jueves, 21 de junio de 2018

La araña.



Una araña teje su vida en mi balcón mientras yo busco la textura de la mía entre mis ausencias.

martes, 12 de junio de 2018

Algún libertinaje político.



Lo que subyace en el pensamiento de la derecha es el sometimiento del otro en beneficio propio, y con esa idea jamás podré comulgar.

lunes, 4 de junio de 2018

Sinfonía nocturna.



Chirrió la puerta de la habitación y luego calló con un quejido silencioso y lastimero.
Un fantasma levantó un rumor de sábanas blancas y roídas de antigüedad y el polvo de ceniza se esparció a su antojo y sonrojo por una libertad no conquistada ni legitimada.
El ambiente de la estancia se heló y después se congeló.

Mientras, yo, echado en mi cama, sentí un sudor frío en mi pecho e inmediatamente después un calor húmedo entre mis piernas.
El goteo de mi orina hirió los listones de madera vieja y de barniz escaso de mi habitación, que se manifestaron con levísimos quejidos de humedad que molestaban su sequedad.

Un gorrión perdido y desheredado trinó triste al amanecer, y un gallo cantó cocoricó al caer de la lluvia mientras otro le respondía desde la ladera contraria con un kikirikí.
Un macho de gato prostituyó el amor de su gata y ella maulló su desamor y su dolor.

Todo enmudeció con la quietud de un sol que apareció y envió pìnceles de colores con una fina lluvia que quería pintar los campos de esperanza y color.
Como en muchas ocasiones desde que partió, el manso y tranquilo verde y el agitado y revoltoso rojo nublaron de nuevo mi vista y las cuencas cansadas de mis ojos se hartaron de la plenitud de la soledad.

martes, 15 de mayo de 2018

Amor blanco, rojo y verde.


Amor blanco, rojo y verde.

Volvía a casa.
Más o menos a las 14 h. del mediodía español.
Circulaba por Ur, Población francesa (aunque junto al cartel de entrada al pueblo reza Municipo Català) anterior a Enveitg, que es donde vivo, y entre ambos pueblos nos separan unos tres o cuatro kilómetros a lo sumo.
Veo a lo lejos una autoestopista. Una macha roja y azul tejano. Tez pálida, aunque eso lo observo cuando decido detenerme para acogerla en mi auto.
Joven. Delgada. Pequeña. La mochila abulta mucho más que ella, pero la sostiene y coge con firmeza.
Sube agradecida al coche y una enorme sonrisa de perlas blancas me deslumbra mientras un rayo de sol del color del cobre rojo se estrella contra mi pecho. Me indica a dónde va, pero yo no oigo, no comprendo nada, y pienso que la desilusiono cuando le digo que voy a Enveitg, a unos pocos centenares de metros de donde la he recogido.
Por decir algo le he preguntado su nombre, pero no he entendido nada porque su nombre lo ha pronunciado en una lengua desconocida para mí, y yo empezaba a situarme en un estado cercano al catatónico.
Además hablábamos en francés.
La sangre se me apelotonaba en las sienes y fluía mucho mas rápido desde que descubrí, unos segundos antes, que sus ojos era verdes y ondulantes como un alga marina.
Gesticulando con unas finas manos que parecían alas de una tórtola rubia, luminosa, espléndida, jovial, radiante y feliz me preguntó si hablaba castellano y yo les respondí con estúpidos balbuceos y haciendo esfuerzos considerables por centrarme en la conducción que mi lengua materna es el catalán y el castellano la de mis estudios.
Y entonces, ella, la sin nombre, la sin destino conocido para mí, empezó a hablarme en un catalán delicioso y melodioso, catalán de palabras de miel y aromas de tomillo y hierbabuena, y yo solo supe preguntarle que de dónde era.
Suecia, dijo, mientras despedía destellos de esmeralda de unos enormes ojos verdes y pestañas largas de un rubio de plata y marfil.

Ya estábamos en Enveitg.

Habían pasado tres segundos, tal vez tres minutos, seguro, eso sí, tres instantes de almíbar y siseo de abeja de vitalidad de reina.
Paré el coche para que descendiese. Yo seguía narcotizado. Ausente. Superado.
Y se fue con su mochila a buscar a otro transportista con una sonrisa que bailaba en todo el valle y su media melena compitiendo con un sol algo mortecino de primavera de lluvias y nieves. Y su piel blanca blanquísima suplicando protección.

