi por el tema de Hacienda, y que el Barça no ha sabido solucionar para mimar un poco al mejor jugador de la historia del fútbol, y por supuesto la sustitución de UNICEF por Qatar en la camiseta del primer equipo, camiseta y marca que nos dieron gloria y prestigio en todo el mundo ya que éramos el primer equipo, y qué equipo además, que en vez de cobrar por ser esponsorizados pagábamos a una ONG por lucir su marca en nuestra vestimenta oficial (la excusa de que debemos recaudar más para ser competitivos no vale en esta ocasión, amigo exPresidente-Conejo).

Tengo mucho más que decir, pero es que no puedo porque temo que mis alas dejen de volar para siempre por la inmensa pena que ese Presidente-Conejo nos está inflingiendo también ahora, con ese Funcionario que ha dejado de sustituto y que conseguirá que perdamos hasta la ilusión por seguir a nuestro Barça, al equipo que es más que un Club a pesar de tener, como en la política, a directivos que ni desearíamos para nuestro peor enemigo.

Leo hoy en la prensa deportiva las declaraciones de un culé tan empedernido como yo, Lechuza de árbol nocturno.
Hablo de Stoichkov, Hristo, que dice textualmente que el Barça va al caos, porque está patas arriba como en la época de Gaspart y con un Presidente-Funcionario que sustituyó al Presidente cagón que se marchó (lo dijo ayer en Onda Cero y en la COPE).

Veremos que nos explica hoy el Funcionario respecto del despido de Zubizarreta y la dimisión de Puyol (y las que están por llegar, como Albert Valentí y Narcís Julià), y sobre todo, a ver qué explica Luis Enrique de su relación con Messi.

Y declaro con absoluta sinceridad lechuza, que si hay que echar a Luis Enrique para que Messi esté contento, pues ECHÉMOSLO YA, porque siempre  antes el mejor jugador del mundo que este asturiano que dice que siempre le ha ido bien (en el Barça B, en el Celta y en la Roma, que lo echaron a los seis meses de tan bien que le iba).

A pesar de Presidentes-Conejo y Presidentes-Funcionario, VISCA EL BARÇA y VISCA CATALUNYA !!!

martes, 6 de enero de 2015

Déjame que te pregunte, amor.


No sé por qué se me ocurre lanzarte esta serie de preguntas, amor, porque conozco las respuestas perfectamente, pero necesito hacerlo no sé tampoco por qué.

Por eso quiero empezar con un ruego: ¡ déjame que te pregunte, amor !

¿Quieres que sea feliz y disfrute de los años en los que no podremos compartir nuestras vidas físicas, aunque no podamos estar juntos, verdad, amor?

¿Quieres que siga mirando los atardeceres que cada día tiñes de rojo y verde y que mis ojos no derramen lágrimas de añoranza para que mis labios dibujen la sonrisa que tú mereces y que yo necesito, verdad, amor?

¿Quieres que contemple los amaneceres con mi alma inundada de la paz que tú me entregaste durante toda una vida y que yo aprendía con envidia de ti, verdad, amor?

¿Quieres que disfrute de los paseos junto al río, en busca de los lagos de la montaña y que me bañe y refresque en las frías aguas del Carol mientras tú me observas divertida y sonriente desde esa nube que te pasea por todos los cielos de las almas buenas, verdad, amor?

¿Quieres que atienda con todo mi ser a esos dos hijos que anidaban en tu vientre y que yo notaba moverse en tu interior con mi oreja pegadita a tu ombligo, mientras tú reías con ese sosiego de madre feliz que a mi me contagiaba una inmensa alegría que no sé si era de padre, de esposo o sólo de hombre enamorado de un vientre embarazado, verdad, amor?

¿Quieres que siga escribiendo los sentimientos que me brotan cuando veo a los ancianos tomar el sol y a las abuelas tricotar para abrigar a sus nietos cuando el frío de los inviernos les acompaña y sus hijas que ya son madres llevan a sus nietos hasta el Colegio, verdad, amor?

¿Quieres que me envuelva en mis ensoñaciones cuando veo a las tórtolas acudir a los comederos de nuestra casa en Enveitg, y a las urracas volar para buscar dónde robar cualquier cosa que brillo despida, y a los mirlos negros picotear por la huerta que acoge tus cenizas para que reposen entre verduras y legumbres que eran tu pasión recogerlas, y a los gorriones macho pelear por la hembra en el alféizar de nuestra ventana de las golfas?

¿Quieres que juegue con mis dos nietas, que cuide de mis dos nueras, que frecuente sus hogares y que las haga reír con las muchas tonterías que soy capaz de inventar sólo para que ellas, mujeres hoy de mi vida, disfruten y sonrían y diviertan sus obligaciones de madres que aman a sus hijas y también a tus hijos, verdad, amor?

