Catalunya-España: dos realidades muy diferentes y con
escasas posibilidades de entendimiento.
Dice un buen amigo, y lo tiene como lema, que a él “le gusta
pensar”.
Pues resulta que a mí también, y lo intento hacer en la
medida de mis posibilidades, que son escasas, lo sé, me consta, pero intento
hacerlo sobre todo cuando debo tomar decisiones.
En el caso que ahora me ocupa, el referéndum de Catalunya
del próximo
1-O, donde me encuentro con mayores dificultades es en los
aspectos económicos (materia donde me declaro bastante incompetente), por lo
que he recurrido al pensamiento de economistas de prestigio internacional para
formarme una opinión con más peso del que yo puedo ofrecer por mi mismo; en el
caso de las humanidades (temas sociológicos, de convivencia, organizativos,…)
me encuentro mucho más cómodo por lo que las opiniones son de mi propia
cosecha, a pesar de que también he intentado ilustrarme con las opiniones y
comentarios de especialistas en estos grandes temas.
Dadas estas explicaciones inicuales, empezaré por la parte
que a mí me presenta más dificultades.
En los temas de ámbito económico, sabemos (me he informado a
conciencia) que el Estado Central invierte en Catalunya menos del 11% del total
que invierte en toda España, cuando Catalunya tiene el 16% de la población y
genera el 18,4% del PIB nacional (en los últimos años el capital público en
Cataluña alcanza el 52% mientras que en Extremadura es del 133%). La
concecuancia de estas cifras, y otras muchas que se podrían ofrecer, es que la
Generalitat se encuentra en una absoluta insolvencia, insolvencia que es del
agrado del Gobierno que controla el P.P., ya que ello significa un mayor grado
de dependencia de ellos.
Una Catalunya independiente conseguiría que el dinero que
pagamos a España se quedase aquí, y eso, según los expertos, significaría un 8%
de nuestro PIB y permitiría a la Generalitat recuperar la solvencia perdida.
Por tanto, por este camino parece obvio que podríamos
arreglar un problema de cierta importancia.
En lo que a la deuda española se refiere, si decidiésemos
(nosotros, no otros) asumir una parte de la misma (el artículo 38.1 de la
Convención de Viena dice que “ninguna deuda del Estado predecesor pasará al
Estado de reciente independencia”) asumiríamos entre un 11 y un 18% (según
indican los expertos) a cambio de que España no boicotease nuestra permanencia
en la Unión Europea y en la Eurozona, permanencia que también le conviene a la
propia España (y por supuesto a Catalunya) ya que para exportar tienen que
pasar por nuestro país.
También parece claro que este problema podrían quedar
encarado, incluso bastante bien encarado.
¿Y que pasará con las pensiones, tema de máxima preocupación
para una capa social catalana de máxima importancia y, por cierto, bastante
numerosa?
Pues que pueden llegar a aumentar hasta un 10%, aunque no es
probable, como bien dice el economista Sala i Martín (ya sé que a algunos no
les gusta por sus formas –americanas y camisas coloreadas, corbatas estridentes,…-
pero tiene el prestigio que le concede el ser profesor de ciertas universidades
americanas de reconocido prestigio mundial y siempre en materias relativas a la
economía).
Explica el profesor cosas que muchos ya sabemos, pero que
por lógicas y sencillas a veces perdemos de vista: el dinero de las pensiones
sale de las cotizaciones que pagan a la Seguridad Social los trabajadores, y
ésta reparte el dinero entre los jubilados. Por tanto, las pensiones dependen
del número de trabajadores que cotizan, del importe de su retribución y del
número de jubilados que cobran, y resulta que en Catalunya tenemos una
proporción de trabajadores vs. jubilados más alta que en el resto de España, y
unos salarios considerablemente más altos, por lo que el resultado es evidente:
sí se cobrarán (hablo en futuro, destaco) las pensiones y hasta podrían subir,
si bien es cierto que mejor sería construir una hucha de pensiones como la que
existía en España y prácticamente ha desaparecido gracias al Gobierno del P.P.
