martes, 31 de octubre de 2017

Greguerías de un inconformista (XXVIII).

 
Esta noche viajaba oníricamente por Australia.
En mis sueños el continente isla era enorme. Mucho más grande de lo que es en la realidad, que es inmenso.
Yo observaba, pues de eso se trataba mi viaje.
Observé una enorme diversidad de animales, y entre ellos destacaban los menos conocidos para un europeo, como los canguros,, walabíes, koalas, vombas, ornitorrincos,…
También observé aborígenes, humanos de raza blanca rozando lo albino y otros simplemente rubios, gente del color del café y otros de la mostaza, gentes de procedencia india, china, de Filipinas y de Sudáfrica, de rasgos malasios, vietnamitas,…

Pero lo que me llamó poderosamente la atención es que los únicos que se miraban y observaban con cierto disgusto o reserva, reticencia, lejanía, desconfianza, incluso rechazo cercano al aborrecimiento y al desprecio eran los seres racionales, porque los irracionales no es que se miren u observen mal, sino que es que ni siquiera se miran.
Y si se miran puede detectarse sin excesivo esfuerzo una mirada cordial y una amabilidad próxima a la complacencia, incluso con el pobre ornitorrinco, que en su empeño por la diversidad, la heterogeneidad y la pluralidad ha logrado ser un mamífero semiacuático con cuerpo parecido al del león marino pero que resulta enano en la comparación, que pone huevos y que tiene pico de ave, cara de pato, y aspecto de reptil.

Sólo los llamados seres humanos racionales somos capaces de crear de la diferencia la enemistad y el rencor que deviene en repudio del otro y de todo su entorno.

lunes, 30 de octubre de 2017

Greguerías de un inconformista (XXVII).


(Dedicada a una amiga que siento que me quiere y que se enamoró del término despaciosidad).

El silencio también es espacio.
Y espacio es libertad.
Mi amiga está en silencio absoluto y oscuro, porque la luz está en su interior.
Cuando regrese me enseñará nuevas libertades.
La espero en un silencio expectante, porque mi silencio es ruidoso porque es de ilusión, pero debo apaciguarlo para que sea sereno, porque la serenidad requiere y aporta paz.
Paz que es pausa.
Paz que es reflexión y después meditación.
Paz que es inacción y oscuridad.
Paz que es respiración y quietud.

Busco mi otredad y ésta precisa de la ausencia de angustias y ansiedades.
Te espero.
 

sábado, 28 de octubre de 2017

Greguerías de un inconformista (XXVI).

 
Me preguntaba una amiga si ya me había instalado en la nueva habitación en mi casa, y le respondí que todavía no porque las adecuaciones que estoy haciendo en mi próximo habitáculo me las tomo con mucha despaciosidad, para aprender a vivir con ella y disfrutar en mayor medida de la vida.
Ella me contestó que le gusta el término despaciosidad y que a ella le entusiasma combinar la despaciosidad con la celeridad.
Despaciosidad.
Término inexistente en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
Sin embargo sí existe celeridad, demostrando una vez más que hasta el Diccionario vive a sentencia de la vida misma, al dictado de sus leyes.
Mi amiga me dice que despaciosidad es término de mi imaginación y que le encanta porque le transmite espacio en el movimiento.
Espaciosidad, que tiene una letra menos que despaciosidad, sí existe, y significa anchura, amplitud.

Pienso que despaciosidad transmite tranquilidad y sosiego y eso sí lo busco desde que abandoné la celeridad y agresividad de la publicidad, y pienso también que la despaciosidad se mide en función de la especificidad de cada uno: la tortuga de la fábula de Esopo es más rápida en su carrera que la liebre (que se entretiene en la burla de su competidora), o la tortuga y el talón de Aquiles, que por mucho que corra y se esfuerce, siempre llegará rezagado una diezmiltrillonésima fracción de segundo (y no por malgastar energía maldiciendo a Zenón de Elea) respecto de su contrincante, según nos explica Augusto Monterroso.
O como dice el refranero, “no por mucho madrugar amanece más temprano”.
Y también, “vísteme despacio que tengo prisa”.