Ya en mi casa caí instantáneamente en la cuenta de que este mediodía se había subido a mi coche un ángel.
Salí corriendo alocadamente para recuperar el coche y buscarla y acompañarla al fin del mundo o al infinito celestial.
Ella era un ángel y yo no me di cuenta hasta pasado un tiempo irrecuperable e imperdonable.
Ya en la carretera ella no estaba.
Entonces recordé una frase que ella había dicho en nuestra breve conversación, cuando le indiqué que en muy poco tiempo la abandonaría, al llegar a la próxima población, Enveitg: “No importa. El camino se hace poco a poco, lentamente. Pero yo estaré en mi casa volando, en un suspiro de tiempo”.
Era un ángel y yo me enteré tarde, demasiado tarde, muy tarde. Ya había volado. Ya debía estar en su hogar.

Ahora que han pasado unas horas y he tranquilizado mi espíritu pienso que me quedan dos opciones: maldecirme por no haberla identificado antes, o pensar que solo algunos pocos somos los escogidos para ser visitados por ángeles blancos, rojos y vedes que despiden armonía, belleza, alegría, paz, tranquilidad y bondad.
Optaré por la segunda opción, porque así me lo enseñaron los ángeles de mi vida, ¡pero maldita sea mi estampa!

domingo, 22 de abril de 2018

La elección del nuevo Rey de la Selva.



(Dedicado a mi queridísima amiga de cabecera, asesora y consejera de escritura Gloria Fuertes, mujer de verso en pecho y alma pura e infantil como la de una niña pícara, pero bondadosa como el dulce de mazapán de las fiestas entrañables).

Me explican algunos animales que frecuentan mi casa, como hormigas, mosquitos y moscas, cucarachas, abejorros gordos y, sobre todo, muchos pájaros de plumas negras y blancas, de picos amarillos y naranjas y rojos, y de vientres plateados, rojizos y multicolores, que el marketing llegó a la Selva estas pasadas semanas, cuando finalizaba el invierno y asomaba tímidamente la primavera.
En lo más profundo de la Selva, en un lugar inhabitado y poco accesible a la especie humana, se celebró el I Concurso Mundial para el nombramiento Oficial del Rey de la Selva.
Vamos, que los animales decidieron que eso de que el León sea permanentemente el Rey de la Selva había llegado a su fin.
Vamos, que cada año se celebrará un Concurso donde se valorarán los méritos, bondades y atributos de todas las razas de animales y se escogerá al nuevo Rey de la Selva.
Confían en poder celebrar anualmente el Concurso, porque este año han carecido de sponsorización y lo han tenido que financiar entre todos, a pesar de los problemas que planteó el León, que desde un buen principio se negó, aunque al final recapacitó y aportó algunos potentes rugidos para dar el pistoletazo de salido al Certamen sin demandar a cambio ningún tipo de contraprestación.
El conjunto de los animales de la Selva decidieron por unanimidad que el Jurado del Certamen estaría compuesto por siete miembros, por aquello de que el siete es número mágico en muchas culturas, y que uno de sus miembros sería el Secretario del Jurado y sería el encargado de elevar Acta del resultado final de las votaciones. Y el Jurado estaría compuesto en su totalidad por Lechuzas, por su capacidad para observar todas las cosas, hasta sus más mínimos detalles, al girar sus cabezas 360º.
El Jurado suplente o reserva, caso de disputas o incapacidad para la toma de decisiones de las Lechuzas, lo formarían siete Búhos, por sus muy similares características morfológicas.

Abrió el Certamen el Rey, el León, que además de rugir más fuerte que nunca paseó su melena al viento selvático demostrando su enorme belleza y el poderío de su extraordinaria musculatura. Solo cometió el error de comerse en público a una presa que previamente liquidó de un par de dentelladas, lo cual resultó muy desagradable para todos los asistentes, que eran multitud.