La red de comunicaciones interna a través de carreteras,
trenes, autopistas, AVE’s, aviones,… en España, está diseñada en base a un
sistema radial, que se inauguró con Felipe V, y que prima los intereses
políticos sobre los económicos, lo cual perjudica claramente a Catalunya, que
tiene la segunda ciudad en importancia política del Estado y la primera en
cuanto a aspectos económicos se refiere.
No puedo dejar de citar la red de Cercanías de los
ferrocarriles catalanes, que parece pertenecer más a la Edad Media que a una red
del siglo XXI.
O el Puerto Autónomo de Barcelona y el Aeropuerto del Prat,
que siguen sin disponer de conexión con Europa, ni ancho de vía europea, ni los
servicios mínimos necesarios para atender al sector import/export de forma
mínimamente correcta. Ahora, eso sí, construir aeropuertos en Castellón,
Guadalajara,… es prioridad del Ejecutivo Central.
Y ya que hablamos de aeropuertos no puedo dejar de citar los
acontecimientos registrados este pasado mes de agosto en el aeropuerto
barcelonés de El Prat, que aunque son de excesiva puntualidad no dejan de ser
significativos de la forma de manejar los temas desde el Gobierno Central, que
dicen que es el de todos.
El Prat se colapsó prácticamente todo el mes de agosto, lo
cual es demencial cuando se trata del mes más turístico del año y el turismo es
una de las principales fuentes de ingresos de España.
Pues bien, voy a ofrecer unas cifras que extraigo de los
datos del Profesor Jaume Llopis, que ejerce en el IESE, centro del que todos
sabemos su procedencia (Opus Dei) y también su conservadurismo y mesura a
ultranza (no creo que se le identifique como un centro independentista, ni
siquiera catalanista, si no más bien cercano al poder central y a los lobbies
de poder económico y social del país).
Mientras Barajas tiene un empleado de seguridad por cada
37.000 pasajeros, El Prat dispone de uno por cada 113.333 pasajeros.
En el mes de junio de este año, Barajas registró un tráfico
de personas de 4.745.858 pasajeros, vs. 4.585.277 de El Prat. Es decir, el
tráfico de personas puede considerarse prácticamente igual en un aeropuerto y
el otro.
El total de personas dedicadas a la seguridad en Barajas es
de 1.000 efectivos vs. 300 de El Prat.
Y para acabar con estos datos, datos que creo explican y
dicen bastantes cosas, el beneficio anual de Barajas en su último ejercicio
registrado contablemente fue de 27 mm. de euros vs. 339 mm. de euros de El
Prat.
Para finalizar, lanzo una pregunta: ¿qué quiso decir Rajoy
cuando dijo que AENA gestiona 27 aeropuertos en España y que sólo había
conflictos en el de Barcelona? ¿Tal vez quiso decir que Catalunya es
conflictiva?
Yo le puedo responder que si los datos de los que disponemos
no avergüenzan a un gestor responsable y equitativo, que en este caso es el
Gobierno Central, apaga y vámonos.
Y acabaré este capítulo con lo que casi me atrevo a definir
como una anécdota: ¿somos todos conscientes de que entre las dos principales
capitales del Estado, Madrid y Barcelona, no existe, cuando ya casi finalizamos
el primer cuarto del siglo XXI una autopista que nos comunique? ¿Alguien puede
imaginarse que entre Nueva York y Washington, o entre París y Marsella, no
existiese una vía de comunicación con las características propias de una
autopista?
Ruego que si alguien me lo puede explicar lo haga a la mayor
brevedad posible, porque mi propia explicación no me atrevo ni a publicarla por
no correr el riesgo de ser tildado de catalán y catalanista obcecado.
