lunes, 26 de febrero de 2018

Greguerías de un inconformista (XLVIII).



Las cigüeñas traen los niños de París.
Lo sabemos todos desde tiempos inmemoriales.
Pero lo que no sabíamos es que antes de ir a buscar a nuestras crías, y precisamente por ello, tienen las suyas una vez se han instalado según el método okupa en campanarios, Iglesias, torres, incluso en postes eléctricos como los que observo en el trayecto de Madrid a Tarancón que recorro cuando voy a explicarle a mi nieta Susanita el por qué de su nombre.

Y pienso entonces que los humanos queremos ser cigüeñas porque también ocupamos pisos para dar cobijo a nuestras crías, crías que ya no vienen de París porque ahora las cigüeñas las traen de Sudamérica y también del norte de África, y por eso no conocen el champagne ni el croissant, y además nunca volarán porque bastante tienen con esforzarse en conservar el piso y poder llevar al mismo algo de comida.

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