miércoles, 28 de marzo de 2018

La bibliotecaria y la cobra.



Una bibliotecaria asmática pudo descansar al fin el día que, en uno de sus paseos por el parque de la ciudad cercano a la Biblioteca donde ejercía sus funciones y que le ayudaba a airearse un poco del viciado ambiente propio de los locales cerrados donde se apilan y conservan cantidad ingente de libros, manuscritos, documentos, mapas y papiros, amistó con una cobra que por allí zigzagueaba a la caza de algún pequeño roedor para saciar su apetito. Amistaron rápido porque la bibliotecaria comprendió que allí tenía una posible forma de disminuir su sufrimiento diario. Amistaron tanto, decía, que la bibliotecaria convenció a la cobra para que fuese su compañera en la Biblioteca municipal, donde gozarían de la recién creada amistad y la cobra podría satisfacer sus necesidades alimenticias sin problema alguna  con extrema facilidad.
La función de la cobra consistiría en pasearse sin descanso entre los bancos de los numerosos lectores que todos los días visitaban la Biblioteca evitando las muchísimas rupturas del silencio, obligado en toda Biblioteca, por algunos de los visitantes que cuchicheaban en exceso, y que perjudicaban de manera notable la necesaria concentración de los silenciosos en la lectura.
Así que la cobra pasaba el día entre las bancadas de la Biblioteca municipal emitiendo su característico SSSHHHHTTTT ¡ en cuanto empezaba a oír los bisbiseos de algunos, y la bibliotecaria podía descansar de aquello que tanto la fatigaba a consecuencia de su asma.

Pero ocurrió que, de cuando en cuando, la cobra desaparecía por espacio de alguna semana, y eso preocupaba a la bibliotecaria porque deseaba ver a su amiga y la ausencia de ella la obligaba a ser ella quien emitiese el SSSHHHHTTTT ¡ con las funestas consecuencias que ello representaba para su asma.

Nunca supo a qué se debían esas ausencias, a pesar de que con el paso de los años observó que descendía el número de asistentes habituales a la Biblioteca municipal al tiempo que aumentaba el número de ratones que en los atardeceres y anocheceres campaban a sus anchas royendo algún que otro documento y cazando algún que otro insecto despistado.

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