Tampoco me extenderé en los peajes de las autopistas
catalanas vs. los de la Comunidad de Madrid, por poner un ejemplo, porque tal
vez lo más importante no sean los peajes si no las autopistas y autovías que se
construyen por toda España sin necesidad absoluta de las mismas y, claro está,
siguiendo el modelo radial, centralista por tanto, del Borbón que precedió al
actual en la numeración felipista (el mismo Borbón que en 1714 quiso aplastar
Catalunya). Y lo mismo podríamos decir de la red del AVE, que por citar otro
ejemplo morirá en la frontera portuguesa porque los lusos ya han dicho que
ellos, en la actual situación financiera de su país, no peden financiar la
llegada del AVA a Lisboa.
Y por cierto, y ya que hablamos de infraestructuras de
comunicación terrestre: ¿quién pagará los extraordinarios fracasos de las
autovías que rodean Madrid? ¿No pretenderán que la aportación de fondos
catalanes sea más alta para cubrir las pérdidas que ha originado una nefasta
planificación del sistema radial, otra vez radial, madrileño, verdad?
¿Y el Corredor Mediterráneo? Lo que nadie discute como una
prioridad económica de España de primera magnitud se diluye cuando el Gobierno
Central llega a plantearse realizar un Corredor Central en vez de el del
Mediterráneo, que lógicamente pasaría por Madrid después de nacer en Algeciras
y para ir a morir dios sabe dónde en la frontera francesa junto al País Vasco
(y que el Gobierno francés ya declaró que si quieren que lo hagan, pero que en
cuanto llegue a la frontera allí muere porque ellos no lo quieren ni falta les
hace que discurra por esa zona geográfica).
Imagino que no es necesario citar que la más alta
concentración de personas y de la producción económica se sitúa en esa franja
de costa mediterránea que va desde Almería hasta Girona, desde los tomates de
El Ejido y hasta el cava del Ampurdán, y no desde ahora, sino desde que el mar
es mar y la península es península.
Cambiemos de tercio.
¿Encajamos en España ante el proceso recentralizador que
estamos sufriendo desde que el P.P. gobierna en mayoría o con coaliciones y
experimentos de gaseosa barata con su marca blanca, C’s? Coaliciones, digámoslo
alto y claro, que se extienden a un moribundo PSOE y a un descafeinado, por
utilizar un término prudente, PNV.
Actualmente, el Gobierno Central asume, invade, usurpa,
reconquista,… competencias que habían sido transferidas, semana sí y semana
también, confirmando a todo el que quiera ver con claridad la realidad que su
propósito es deshacer el Estado de las Autonomías que se construyó, con acierto
en ocasiones y desaciertos otras veces, en épocas anteriores a las de su desgraciada
mayoría absoluta rajoniana alimentada por la gran teta aznariana, que bebe y se
alimenta de las fuentes neo o postfranquistas.
Nuevo cambio de tercio (mejor sería decir ejemplificando el
último punto).
España, desde el inicio de la democracia en 1978, ha sufrido
y padecido 7 (siete) Planes de Educación. Sí, lo he dicho bien: siete Planes de
Educación.
¿Es posible un encaje de Catalunya en un país cuyos
políticos son incapaces de pactar sobre temas de capital importancia como es la
Educación de sus niños y jóvenes? ¿Puede encajar la moderna e ilustrada
Catalunya en una nación de naciones –concepto/invento discutible por otra
parte- capaz de pactar la educación de sus cachorros en función de sus
intereses políticos y económicos? ¿Es posible aceptar que debemos convivir con
un Estado que desea, mediante la Educación, adiestrar y adoctrinar a sus
jóvenes en el pensamiento único para garantizarse sus objetivos de casta?
Difícilmente Catalunya puede estar ahí, o por lo menos, yo ahí no me veo.
Ahora deseo personalizar en este aspecto concreto y vital,
desde mi puntote vista, porque he titulado esta reflexión bajo el título de
¿Por qué yo iré a votar y votaré SÍ el 1-O?
La última aberración en política de Educación nacional que
me hemos oído todos los que tenemos la oreja atenta, es al Ministro Wert decir
en el Parlamento o Asamblea Nacional que “hemos de españolizar a los niños
catalanes”.