Tras el León compareció el Elefante, se paseó por el escenario con su lentitud característica, aireó sus orejas y mostró su descomunal envergadura, aspiró con su trompa el terreno por el que caminaba y la elevó para mostrarla en su esplendor, pero no cayó en la cuenta de que enseñaba una multitud de heriditas algo sangrantes en la punta de la misma a causa de su búsqueda imparable de frutos de las altas copas de los árboles, y ello no puntuó a su favor porque daba un poco de asquito sobre todos a los animalitos pequeñitos y jovencitos.

Después apareció la Jirafa, quien paseó altivamente su altura y esbeltez, pero fue descalificada por unanimidad del Jurado, porque en su presuntuosidad se calzó con zapatos de tacones para ser todavía más alta, y el Jurado entendió que una tramposa en ningún caso puede ser nombrada como Rey de la Selva.

Desfiló el Cisne, pero olvidó que la Selva todavía es una sociedad machista, y su excesiva apariencia femenina lo condenó a no superar la fase de clasificación y quedó descartado como finalista.

Con un ruido de mil par de narices, y nunca mejor dicho, hizo presencia en el desfile el Rinoceronte, lució su cuerno único como si de un Unicornio se tratase, pero una Lechuza del Jurado, algo conservadora, púdica y chapada a la antigua, avisó de que si era escogido Rey de la Selva, y condiciones aparentes atesoraba, podría ser un fiasco tremendo ya que los humanos buscan hacerse con su cuerno para convertirlo en un polvo al que atribuyen poderes afrodisíacos. Fue eliminado a pesar de sus tremendas protestas, que tampoco jugaron a su favor porque fueron algo estridentes y poco propias de la serenidad de un auténtico Rey.

Apareció en la pasarela como por arte de magia el Pavo Real, henchido su pecho, con un caminar lento y elegante, alas medio extendidas en señal de mesura, y luciendo una cola de enormes plumas de publicitario ególatra preciosa, colorista, erecta, impactante, pero hete aquí que la Lechuza que había sido nombrada Secretaria del Jurado le arrancó en su desfilar una pluma del centro de su cola porque carecía de estilográfica para redactar el Acta del Jurado. Tal vez el robo y el agujero que ocasionó justo en el centro de la hermosa cola del Pavo Real hubiese podido pasar desapercibida, pero el grito histriónico y desmedido  del bello Pavo Real le delató, y lució una cola amputada y capada y una cabeza ya de por si pequeña medio gacha que le impidió ser finalista del Concurso. Se marchó del Centro de Convenciones selvático entre lloriqueos afectados que confirmaron al Jurado que su descalificación era más que correcta.

Muy lentamente, extraordinariamente lento y pausado, surgió nadie sabe de dónde el Perezoso, y dijo antes de cansarse y dormirse, que él era el nuevo Rey de la Selva, porque no hacía nunca nada y aspiraba a hacer todavía menos (puso algún ejemplo, pero no voy a citarlos porque todos sabemos lo que hacen los Reyes y las Reinas y, por tanto, es innecesario) salvo a ganarse el derecho a ser servido, mantenido y atendido por todos, porque esa es condición inherente de un verdadero Rey. Se durmió colgado de una rama con su brazo y mano prensil y costó esfuerzos brutales descolgarlo y enviarlo de nuevo a la Selva, pues quedó evidenciado que no podía ser Rey quien se duerme en eventos de vital importancia, como el de su posible nombramiento.

A continuación apareció un Asno de tamaño mayúsculo, pero casi antes de iniciar su rebuznar, ya que apreció que los últimos candidatos justificaban con un discurso su candidatura, el Jurado observó que ceceaba y le aconsejaron que tal vez fuese mejor para sus intereses personales, y también para los generales, sentarse en la silla de la consulta de un logopeda antes que en el Trono de Rey de la Selva, donde su ridiculez en la expresión y en el habla lo ridiculizaría a él mismo y por ende a todos sus votantes.