La despaciosidad la aprende uno.
La celeridad te la demandan los demás.
La despaciosidad relaja.
La celeridad exige.

lunes, 23 de octubre de 2017

Greguerías de un inconformista (XXV).

 
Había una vez un avestruz que se olvidó de volar y decidió, mientras contagiaba su fobia aérea a sus semejantes, dedicar todos sus esfuerzos a la noble tarea de conseguir que su estirpe fuese tan famosa como la de sus parientes lejanas las cigüeñas que traen a los niños de París, y así se labraron un lugar en la historia y pasaron a la posterioridad.

Y fue entonces cuando se puso a pensar qué podía hacer.

Y mientras pensaba y se atribulaba por la falta de ideas que surgían en su minúscula cabeza se deprimió y hundió la cabecita que acogía su cerebrito en la tierra, y al sacarla al rato para respirar cayó en la cuenta de que allí permanecía el agujerito redondo y que por tanto acababa de inventar el juego del golf.
Se alegró tanto que salió corriendo a grandes zancadas para comunicar su invento a todos los avestruces de Africa y del mundo entero, y mientras así lo hacía iba construyendo agujeritos redonditos con su pequeña cabeza que se iban llenando de grupos de humanos que con un palito intentaban meter una bolita en sus agujeritos.
Eso era señal inequívoca de que su invento era un gran acierto, porque incluso llegó a ver equipos de televisión y locutores de radio con micrófonos en sus manos siguiendo a aquellos humanos que con su palito daban golpes a las pelotitas para meterlas en los agujeros que con su cabeza había fabricado, y cuando lo lograban se abrazaban y se besaban y parecían todos muy dichosos.

Pero la historia no siempre es justa, a veces incluso es injusta, y al avestruz nunca le fue atribuido el invento y es por eso que todos los avestruces siguen hoy en día haciendo agujeros redondos con la cabeza en la tierra, y algunos desalmados dicen de ellos y ellas que lo hacen para esconderse y así no enfrentarse a la realidad, cuando lo que hacen es persistir en la reclamación de la autoría de su invento, invento que les permitiría pasar a la posterioridad.

viernes, 20 de octubre de 2017

Greguerías de un inconformista (XXIV).

 
Estuve observando durante un buen rato y muy atentamente a un pavo doméstico que se paseaba por su corral pavoneándose con la cabeza muy erguida y exhibiendo su pecho henchido de soberbia.
El pavo se dio cuenta de mi insolente observación y, tras detenerse frente a mí y mantener un cara a cara intenso y de mirada fija y persistente, me espetó: “Sí, no te quepa ninguna duda. El máximo exponente de la elegancia masculina lo inventé yo: la corbata”.

martes, 17 de octubre de 2017

Greguerías de un inconformista (XXIII).

 
La prudencia en el habla es el arte de callar y guardar silencio cuando hay que decir cosas y manifestar opiniones, pero consideras que no es momento oportuno para ello.

Sin embargo, yo pienso que ese callar y silenciar tu voz ni es arte ni nada que se le asemeje, porque no es más que una sumisión, exigencia y/o esclavitud de raíz burguesa que sólo atiende a la estupidez de los considerados buenos modales, como por ejemplo la discreción.

lunes, 9 de octubre de 2017

Greguerías de un inconformista (XXII).

 
En un momento de la noche cerrada,
cuando los sentidos confunden el atardecer y el amanecer
y el cuerpo que los cobija desconoce si finaliza la fatiga y el desfallecimiento 
o despierta la plenitud física y el fortalecimiento,
te decía en silencio, ribereña,
que nunca olvidaré tu piel de porcelana,
ni tampoco la falsedad de tus palabras agazapadas en las cuencas negras de tus ojos
y escondidas en las cenizas negras de tu corazón quemado.
Me he despertado con la boca muy seca de costra de baba acumulada en mis labios
y un enorme desorden de arena en mi alma escasamente serena.