Este sujeto, que si vuelvo a nombrarle será bajo el adjetivo
de “El Innombrable”, se permitió decir semejante sentencia en un Pleno
parlamentario, y no sólo no sonrojó a la Cámara, excepto a los parlamentarios
catalanes no adscritos a los partidos de la derecha recalcitrante y más
reaccionaria, sino que fue ovacionado por la bancada popular, dejando así
meridianamente claro que ese era uno de los objetivos del Gobierno de la
nación.
Y, por supuesto, olvidó (decidió olvidar sería más correcto)
que el modelo de inmersión lingüística de Catalunya de los últimos 30 años ha
funcionado maravillosamente bien, hasta el punto de que se puede afirmar sin
miedo alguno a caer en el error que esas generaciones de jóvenes que
aprendieron y se formaron bajo ese espíritu dominan, hablan y escriben,
correctamente tanto el castellano como el catalán.
Concluyo este apartado manifestando que Catalunya
difícilmente puede encajar en ese marco de convivencia que pretende España, o
la España que domina el P.P. y sus allegados.
Creo firmemente que para liberarnos de una de las plagas más
importantes que hemos sufrido en los últimos años, y que persigue enquistarse
caso de que no lo haya logrado ya, como es la corrupción institucionalizada, es
indispensable para construir un nuevo Estado independiente.
Soy consciente de que de forma instantánea los unionistas y
españolistas saltarán para recordarme a los Pujol, Millet, Montull y el 3%, y
poca cosa más, aunque bien es cierto que eso ya es mucho. Pero creo que se me
debe admitir que eso es prácticamente nada comparado con lo cientos de casos de
corrupción que se han destapado en España, y en zonas como Valencia y Andalucía
principalmente.
Y aún así creo que el “quid” de la cuestión no está en
listar los casos de corrupción y las personas corruptas que los acompañan, si
no que el meollo es que España es un país en que me atrevo a decir que “tolera”
esos casos como un mal intrínseco al quehacer político (porque ni siquiera los
persigue: observemos detenidamente las actuaciones del P.P. y las de sus
principales líderes como Rajoy -“Sé fuerte, resiste, Bárcenas”-, Santamaría,
Cospedal, Hernando, Barberá (DEP), Cifuentes,… por no citar el escandaloso caso
del Ministro pseudocatalán Fernández Díaz y su famosa frase de “y ahora que
hemos acabado con la sanidad catalana, ¿por dónde seguimos?” y su policía política con la Operación Catalunya),
mientras que Catalunya está plenamente dispuesta a erradicarlos y cortarlos por
lo sano, como lo demuestra el escarnio público al que todos los catalanes hemos
sometido al exPresident Pujol y toda su familia, así como a Millet y allegados,
Montull e hija, Mas y algunos de sus consejeros y empresarios cercanos, y la
vergüenza que todos hemos padecido y hemos reconocido públicamente.
España no quiere cambiar y Catalunya sí desea cambiar y,
además, rápidamente.
Catalunya desea instituciones públicas y privadas
transparentes, eficientes y libres de corrupción, con un sistema legal que
funcione con agilidad y libertad (sin interferencias políticas), con Jueces y
Fiscales que entiendan y veneren la separación de poderes, y con un sistema
fiscal ecuánime que no perjudique a la mayoría para beneficiar a una minoría
perfectamente identificable.
Catalunya desea que la famosa frase de “todos los españoles
somos iguales frente a la Ley” sea cierta, y España parece divertirse marcando
diferencias de forma constante y permanente (Cristina de Borbón y Urdangarín,
tal vez el ejemplo más flagrante).
Catalunya desea ser una República y España quiere mantener
el Reino.
Catalunya no quiere una Monarquía que no la representa, que
fue puesta a dedo por el Dictador, con elun antecesor numérico del actual Rey,
Felipe V, que es el que quiso aniquilar nuestro país.
Catalunya quiere y ama el progreso y España desea conservar
sus prerrogativas, esas que benefician a una capital centralista y a unas
clases pudientes que aspiran a serlo más cueste lo que cueste y le pese a quien
le pese (no hace falta más que recordar la amnistía fiscal del Ministro
Montoro, decisión propia de las épocas del medioevo).