Casi de forma inmediata le siguió en el desfile de Candidatos el Burro Catalán, pero fue excluido del Concurso de forma inmediata porque estaba más preocupado en maquillarse y acicalarse pintándose la bandera catalana en su cuerpo que de cualquier otra cosa, y el Jurado convino que parecía más una Cebra-Payaso que un Burro auténticamente catalán.
Un Perro empezó su desfile convencido de que el simple hecho de que su verdadero nombre fuese el de Can y de que su principal función era la de ser cancerbero de cualquier cosa que tuviese entrada, y la Selva seguro que la tenía, le otorgaría el título de nuevo Rey de la Selva, pero una anciana Lechuza concluyó su examen del animal con la afirmación de que era una animal disléxico por un motivo de suma importancia: el perro está más atento de ser más fiel a un ser humano que de ganarse la fidelidad de todos los animales, y ese detalle le imposibilita totalmente para ser nominado como Rey de la Selva. Fue descalificado fulminantemente, mientras otros miembros del Jurado le afeaban también la gran cantidad de especies que presenta su estirpe hasta el punto de que muchos sino presentan pedrigrí no valen ni para animales de compañía porque son desestimados por los hombre.
Se fue el pobre con las orejas gachas y la mirada triste a lamer la mano de su amo.

El tema estaba derivando hacia una situación difícil cuando apareció en el escenario un magnífico Gallo de colores vivos y divinos, cabeza alta, cresta inhiesta y rojo rubí, pico largo y afilado, patas amarillas con uñas poderosas como garfios y espolón criminal que infundía respeto, y miró de ganarse el apoyo del Jurado y todos sus asistentes cuando a pleno pulmón cantó Cocoricó-Cocoricó haciendo temblar las ramas de los árboles donde escrutaban serias las Lechuzas. Parecía que la Gran Esperanza, el Gran Candidato, se podía apuntar una victoria inapelable cuando todos sus congéneres allí concentrados para llevarlo en volandas hacia la victoria cantaron Kikirikí-Kikirikí unos y Cocoricó-Cocoricó los otros manifestando una desunión evidente que hizo que el Jurado eliminase del Campeonato al compungido Gallo, porque qué cantaría y a quién contentaría entre los de su propia especie si era elegido Rey de la Selva.

Por el mismo motivo se descalificó a quien siguió al Gallo, una magnífica Hiena, que causó enorme desazón cuando no se supo si reía con un ¡Jajajaja! o con un ¡Hahahaha!.

Todos los asistentes se quedaron estupefactos cuando en la siguiente candidatura se comprobó que quien se presentaba era una Gallina, a quien así bautizaron en su día, hace ya muchos y muchos años, porque todos dieron por supuesto que su principal característica era la cobardía, y de ahí la exclamación de “¡Eres un gallina!”
que se lanza y dirige contra quien se muestra cobarde y pusilánime, casi melifluo, ante situaciones que presenta la vida.
Pero se le dio una opción cuando manifestó plena de convencimiento que ella era la Gallina que Huevos de Oro ponía.
La instaron a que depositase en el escenario del desfile un Huevo de Oro, pero salió de cáscara y de color blanquito el primero, de cáscara y de color rosadito el segundo, de cáscara y repleto de pecas de tonalidades ocres el tercero, y para más INRI de la Gallina todos se rompían al caer al suelo ridiculizando su enorme vanidad gallinácea, que se las tuvo y se las vio para desaparecer del escenario porque sus patas estaban pringadas de la masa de la clara y la yema mezcladas patosamente en torno a sus patas.

Y siguió el desfile de candidatos con una Liebre, que fue descalificada antes de sprintar un poco por el escenario porque por chula perdió una carrera con la Tortuga, que prudentemente ni se presentó al Concurso, por una diezmilmilmillonésima de segundo, tal y como nos explicó el maestro del cuento breve Augusto Monterroso.

El Chimpancé, que de tanto hacer monerías cansó sobremanera al Jurado y a los espectadores, además de tener los dientes sucios y el culo también, porque no se los lava prácticamente nunca, y el Orangután, que sólo estaba pendiente de ver entre los espectadores a Jane Goodall (especialista mundial en chimpancés, no en orangutanes, pero qué más, todo son primates) para preguntarle si lo hacía bien y por ello desatendía las indicaciones de los organizadores y del Jurado.

Infinidad de Pájaros de divertidos y llamativos colores acudieron y se presentaron al Concurso, pero ni siquiera se admitió su participación porque al Jurado le pareció que gustan más de volar, incluso de emigrar, que no de sentarse en el trono de Rey de la Selva, que requiere de permanecer allí entronizado.

