domingo, 6 de julio de 2014

Gitana. (Pensamientos de noche de habaneras en Calella de Palafrugell).


Yo conozco una mujer de tierra adentro que imagino en las noches de placidez de playa cimbrear su cintura de guitarra mientras eleva sus brazos al cielo y al calor  del fuego de la hoguera del ron, del fruto del café y la canela azucarada.

Es una gitana de morena piel de porcelana y besos del perfume de la rosa mosqueta y labios de la piel roja apasionada.

Mi gitana se adorna el cuerpo de baile y canta con su voz cristalina a la noche cerrada y desparrama por la arena su mirada felina de ojos caídos enamorados con el brillo de la luna lunera y cascabelera.

A esa gitana ribereña yo la deseo en la arena fina de la playa bañada por el agua del mediterráneo para besarla a la luz azul de metal bruñido de la costa del mar de mi tierra. Y buscaremos juntos su estrella, la que el Mar le concedió por su altanería de elegancia y dignidad gitana.

Quiero que baile desnuda y me salpique el salitre de su cuerpo entero para rociarla con la sal de la mar amansada de rayos de plata de luna y mis caricias de amor templado por el sol de la mañana.

Yo conozco a una mujer de tierra adentro que goza de alma y corazón de las fogatas del mar de las noches de San Juan, y que me entrega su candor en sus besos de rubí y caricias de gitana entregada con el contornear de su cuerpo que se enrosca en mi destemplado cerebro de enamorado.
Gitana de cuerpo de serpenteo como el nocturno vuelo de aleteo de la gaviota de las olas de la mar negra y oscura. Mar de petróleo. Mar de amores y sensaciones tibias de piel aceitunada.

Y cuando la luz rasgue nubes y cielos eternos amanecerá la desnudez de nuestros cuerpos de arena y sal y amor enternecido en nuestros labios pegados por una lágrima que se desplomó de nuestras pupilas hasta sellar las lenguas  de nuestros cuerpos entumecidos de nuestras humedades.

Después de cinco años de no ver tierra porque me lo impidió la guerra, que no era la de la Bella Lola, si no la de la muerte de mi amada, que no bailaba pero su melena mecía con la languidez de la mar salada, mi gitana acongoja mi alma necesitada.

Cuando haga el amor contigo, no dejes de mirarme, gitana mía, gitana ribereña, gitana de mis ensoñaciones, gitana de plata dorada por la luz platino y lejana de noche de brisa y polvo de estrellas.
Ojos de gitana. Piel de porcelana.

A ti te buscaré, sirena de tierra adentro, mientras me cantas con voz de plata una habanera, sirena.
Que tu voz no sea un lamento ni se te quiebre, sirena.
Que palpite y tiemble, mi gitana sirena, que yo nadaré entre las olas sin tristezas para quererte sin amores que lamentos penan.

Sirena de mirada gitana.
Sirena mía, amada mía.

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