Podría relatar infinidad de circunstancias más por las que
creo que el encaje de Catalunya con España es imposible, y es por ello que creo
en la independencia y en la creación de la República Independiente de
Catalunya, pero debería extenderme en exceso y correría el riesgo de que ni
amigos, ni hermanos, ni conocidos, ni siquiera aquellos con los que no me entiendo
en exceso, pero que aprecio, se abstuviesen de leerme, y en algún otro sitio,
que no en esta reflexión, he dicho que cualquiera que escribe aspira a ser
leído, y el que mantenga lo contrario comete falsedad.
Es por ello que cerraré mi reflexión con una argumentación
de orden sociológico que se inspira en la lectura de un enorme artículo (o así
a mí me lo parece) del escritor Xavi Molins.
Dice Molins que en política siempre se han diferenciado dos
grandes bloques, la izquierda y la derecha., pero que en la realidad los dos
bloques deberían denominarse progresistas y conservadores.
Explica que por conservadurismo se entiende el pensamiento
político en el cual las leyes o reglas marcan el comportamiento de los
individuos.
Y se entiende por progresismo el pensamiento político en el
cual el comportamiento de las personas marca las leyes o reglas.
Un ejemplo, continúa, de organización conservadora son las
religiones, donde los individuos deben comportarse como indican sus libros
sagrados. Y por muchos años que pasen las leyes son inmutables, y deben ser las
personas las que se adapten a ellas y no al revés.
Un ejemplo de organización progresista serían las empresas,
donde sus políticas internas y sus maneras de actuar se adaptan a las conductas
de los individuos (en el lanzamiento de productos o servicios, por ejemplo). Es
decir, los reglamentos y leyes de las empresas de adecuan al mercado y no al
revés.
¿Qué es mejor, ser progresista o conservador? Pues ni lo uno
ni lo otro. Ser una cosa o ser la otra no es más que una elección personal, y
eso no hace que una postura o elección sea mejor que la otra. Es, simplemente,
nuestra forma de entender el mundo y, en consecuencia, cómo pensamos que deben
organizarse las sociedades.
Y, sin embargo, lo que sí parece cierto es que la
convivencia entre estas dos formas de entender la vida no puede ser fácil.
Nunca será fácil.
Y si partimos de la evidencia de que Catalunya es
progresista y España es conservadora, concluiremos que nuestra convivencia no
es fácil, incluso a veces imposible.
¿Por qué el autor y su pensamiento, que yo suscribo, dicen
que España es conservadora y Catalunya progresista?
A ver si el ejemplo que sigue contesta a la pregunta
formulada.
En España se dice constantemente que el Referéndum del 1-O
es ilegal porque la Constitución así lo dice. Es prueba inequívoca de
conservadurismo, pues hay reglas que hay que seguir, y las personas nos hemos
de adaptar a lo que dice la regla, la ley, en este caso la Constitución de
1978.
Sin embargo, en Catalunya el apoyo a un Referéndum de
autodeterminación es del 80%, lo cual manifiesta que un progresista siempre
está en disposición de reescribir las leyes en el caso de que sea necesario, y
en esta ocasión el cambio o reescritura de la Constitución queda sobradamente justificado
cuando un 80% de la población catalana así lo demanda. l
La conclusión es meridianamente clara: el choque entre la
España conservadora y la Catalunya progresista es evidente, incluso más, es
inevitable.
Es la lucha entre los que no quieren cambiar nada contra los
que quieren cambiarlo todo si es que es preciso. Es la dicotomía entre el que
desea conservar lo que tiene y el que quiere cambiar lo necesario para
progresar.
Por eso, el famoso encaje Catalunya-España o viceversa
siempre ha fracasado y siempre fracasará.
¿Qué los conservadores pueden evolucionar hacia un cambio
que permita la convivencia? ¿Difícil? No, imposible. Totalmente imposible.
Nunca un conservador aceptará que las reglas de juego puedan
cambiar por que para él son verdades irrefutables (como la Constitución, las
costumbres, las leyes no escritas,…). Lo inamovible si cambia pasa a ser
obsoleto, y eso es inaceptable para un conservador.
