miércoles, 2 de julio de 2014

Crónica escandalizada de El Grito de la Lechuza.

 
La Lechuza estaba tranquilamente posada en la rama observadora de su árbol cuando yo fui a visitarla ayer por la noche.
Mi intención era tan simple como conocer su estado ánimo, y sobre todo, su visión de los últimos acontecimientos de nuestro mundo humano que no plumífero.
Observé una mirada melancólica de Lechuza entristecida, comprobé ciertas turgencias abochornadas en su robusto pico lechuguino, noté plumas envejeciendo por canas imposibles de disfrazar y esconder, y confirmé esas malas impresiones cuando conseguí arrancar un solo comentario de su voz en hilo que a duras penas surgía de su vocalidad.

Y eso me dijo y esto transmito, textualmente:
“El argumento exculpatorio que la defensa de la Infanta Cristina acaba de presentar en los Juzgados es que la señora tiene escasos conocimientos de fiscalidad y que la economía doméstica era dirigida por su esposo Iñaki Urdangarín.
Como Lechuza que ya ni grita ni berrea porque me asola la tristeza confío en que el abogado de la Infanta, Miquel Roca i Junyent, fracase al igual que ya hizo con su Partido Reformista para más gloria de esa España que es Una, Grande y Libre y que a mí me la trae cada vez más al pairo”.

Y ya no conseguí sonsacarle ningún comentario más, porque cerró los ojos, suspiró y se durmió.
O hizo ver que dormía para que yo la dejase en paz con sus cavilaciones.

2 comentarios:

  1. Pues mira, al pájaro este (y no hablo de la lechuza...) me lo imagino yo meando (uy, perdón, orinando y migitando) de todas esas formas que se te ocurren y con las que nos "deleitas" en el artículo y comentario anterior...
    Aunque, si lo pienso bien, con esa falta de imaginación que demuestra en la defensa (o es un poquito de caradura también??) más bien me lo imagino meando de una sola forma: fuera del tiesto.

    ResponderEliminar
  2. Siempre meo fuera del tiesto!!!
    Es uno de esos que medra y medra y medra en la política y en la cosa común y así nos luce hoy día el pelo.
    Yo ya sólo me lo imagino, al señorito de los ojos mustios y lánguidos, caídos o
    como cansados y fatigados, debajo de mi chorrito caliente que se llama orina, y yo por redundancia meándome de la risa (ayyyy, creo que estas cosas no debo publicarlas, pero es que estoy hasta lo que hay debajo del mingitorio, o sea, hasta las pelotas de estos tipos que hace años que engordan sus cuentas corrientes simulando que velan por el bienestar de los demás). He dicho!!!

    ResponderEliminar