Y en ese preciso momento he recordado aquella canción que grita en un susurro caliente 
que si alguien te engaña y te dice te quiero echa leña al fuego y empieza de nuevo.

Greguería de un inconformista (XVIII-bis).

 
El 27 septiembre de 2017, mi amiga Carola Ribas escribió en respuesta a mi “Greguería de un inconformista (XVIII)”, el siguiente pequeño texto:

“Pues yo creo que no estás solo!!!
Un abrazo,
CR.”

Y yo me atrevo a responderle hoy, 08.10.17, una vez releído su breve texto:

Cuando apunta el alba,
cuando muere el sol,
cuando la lluvia empapa la tierra,
cuando el barro cubre los pies descalzos,
cuando la niebla ciega la vista,
cuando las almas de los muertos vagan en la atmósfera,
cuando nace el fruto de la huerta y los frutales se pueblan de flores de vida, cuando canta la cigarra y trabaja la hormiga,
cuando la golondrina vuela rasante y su baba fabrica el nido,
cuando la escarcha moja mi sexo,
cuando el corazón de una mujer se desboca en mi lecho,
cuando la mariposa cosquillea en mi oreja,
cuando un mosquito rompe mi sueño,
cuando la nieve rasga mi vista y la fiebre aturde mi mente,
…entonces sí estoy solo.

Pero se, y no olvido, que tú y otros muchos que me queréis estáis ahí, junto a mi corazón aturdido.

Y no sabes el calor cálido que recorre mi cuerpo entero y mis entrañas que yo mismo extraño!!!

martes, 3 de octubre de 2017

Greguerías de un inconformista (XXI).


Hoy puede que greguería un poco intempestiva.

El día de hoy, 3 de octubre de 2017, día en que los laboriosos catalanes decidimos hacer un paro general o huelga total, al Rey de España se le ocurre trabajar (según ya corre en el imaginario humorístico popular), aunque haya sido por poco más de cinco minutos.
Y lo ha hecho emitiendo un discurso en el que nos ha dado la patada final a los catalanes, y patada sin una sola referencia a casi los novecientos heridos o perjudicados por sus fuerzas de seguridad, fuerzas que no son suyas si no del partido en el poder, porque como bien es sabido por todos él no pinta ni en el discurso de Navidad, uno de los pocos, por cierto, días en los que trabaja.

Borbón, adiós, y hasta nunca!!!

Greguerías de un inconformista (XX).


Catalunya hizo este pasado domingo, primero de octubre de 2017, el más bello y puro ejercicio de democracia desde los tiempos de la antigua Grecia.

Sócrates, Platón, Aristóteles, y otros muchos grandes filósofos que hoy en día ya no son estudiados por nuestros infantes gracias a la actual democracia incautada por partidos como los que abundan en España, pudieron observar a un pueblo votando contra todos los elementos, como la lluvia, la falta de medios, la carestía de las más elementales comodidades, los muchos medios represores de un Gobierno antidemocrático, la violencia indiscriminada (contra abuelos y abuelas, disminuidos físicos y psíquicos, gente noble y gente de extracción popular, apellidos gentilicios y apellidos del vulgo, razas y culturas y religiones diferentes,…) contra aquellos que sólo desean ejercer la potestad de determinar y decidir su futuro, y aún así no pudieron evitar que la determinación y la convicción de un pueblo  les derrotase, porque su estupidez innata, aprendida y consolidada les impide saber que ese pueblo, el que pacíficamente decidió ejercer sus derechos por encima de cualquier circunstancia, ya había ganado su contienda y había derrotado a los que no saben ni quieren entender de libertades.

¡Viva el pueblo y viva la democracia!
Ejemplos como el ofrecido por el pueblo catalán, diverso por sus muchas procedencias internas y externas, escriben con letras de oro las páginas de la historia.