Señoras y señores del Partido Popular:
Me gustaría pedirles estas Navidades que me obsequien con un
regalo.
Es muy sencillo y poco costoso para ustedes.
Por favor, PROHÍBAN algo más, que tengo mono de
prohibiciones.
¡No es que me gusten, que no me gustan, las prohibiciones
digo, es que las necesito para vivir!
Sobre todo porque me encanta saltarme sus prohibiciones,
incumplirlas, sentirme como un infractor, un poco como un ladronzuelo, como
aquel personaje de Quevedo que tanto nos hacían estudiar en la Esuela porque
era literatura de la buena, no como “El tirant lo blanc” de un pagés que se
llamaba Juanot y tenía apellido de pueblo el muy desgraciado (Martorell, creo),
porque me siento rejuvenecer, como cuando mi padre me prohibía fumar y yo lo
hacía a escondidas y luego masticaba un paquete de chiclés entero para que él
no notase en mi aliento que yo había fumado.
Esa sensación de mentir e incumplir me hace sentir de nuevo
joven, vivo, revolucionario, mi riego sanguíneo aumenta y yo vibro como una
lagartija en plena vida.
Y como ustedes son especialistas en prohibir (abortar, reunirse,
manifestarse, tener ideas propias, ser separatista o independentista,
discrepar, comulgar con otros criterios que no sean los suyos, crear, no ser
religioso, mear fuera del tiesto –aunque toda España mea fuera de la taza-,
estudiar humanidades, defender lenguas propias, tener costumbres y tradiciones,
no amar la Fiesta Nacional –aunque yo amé y amo a ese toro enamorado de la luna
al que cantó el poeta que ustedes no amaron nunca-, no sentir como propio el
Himno Nacional ni la Legión,…) les ruego PROHÍBAN muchas más cosas para que yo
pueda esforzarme en no cumplirlas y así sentirme diferente de todos ustedes,
que son ricos en robar y en corrupción y en alienar todo con lo que se cruzan,
y eso, eso es precisamente lo que a mí no me gusta ni me place.
Y si no pueden ustedes hacerme este regalo, les ruego
trasladen mi petición al Rey de España, de la España Una, Grande y Libre, ese
Monarca que no ha elegido nadie, salvo un sujeto denominado Francisco Franco
Bahamonde de gran recuerdo para su partido, porque seguro que su Majestad sí
podrá, porque hasta consigue evitar que su cuñado y su hermana estén en la
cárcel, y manda huevos (perdón por la expresión, pero como que son huevos
reales espero se me perdone) conseguir eso porque miren que han hecho méritos
sobrados para ello.
No quiero molestarle más, señoras y señores del Partido
Popular, ya que tengo el convencimiento de que atenderán mi humilde solicitud
(porque en el fondo no les pido más que lo que hacen habitualmente, por lo cual
es fácil deducir que no les es en exceso costoso), y por ello paso sin más a
desearles unas muy felices Navidades, al tiempo que les mando un fuerte abrazo.
A la espera de sus noticias, reciban mi más cordial saludo.
Paco Riera.
P.D.: Me permito alguna sugerencia, con el único propósito
de ayudarles en la elección de sus prohibiciones: ¿qué tal prohibir los
castellers, o los caganers (es fácil que varios de ustedes salgan en los
pesebres catalanes con el culo al aire y un cagarrito junto al mismo, y eso
sería feísimo), o la escudella, o la crema catalana (dejen la crema a solas,
que será más sencillo, pero que esa colonia abandone el apellido “catalana”), o
los panellets ( con lo fácil que sería decir “dulce de mazapán”), o que se yo,
prohíban el nombre Barça y obliguen a que se llame como debe ser, Club de
Fútbol (¿a qué viene esa memez de Fútbol Club?) Barcelona, que queda como dios
manda, ¡carajo!
Son sólo sugerencias sin ánimo de molestar, sino de ayudar y
facilitar su trabajo.
Sé que lo sabrán entender correctamente y sin necesidad de
acudir a Jueces y Fiscales, creo, porque esos ya están saturados con
Puigdemonts y Junqueras y Forns y Romevas y Forcadells y Jordis y, sobre todo,
con los que vendrán nada más acabar con la tontería esa del 21-D.
No molesto más, que ya me he extendido en demasía.
Saludos de nuevo y felices fiestas.
Estoy muy ilusionado por ver qué prohíben para hacerme
feliz.
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