¿Y que un progresista se reconvierta en un conservador?
Imposible a todas luces. Aceptar que hay barreras que no se pueden traspasar,
que hay leyes que no se pueden cambiar o modificar, lugares por los que no se
puede pasar, es totalmente inasumible por un progresista, que está siempre en
disposición de cambiarlo todo.
Es muy difícil que ambas sociedades se entiendan. Es
prácticamente imposible.
Catalunya es un país de pactos y de acuerdos porque toda la
vida la hemos dedicado al comercio. Y hemos comerciado por todo el
Mediterráneo, con romanos y cartagineses, con fenicios y egipcios, con griegos y
árabes, y la cultura del pacto está anclada en nuestro ADN.
Pactar significa que cuando yo negocio contigo y te pido 10
y tú ofreces 8, cerramos el acuerdo en 9, y si no es así encontramos un camino
intermedio y en paralelo establecemos y cerramos reglas y comportamientos que
regirán en nuevas negociaciones que emprenderemos en el futuro no muy lejano, o
incluso lejano.
España (tal vez sería mejor decir Castilla, pero vamos a
obviar ahora mismo ese matiz) y los españoles son conquistadores, que es una forma
de ser totalmente contraria al pacto. Ellos llegaban a una tierra nueva y la
conquistaban, ¿cómo?, por la fuerza del que tiene las armas.
España abordaba (término extraordinariamente preciso, me
parece a mí) un nuevo territorio y decidía las leyes y las reglas, sin tener en
cuenta ni interesarse por las que regían en esas tierras, y si no estaban de
acuerdo los pasaban por las armas (y si lo estaban, también, no sea que
molestasen en un futuro) y san se acabó. Es la ley del más fuerte llevada a sus
últimas consecuencias.
Y no hay más que ir a la historia para comprobar cómo les
fue.
Con la pérdida de Cuba y las Filipinas se cerró “el Imperio
donde nunca se ponía el sol”, porque el pueblo, esas otras comunidades
sometidas por las armas, decidieron no aceptar por más tiempo ni las leyes ni
las reglas que les habían impuesto, y que por supuesto eran inamovibles,
irrevisables, porque eran las Tablas de la Ley. Y España y los españoles lo
perdieron todo, como ahora perderán a Catalunya, y muy posiblemente en un
futuro perderán al País Vasco, porque esa forma de interpretar la realidad está
también arraigada en su ADN.
Una de mis hermanas, que sabe de mi preocupación (al igual
que mis otros hermanos) por este tema del encaje entre mi país y el de los
vecinos, me remite, justo antes de publicar en mi blog esta reflexión, una
sentencia del Tribunal de La Haya de 22 de julio de 2010, que creo vale la pena
tener muy presente dado el actual estado de las cosas en España y en Catalunya:
“Declaramos que NO existe en derecho internacional
ninguna norma que prohíba las declaraciones unilaterales de independencia.
Declaramos que cuando hay una contradicción entre la legalidad constitucional
de un Estado, y la voluntad democrática, prevalece esta segunda, y declaramos que,
en una sociedad democrática, a diferencia de una dictadura, no es la Ley la que
determina la voluntad de los ciudadanos, sino que ésta es la que crea y
modifica cuando sea necesario la legalidad vigente”.
La entrada en vigor de esta sentencia del Tribunal de La
Haya obligó a Serbia a abandonar Kosovo.
Concluyo mi (larga) reflexión: si a todo lo mencionado
anteriormente, y otras muchas cosas que se podrían mencionar, añadimos estas
reflexiones finales, el encaje entre dos sociedades que piensan de forma tan
diferente llegaremos fácilmente a la conclusión de que nuestra convivencia es
imposible.
Por tanto sólo queda un camino: la separación de las partes,
o lo que es lo mismo, la independencia de Catalunya.