Hasta un Canguro se presentó, pero fue descalificado porque ama la estepa y no la Selva y temieron que caso de ser escogido como Rey de la Selva le pasase como al Papa Francisco, argentino de la pampa desubicado en el Vaticano.

También apareció un Ornitorrinco, pero lo enviaron de nuevo a su territorio austral por estafador e imitador incorregible, ya que quiere ser varios animales en uno y eso es inaceptable y carece del respeto y orgullo obligado de un Rey de la Selva.

Parecía que aquello no tenía fin, me refiero a las candidaturas imposibles de competir con éxito, cuando de repente apareció una Hormiga asegurando que su fuerza era descomunal, porque pesaba menos de un gramo ella sola era capaz de levantar su propio peso más de un centenar de veces (o algo parecido dijo la articulada), pero el Jurado rió, y creo que la ofendió, porque consideró que era ambigua, dado que a veces volaba y otras no, y además era sumisa y esclava y con ciertas tendencias transexuales porque desfilaba en fila india como deseando ser otra cosa diferente de su condición.

Y cuando el desánimo cundía entre Organizadores del Certamen, Jurado y espectadores, de golpe y porrazo apareció la Pulga.
Hizo unas cuantas cabriolas por el estrado, saltó con una agilidad digna de encomio, se mostró libre como un pájaro ligero, desparramó paz como la paloma de Picasso, arte en sus gráciles movimientos como Messi cuando juega al fútbol, haciendo lo más difícil extremadamente fácil, no se le observó soberbia alguna ni vanagloria en sus movimientos y desplazamientos, cuando quiso demostró su propia invisibilidad  y cuando lo deseó se manifestó con un breve y profundo picotazo en las alas de las Lechuzas que componían el Jurado, brincó y saltó y se elevó y descendió como un acróbata oriental del “Cirque du Soleil”, la intentaron cazar de distintas formas y siempre reapareció invicta, vivita y coleando, y con una sonrisa victoriosa en su faz, se escondió y no se la encontró y de nuevo apareció, y finalizó con un triple mortal de espaldas sin red para sentarse en el Trono del Rey de la Selva.
Las Lechuzas del Jurado tuvieron que desenroscar su cuello porque no giraron 360º sino vaya usted a saber cuánto giraron, y los espectadores necesitaron ayuda de los servicios médicos y de asistencia para cerrar sus babeantes bocas.
La pregunta nadie la formulaba, pero era evidente que flotaba en el ambiente: ¿estaban ante el nuevo Rey de la Selva?
Deliberaron.
Deliberaron las Lechuzas.
Deliberó el Jurado.
Y una voz serena se impuso a las otras que todavía sentían el impacto de la actuación de la Pulga, y así dijo: “Escuchemos el que podría ser su discurso de entronización caso de que definitivamente la nombremos nuevo Rey de la Selva”.
Todo el Jurado coincidió en que era lo más pertinente, por lo que así se lo comunicaron a la Pulga, que solicitó pronunciar su discurso desde el Trono y le fue, sabiamente, denegado. Bastaba con un atril cualquiera para que pronunciase su discurso.
La pulga cogió el micrófono a tal efecto dispuesto y así habló:

“El Elefante , que es muy grande, se siente el Rey de la Selva, pero ante el Rey León se somete y le obedece.
El Rinoceronte luce un solo cuerno como su gran patrimonio, pero sucumbe ante el hombre que se lo extirpa para satisfacción de aquellos que buscan placer en sus polvos afrodisíacos.
La Liebre es capaz de perder su poder en una distracción porque se considera tan superior a la constancia de la Tortuga que al final cae derrotada.
La Hormiga es muy fuerte, ciertamente, pero tiene tendencias a abandonar su raza de naturaleza terrestre y hacerse de otra que es voladora.
El Gallo carece de personalidad, a pesar de su gallardía y belleza, porque desconoce como debe manifestar en público su autoridad.
El Perro ha olvidado que la fidelidad la debe mostrar a sus orígenes y no a su amo, por lo que cayó en la esclavitud y el sometimiento.
El Asno alcanzó el poder en algún país pequeño y con escasas aspiraciones éticas y morales, y así les luce el pelo.
La Gallina ni es de Oro, ni de Plata ni de Bronce, por lo que no puede aspirar a liderar nada y a nadie, y su vanidad es un escándalo porque encima es una cobarde reconocida mundialmente.
El Pavo Real que se dedique a la publicidad porque todos los Creativos esconden un pavo real en su ser, y es allí donde tal vez se encuentre a gusto y viva feliz.
El Perezoso sólo duerme. La Jirafa es tramposa. El Asno catalán no une sino que separa. La Hiena huele mal y es bipolar porque no sabe si ríe o llora.
 Y no sigo porque ninguno de los candidatos que aquí han concurrido merece ser nuestro Rey de la Selva.
Todos son unos mediocres, y algunos de ellos llegan a ser Jefes porque ambicionan el poder, y si es preciso, son dóciles y sumisos frente a los más poderosos que ellos, que siempre los hay, porque lo que  desean por encima de todo y de todos es su poder personal.
Yo, sí estoy capacitada para ser el Rey de la Selva.