¿Quieres que siga ideando y escribiendo cuentos para explicarlos en las guarderías, en las librerías infantiles y en los hospitales y escuelas para que todos los niños acompañados de sus padres descubran que existe la Magia, porque la Magia reside en cada uno de nosotros, y la Magia se crea y se transmite y se contagia para que otros a su vez la contagien, verdad, amor?

¿Quieres que… ?

Podría estar así todo el día, rogando tu permiso que ya sé que está concedido, y no sólo eso si no exigido, pero quiero acabar esta lista que sería interminable con una sola solicitud, a pesar de que conozco sobradamente la respuesta.

¿Me dejas que quiera de nuevo a otra mujer, mi amor?

Todas tus respuestas revolotean alegremente en mis oídos y en mi cabeza y en mi vientre.

Gracias, mi amor.

lunes, 5 de enero de 2015

Mi carta a los Reyes Magos de Oriente.

 
Queridísimos Reyes Magos:

Hace unos años que me perdí un tanto en sinfonías que desentonaban por causas que no voy a explicar de nuevo.
Olvidé escribiros mi Carta a los Reyes Magos por esa causa, lo cual es un tremendo error que anoto en el debe de mi vida.

A los pocos meses de deambular despistado por esta vida conocí a una mujer que me fascinó, pero que era caña y bambú y cimbreaba hasta el desasosiego que era lo que precisamente yo no precisaba. La quiero con locura. La veré y frecuentaré menos porque el viento la pasea por otros derroteros que me resultan ajenos.

Al pasar de los días y las noches, y las maravillosas estaciones del año, conocí otra mujer, sobria, cincelada, recia, enraizada, castellana al fin o de pura cepa que creo dijo el poeta, potente, dura y contraria al abedul porque amista con el roble, aunque puede ser ligera ardilla que roe y rasga la dura nuez por su constancia y tesón.

Esta castellana de la Vieja Castilla tiene un hijo, y es el chaval quien me lleva a este reflexión que es mi Carta a sus Majestades, Reyes de Oriente de Oro, Incienso y Mirra.

Dado que estoy de ángeles en estos días magos, y aún no siendo desde la política alguien a quien no ensalzaría, me apunto a la reflexión de Ángeles González-Sinde cuando cita a nuestros jóvenes y su estado temeroso actual que queda de manifiesto cuando les pides una proyección de sus vidas a diez años vista y no saben qué responder por la inseguridad que parece es la única apuesta y promesa que el futuro les propone.
Cautela y reserva es la respuesta a la cuestión que se les plantea, escondiendo dios sabe dónde la ambición propia de la juventud, y vértigo es el sentimiento que sienten y transmiten cuando piensan en su futuro, contrario a las sensaciones de mi generación en la que los jóvenes decidíamos o pensábamos que gobernábamos lo que queríamos de nuestra vida futura.
Ese vértigo, dice González-Sinde, se lo hemos transmitido nosotros, y no hemos sabido convencerles para que jueguen en sus fantasías con las enormes posibilidades que la vida les ofrece.
Es nuestra forma de gobernar y explicar la vida lo que los hace temerosos y cautelosos ahogando todas las expectativas que a su edad deberían ser fastuosas, imperiales, soñadoras, irrespetuosas y ambiciosas.
Y no, son prudentes, miedosas, apocadas e incluso tenebrosas.

Este es el primero de los dos regalos que en mi Carta les pido a los Reyes de Oriente. Que chavales como el hijo de mi amiga de la ribera del Duero recuperen la sonrisa y la ambición  adolescente, atrevida e insolente que les pertenece y que nosotros les hemos robado con la alevosía y la indignidad del que se atreve a justificarlo todo con la leyenda de que estamos construyendo futuro, cuando en realidad lo que hacemos es destruir la alegría de las aspiraciones de vida de generaciones de jóvenes que merecen decidir lo que quiere hacer con sus vidas.
¡ Que decidan ellos, no nosotros !

El segundo regalo que en mi Carta al Blanco, al Rubio y al Moreno pido es, como escribe Ángeles Caso, que ellos que lo pueden todo porque son Magos (y yo creo en la Magia, ¿verdad, chaval?) es que nos cambien este país.
Reyes de Oriente, acabad con esta clase dirigente indigna de la ciudadanía a la que someten y vejan, que nos gobiernen personas inteligentes, sensibles, cultas, que amen la cultura y el saber, quitadnos de encima a la gentuza que nos ha recortado la sanidad, la educación, la investigación y tantas otras cosas necesarias para que los jóvenes recuperen la ilusión por ser lo que quieran ser cuando sean mayores, pero que tengan ambiciones y no los temores que la irresponsabilidad y los bolsillos insaciables de esos miserables les han sustraído con sus políticas partidistas y clasistas.
Como dice la Caso, Reyes Magos, haced que esto sea una realidad, vosotros que lo podéis todo con vuestra magia, hacedlo, por favor !!!