Y para acabar como empecé, es por estas razones y otras
muchas que me obligarían a escribir durante varias horas más y asumir mayores
(porque con este largo escrito ya asumo muchos) riesgos de no ser leído por
nadie (porque a fin de cuentas, ¿a quién le interesa mi pensamiento, salvo a mí
mismo?), decía que es por estas razones por las que yo votaré el próximo
1-O, y votaré Sí a la independencia de Catalunya (y tal vez, y lo deseo de corazón, con España
podamos en el futuro ser unos muy buenos hermanos).
Paco Riera.
P.D.: Esta es mi reflexión personal ante los momentos
históricos que estamos viviendo y viviremos en las próximas semanas, tal vez
meses, tal vez algún o algunos años, y que creo que de forma inevitable nos
llevará a separarnos de una España que no cree ni apuesta por el futuro, sino
simplemente por el mantenimiento del “status quo”.
Antes de hablar de lo más importante para mí, quiero
regresar al inicio, cuando mi amigo decía y dice que a él le gusta pensar, y yo
dije, inmediatamente después, que a mí también.
Espero haber cumplido con mi objetivo, que no es ni era otro
que pensar sobre una decisión que nosotros, los catalanes, y sólo nosotros,
hemos de tomar en breve. He leído y releído hasta la saciedad mi escrito, antes
de publicarlo y remitirlo a mis conocidos y amigos, cosa que haré ahora mismo,
para cuidar mis palabras y no ofender ni molestar a nadie, pero quiero dejar
aquí escrito que si a alguien finalmente
he ofendido o molestado con mis opiniones, aquí y ahora mismo presento
mis más sinceras disculpas.
Pero no quiero olvidar lo más importante: yo tengo una
preciosa nieta que es castellano manchega de nacimiento y de madre, de familia
materna muy arraigada a Castilla y a los que quiero y adoro porque a parte de
ser mi familia son gente noble, generosa, inteligente y solidaria, pero mi
nieta también es catalana por parte de padre, que es mi segundo hijo, por lo
que su primer apellido es catalán, y todo ello va a comportar, en mis
pensamientos y actuaciones, que en ningún momento y ocasión aparezca en mi
mente prejuicio alguno ni pensamiento que me aleje de ellos, porque si al final
tuviese que decidir, cosa que no entendería entre gentes civilizadas, antes
elegiría mi familia por que ellos son mi auténtica patria, por encima de
cualquier otra tierra o bandera que pudiese distanciarnos, a pesar de que yo
soy de los que cree con absoluta firmeza que la pertenencia a una tierra y el
amor por la misma jamás puede separar, si no más bien al contrario, debe unir y
une porque la diversidad es fruto de riqueza y crecimiento intelectual y
personal.
Y lo dicho anteriormente sirve exactamente igual para mi
nieta mayor, fruto de la unión de mi hijo primogénito con una excelente mujer
de orígenes andaluces, malagueños para más señas, establecidos y arraigados en
Catalunya desde hace décadas, lo cual los hace tan catalanes como yo mismo
porque aquí viven, aquí trabajan y aquí lograron y logran los sueños de su vida
profesional y personal.
Con un fuerte abrazo a todos y el deseo que de se entienda
mi pensamiento, y caso contrario dispuesto a debatir, siempre en la línea del
diálogo civilizado que a mí se me ha negado y a muchos otros catalanes como yo
también por parte del Gobierno Central y del partido en poder, el P.P., que
estoy, como digo, dispuesto a debatir cualquier ida por muy distinta, diferente
o dispar que sea de las mías.
Y finalizo manifestando de nuevo que quiero que quede esto (lo dicho en el párrafo
anterior) con una claridad absoluta, al igual que quiero dejar con la máxima
evidencia posible que en estos momentos históricos de mi país, en donde el
Estado Central y el Gobierno del P.P. nos están sometiendo a un acoso
antidemocrático y carente de cualquier legitimidad, que mi grito es fuerte y,
tal y como hemos dicho centenares de miles de catalanes los últimos días,
proclamo con libertad, consciencia, con orgullo y sin violencia, ¡¡¡ VISCA CATALUNYA LLIURE !!!