Porque soy la que tengo más talento y aptitudes, y yo nunca he deseado ser Jefe porque eso, como ya he dicho, es para los mediocres.

Yo soy libre y habito y domino lo que me da la gana sin aspavientos, sin demostraciones y sin ostentar ninguna Jefatura.

Me hace fuerte no mi musculatura sino mi agilidad, contrariamente al rugido del León, a la potencia del Elefante, a la fuerza del Orangután, a la velocidad del Guepardo, a la capacidad del Tigre para dominar su habitat,  a la belleza del Cisne o del Pavo Real, al vuelo de los Pájaros o al caminar lento y difícil de las Aves, y no presumo de la fuerza de las Hormigas ni de la capacidad de incordio de las Moscas, Mosquitos y demás Insectos.
Yo no muestro nada de todo eso porque no me es necesario para reinar.

Yo soy el nuevo Rey de la Selva”.

El discurso de la Pulga causó un impacto brutal.
El silencio en la Sala de Congresos del Certamen se podía cortar con un cuchillo mal afilado.
Los ojos de los espectadores sufrían enormemente porque no pestañearon ni una sola vez durante el discurso de la Pulga.
Zumbaba un ruidito sordo y constante en el ambiente, que insinuaba claramente y con una seguridad transparente y apabullante que todos los asistentes se encontraban ante el Nuevo Rey de la Selva.
Solo faltaba el pronunciamiento de los miembros del Jurado, que en aquel mismo instante estallaron en un cerrado, fuerte y unánime aplauso que fue seguido por la totalidad de los asistentes.
La emoción inundaba la Sala.
Los vítores a la Pulga eran constantes y sonantes.
La Pulga había tomado de nuevo asiento, altanera y orgullosa, en el Trono del Rey de la Selva, como quien no quiere la cosa.

Dos ordenanzas portaban la enorme Corona de Oro sobre una bandeja asimismo de oro amarillo reluciente como el sol para coronar a la Pulga en cuanto el Presidente del Jurado diese la orden definitiva de entronización al tiempo que sonaba la música con el Himno de la Selva sonando con todos sus decibelios.
Todo estaba ya solemnemente preparado para la coronización de la Pulga como Nuevo Rey de la Selva, cuando la Lechuza mas anciana del Jurado pidió la palabra y solicitó Reunión de Urgencia y a puerta cerrada de todos los miembros del Jurado. El Presidente le concedió cinco minutos para que expresase lo que desease y exigió asimismo la presencia del Secretario del Jurado por si era necesario recoger en Acta lo que allí se debatiese. Y desfilaron de su palco de honor, ante una cierta sorpresa y estupefacción general, para reunirse en la intimidad de la estancia casi estanca de una enorme secuoya y así debatir entre ellos sin observación alguna desde el exterior.