Por favor, os animo a todos, niños, adolescentes, jóvenes, adultos, mayores, ancianos y viejos, a escribir a los Reyes Magos y que vuestras Cartas estén repletas de deseos de futuro, de confianza en el porvenir que esos jóvenes y adolescentes deben construir para ellos mismos, futuro que debería ser muy diferente a nuestro presente.

Eso es lo que pido en mi Carta a vosotros, Reyes que con vuestra magia todo lo podéis realizar, para que el hijo de mi amiga, y mis nietas, y las de mi hermana, y los nietos de mis amigos, y los descendientes de los que no conozco pero que quiero tenerlos presentes en mis peticiones puedan abandonar el temor y el miedo por el futuro que nosotros no  hemos sido capaces de esbozarles para que ellos lo dibujen según su criterio y su libertad.

Píldora de la luna de los lunes 050115.

 
Píldora de la luna de los lunes.
Cavilaciones, reflexiones e introspecciones.

Vigilia de la festividad de los Reyes Magos.
Aprovechando la fecha os remito la Píldora de la Luna de los lunes en absoluta relación con esa fecha.

Todos solemos escribir nuestra Carta a los Reyes de Oriente (la mía la publicaré hoy mismo en mi Blog) y acostumbramos a pedir bastantes cosas, para nosotros mismos normalmente y también para otros como hermanos, amigas y amigos, conocidos,… tanto materiales (libros, juguetes los chavales, ropa, decoración,…) como inmateriales (felicidad, salud, alegría, bienestar,…), y tal vez olvidamos una máxima maravillosa que todos conocemos pero practicamos menos de los que decimos y deseamos.

La máxima es del gran León Tolstoi.

“Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo”.


Ojalá todos tuviésemos mucho más presente esta forma de contemplar la vida, y sobre todo, si así lo viesen aquellos que disfrutan de la posibilidad de decidir en temas que afectan a los demás (políticos, empresarios, religiosos, patronales, sindicalistas, comerciantes,…) mucho mejor nos iría.

Venga, ahora a redactar y enviar la Carta a los Reyes Magos!!!

Feliz semana!!!

Paco Riera.

domingo, 4 de enero de 2015

La vida me giró la cara.

 
Mal acabó el dos mil ocho y peor empezó el dos mil nueve.

En el mundo mal llamado occidental la crisis económica que se instaló
porque unos cuantos forajidos y bandoleros sin bandera alguna
más que la de la riqueza y el dinero y su egolatría,
y que todavía persisten en la dirección de los hombres y las mujeres
de buena voluntad que no alcanzamos a revolvernos en contra de ellos
por nuestra pusilanimidad que de alguna manera
podría evitar esta actual y larga y prolongada calamidad.

Y con esa lámina social coincidió mi penar personal
y también profesional, que en muchas ocasiones se unen
para dictaminar presentes y futuros de hombres luchadores
por ser bien nacidos de madres que sobresalen por amar y dar.

A finales de noviembre de 2008
mi compañera no resistió más
y su cerebro empezó a diluirse
en el magma de la enfermedad.

El cuatro de enero de 2009
cesaron los dolores de su cabeza de cristal
y su corazón dejó de palpitar,
mientras sus ojos se teñían del gris negruzco y macabro de las perlas
que mueren antes de lucir sus esmaltes de belleza
en cuerpos con grana sangre de mujer espléndida.
Sus pecas del oro del melocotón adquirieron la rugosidad
y dureza del hueso podrido que alimenta gusanos ciegos
de las entrañas y tinieblas de la nada.

Y mi alma se congeló en la angustia de su estertor de horror y soledad.
Adquirió una parálisis que persiste y se muestra en su incapacidad
para mostrar la cercanía que debería y evitar dispersiones de la lejanía.

¡ La vida me giró la cara !

Mi compañera, mujer, esposa, amante, madre
y deseo de mi carne anhelante,
descansa en la mediterránea,
en el huerto de su casa de la montaña,
junto a mis desesperos de sabiduría de la fría soledad,
y en la catalana masía paterna del Maresme donde
los divertimentos de su infancia jugaban con
las libertades de la adolescencia.