Y allí, cómodamente instalados, los miembros del Jurado esto oyeron de la Lechuza decana como consecuencia de su enorme ancianidad:

“Debemos meditar profundamente la decisión de nombrar a la Pulga como nuevo Rey de la Selva.
La decisión es trascendental y no podemos cometer error alguno, ya que errar comportaría gravísimas consecuencias para el Gobierno de la Selva.
Fijaros, honorables miembros del Jurado: he tenido que utilizar estos prismáticos que me acompañan para poder ver a la Pulga sentada en el Trono de Rey de la Selva dado su minúsculo tamaño, que roza la invisibilidad propia más de una bacteria que de un animal de la Selva. Y aún así he podido observarla con grandes dificultades.
He pensado que, a pesar de que eso no lo hemos comprobado todavía, pero es fácil concluir que no me equivoco, que en cuanto nuestros ordenanzas le coloquen en su cabeza la Corona, la misma será más una cárcel para la Pulga que una Corona, porque es mil veces más grande la Corona que todo el pequeño cuerpo de la Pulga.
Y eso es bastante ridículo para todo un Rey de la Selva, aunque podríamos superarlo si basamos su reinado en sus extraordinarias dotes de mando y liderazgo.
Pero creo que no es el caso, porque he meditado sobre el contenido del discurso que nos ha dirigido, y resulta tremendamente contradictorio: ¿puede alguien que no desea ser Jefe, de nadie y de nada, ser Rey de la Selva?
Me temo que la respuesta es contundente: NO.
Por tanto, y dado que ya he consumido el tiempo que la Presidencia del Jurado me ha concedido para mis reflexiones en voz alta, propongo desestimar la entronización de la Pulga como nuevo Rey de la Selva y posponer este I Certamen de Elección al próximo año, y eso nos concederá un período de tiempo sensato para que los candidatos preparen a conciencia sus candidatura y nosotros fijemos con mayor mimo y esmero las condiciones mínimas imprescindibles para poder presentarse”.

Se produjo un breve murmullo entre los asistentes a la reunión, unos manifestando su posición favorable a la reflexión de la Lechuza anciana, otros preocupados por las consecuencias de comunicar a los espectadores allí presentes y al resto de habitantes de la Selva que el Certamen-Concurso quedaba vacante, otros manifestando dudas y más dudas tanto por lo uno como por lo otro, pero finalmente se impuso el sentido común, que dice que si el convencimiento sobre la decisión a tomar no es total, mejor posponer la decisión, trátese de lo que se trate.
Así que el Secretario del Jurado levantó Acta Oficial en la que se manifestaba que el Concurso quedaba VACANTE y se detallaba el por qué de la decisión de forma metódica y rigurosa.

El Jurado regresó a su Palco de Honor, y desde allí el Presidente comunicó oficialmente la resolución adoptada tras sus deliberaciones a todos los asistentes, a los corresponsales extranjeros y a los medios de comunicación, entre los que se encontraban las televisiones, las radios, los rotativos y los medios surgidos de las nuevas tecnologías de la información.

La reacción de todos fue comedida y comprensiva, como corresponde a un pueblo maduro y a un país confiado en que las decisiones de sus Jueces son las correctas, las más sabias y las que imparten verdadera Justicia, y al fin y al cabo un año pasa muy deprisa y en un plis-plas se volverían a encontrar de nuevo en aquel lugar de la Selva para elegir nuevo Monarca y en las mejores condiciones para una elección acertada para el Gobierno de la Comunidad de la Selva.

Solo se oyó algún gritito discrepante por parte de la decepcionada Pulga, que en un pequeño ataque de ansiedad intentó picar a todos los que se cruzaron para saludarla y animarla a presentarse el año próximo, pero su reacción histérica fue rápidamente sofocada por el personal de seguridad y no hizo otra cosa que confirmar que aquel ejemplar selvático no podía acceder al Reinado de la Selva.


Así que el Rey León sigue reinando en la Selva por lo menos durante un año más, y Gloria y yo mismo abandonamos el papel y el lápiz con el que hemos narrado esta historia del Primer Certamen-Concurso Mundial para la elección del nuevo Rey de la Selva, no sin antes mirarnos, guiñarnos un ojo repleto de complicidad, dejar volar una risita pícara pequeñita y divertida, y sentarnos tranquilamente, cogidos de la mano, en el jardín de mi casa teñido de césped verde y con vistas a las cimas nevadas de la Cerdanya para disfrutar de los primeros rayos de sol de esta recién estrenada tardía primavera, mientras nuestros oídos perciben a lo lejos el rugir sereno, pausado y algo cansado del Rey León, el Rey de la Selva.

domingo, 8 de abril de 2018

Ocho de abril de 2018



Llueve en la Cerdanya.
Llueve en Barcelona, me dicen mis amigos.
Intuyo que llueve en Tarancón y en toda España.
Es una lluvia mansa, cadenciosa, casi caliente, pero sobre todo es lluvia fértil, es lluvia de vida, de flores y manzanos y ciruelas y cassis y rosales que apuntan ya la floración. Es lluvia de hierba fresca y verde mar.

Susan y yo bailamos de alegría. Susan y yo deseamos que llueva toda esta  semana que en Castilla empieza mañana y en nuestra tierra empieza hoy.
Es la lluvia de nuestra fertilidad, es la lluvia de nuestro amor, es la lluvia de nuestros cuerpos unidos en la procreación. Es la lluvia de la generosidad y la entrega, es agua dulce del amor y agua salada de los amantes. Es lluvia de fuego de la corteza de los eucaliptos de la Casa Grande de Cabrils y de la arena de la orilla de la playa de los Palomares y del mar Mediterráneo. Es lluvia de llar de foc y cremat de ron y granos de café.

Hoy nuestro Hijo Aleix cumple treinta siete años. Y el miércoles su hija Susana, que ya no es Tutana, que ya es Susana Riera y sabe que luce con orgullo taranconero el nombre de su avia que se lo prestó porque la abuelita tiene otro que es Amor, cumplirá seis años llenos de la generosidad de sus padres que la recibieron de los suyos. Y el domingo próximo Jerónimo cumplirá treinta y nueve años. Y los dos, nuestros dos hijos, se empaparán la cara con el agua de la lluvia y la mezclarán con sus lágrimas de amor porque dirigirán su rostro al cielo para besar a su madre que estará bailando, sonriendo, besando, danzando, amando…

Y seguirá lloviendo lentamente toda la semana, porque el Amor se propaga y se contagia y se desprende y se recoge y se percibe y se devuelve.

Y Susan y yo seguiremos bailando, sonriendo, besando, danzando, amando…

miércoles, 28 de marzo de 2018

La bibliotecaria y la cobra.



Una bibliotecaria asmática pudo descansar al fin el día que, en uno de sus paseos por el parque de la ciudad cercano a la Biblioteca donde ejercía sus funciones y que le ayudaba a airearse un poco del viciado ambiente propio de los locales cerrados donde se apilan y conservan cantidad ingente de libros, manuscritos, documentos, mapas y papiros, amistó con una cobra que por allí zigzagueaba a la caza de algún pequeño roedor para saciar su apetito. Amistaron rápido porque la bibliotecaria comprendió que allí tenía una posible forma de disminuir su sufrimiento diario. Amistaron tanto, decía, que la bibliotecaria convenció a la cobra para que fuese su compañera en la Biblioteca municipal, donde gozarían de la recién creada amistad y la cobra podría satisfacer sus necesidades alimenticias sin problema alguna  con extrema facilidad.
La función de la cobra consistiría en pasearse sin descanso entre los bancos de los numerosos lectores que todos los días visitaban la Biblioteca evitando las muchísimas rupturas del silencio, obligado en toda Biblioteca, por algunos de los visitantes que cuchicheaban en exceso, y que perjudicaban de manera notable la necesaria concentración de los silenciosos en la lectura.
Así que la cobra pasaba el día entre las bancadas de la Biblioteca municipal emitiendo su característico SSSHHHHTTTT ¡ en cuanto empezaba a oír los bisbiseos de algunos, y la bibliotecaria podía descansar de aquello que tanto la fatigaba a consecuencia de su asma.

Pero ocurrió que, de cuando en cuando, la cobra desaparecía por espacio de alguna semana, y eso preocupaba a la bibliotecaria porque deseaba ver a su amiga y la ausencia de ella la obligaba a ser ella quien emitiese el SSSHHHHTTTT ¡ con las funestas consecuencias que ello representaba para su asma.

Nunca supo a qué se debían esas ausencias, a pesar de que con el paso de los años observó que descendía el número de asistentes habituales a la Biblioteca municipal al tiempo que aumentaba el número de ratones que en los atardeceres y anocheceres campaban a sus anchas royendo algún que otro documento y cazando algún que otro insecto despistado.