Mientras ahora ella hilvana paces y sosiegos
yo me atormento en el dolor de la vida,
¡ porque la vida me duele !,
y en ocasiones me siento tan castigado que me pierdo
y no me sé.

Han pasado seis años desde que se evaporó
su presencia evanescente,
y sigo llorando con el desespero de los peces
que lloran porque la sal del mar irrita sus lacrimales,
y ese es el llanto seco del inválido del corazón.

En los primeros meses mi llanto amistaba con agresiones
físicas a puertas y ventanas y paredes de nuestra casa,
que destrozaban mis manos  y mis nudillos trémulos
de abismales impotencias y de lacerantes herrumbres
enervadas de la histeria incapaz de comprensiones,
y con el paso de los días y los años mis ojos lloran
lágrimas de mármol, de granito y arena de mortero
de la pasión sofocada y ahogada por las grietas
que la falta de humedades generan en el corazón.

Aún así, ahora que serenidades etéreas regresan para cobijarme,
quiero guardar el rictus amargo del desencanto
para intentar buscar y llenar el saco de la esperanza,
y olvidar en un recuerdo lejano que un día…
¡ la vida me giró la cara !

Hay momentos en que mi cansancio es sideral,
se me cae el cuerpo entero deslavazado en compasiones
propias que fomentan la inexistencia de las pasiones
que la vida exige para vivirla con intensidad,
y mi alma se destroza  en llantos secos y estertores
de angustias y miedos que jamás aparecieron en este espíritu
de tormentas que hoy habita este ser en estado de desamparo.

No conocí jamás la ansiedad salvo para gozar de éxitos
y para disfrutar de bonanzas de la sociedad,
y esa dama del vértigo me asoló con estruendosa virulencia
cuando ella me abandonó para disfrutar de la serenidad
que tal vez mi ambición amasó con alguna violencia que ella
ni los que conmigo convivieron merecían porque con esa mujer
algo dejé de mi existencia.

Acompañó su desvanecerse el derrumbe de mi actividad profesional
con la confirmación apoteósica de que los bandidos del dinero
disfrazados de banqueros, de políticos, de aseguradores de riesgos ajenos,
de constructores de ladrillos y cementos de carnes de emigrante,
de Instituciones de coches oficiales con chóferes de gorra de plato
y guantes para esconder manos callosas de trabajos para el poderoso,
de senadores y de diputados que festejan títulos de corruptelas
en aviones y en festejos en salones y burdeles y lupanares,
habían asolado el país y no quedaba dinero más que para sus desmanes.

Y con cincuenta y cuatro años
porque en el cincuenta y cuatro
mi madre me alumbró,
sin trabajo y sin ahorros y sin expectativas ni futuro
y con mucha soledad en torno a mi huérfana figura
pasaron días y noches en las que ni a mi salud atendí,
aún en la seguridad y el convencimiento
de que en su momento sería mi lamento.

Y con el paso de algunos meses mi orfandad aumentó,
¡ la vida me giro de nuevo la cara !
al fallecer el siete del ocho de ese maldito año nueve
la primera de las mujeres de mi vida, mi madre Fina,
mi mamita Fina, la abuelita Fina,
mujer a la que nunca le supo mal ser pequeñita,
porque también lo son las flores
y también lo son las estrellas.

La suerte de los afortunados que siempre me sonrió,
que aparecía y reaparecía en cada ocasión que se la requería,
que ni yo conocía de dónde surgía
pero que sabía que no me fallaría,
me giró la cara y en un desconcierto sublime me sumergió.

Han pasado seis años, muchos días y noches de melancolía,
de tristezas punzantes e hirientes en este alma desabrida
que aspira desde la ingenuidad a alguna alegría furtiva,
y de nuevo los ángeles me visitan y el ángel de Castilla
desde la distancia del calor de mis estancias
con su silencio de prudente interrogancia y respeto
me pregunta, sin saberlo,  cada día,
cada segundo de esta mi nueva vida,

¿ No fuiste tú, amigo querido del alma mía,
quien a la vida le giró la cara?

sábado, 3 de enero de 2015

Tu ombligo y Kundera y yo.


Dice Kundera, el magnífico Kundera, que ya de viejo observa no el pecho de las mujeres, ni tampoco el culo (trasero es más mono), ni tampoco los muslos (que yo adoro en una mujer), sino el ombligo, que es muestra de la intrascendencia y del egocentrismo actual.

¿Será verdad?

Ya sabes que a mi me encanta tu ombligo, y besarlo y jugar con mis dedos con él ya es el no va más y el paraíso aparece como por encanto o arte de magia, expresión que más me gusta.

¿Tendrá razón Kundera?