Yo conozco una mujer de tierra adentro que imagino en las
noches de placidez de playa cimbrear su cintura de guitarra mientras eleva sus
brazos al cielo y al calor del
fuego de la hoguera del ron, del fruto del café y la canela azucarada.
Es una gitana de morena piel de porcelana y besos del
perfume de la rosa mosqueta y labios de la piel roja apasionada.
Mi gitana se adorna el cuerpo de baile y canta con su voz
cristalina a la noche cerrada y desparrama por la arena su mirada felina de
ojos caídos enamorados con el brillo de la luna lunera y cascabelera.
A esa gitana ribereña yo la deseo en la arena fina de la
playa bañada por el agua del mediterráneo para besarla a la luz azul de metal bruñido de la costa del mar de mi tierra. Y buscaremos juntos su estrella, la que el Mar le concedió por su
altanería de elegancia y dignidad gitana.
Quiero que baile desnuda y me salpique el salitre de su
cuerpo entero para rociarla con la sal de la mar amansada de rayos de plata de
luna y mis caricias de amor templado por el sol de la mañana.
Yo conozco a una mujer de tierra adentro que goza de alma y
corazón de las fogatas del mar de las noches de San Juan, y que me entrega
su candor en sus besos de rubí y caricias de gitana entregada con el contornear de su
cuerpo que se enrosca en mi destemplado cerebro de enamorado.
Gitana de cuerpo de serpenteo como el nocturno vuelo de
aleteo de la gaviota de las olas de la mar negra y oscura. Mar de petróleo. Mar
de amores y sensaciones tibias de piel aceitunada.
Y cuando la luz rasgue nubes y cielos eternos amanecerá la desnudez de nuestros cuerpos de arena y sal y amor enternecido en nuestros labios pegados por una lágrima que se
desplomó de nuestras pupilas hasta sellar las lenguas de nuestros cuerpos entumecidos de nuestras humedades.
Después de cinco años de no ver tierra porque me lo impidió
la guerra, que no era la de la Bella Lola, si no la de la muerte de mi amada,
que no bailaba pero su melena mecía con la languidez de la mar salada, mi
gitana acongoja mi alma necesitada.
Cuando haga el amor contigo, no dejes de mirarme, gitana
mía, gitana ribereña, gitana de mis ensoñaciones, gitana de plata dorada por la
luz platino y lejana de noche de brisa y polvo de estrellas.
Ojos de gitana. Piel de porcelana.
A ti te buscaré, sirena de tierra adentro, mientras me
cantas con voz de plata una habanera, sirena.
Que tu voz no sea un lamento ni se te quiebre, sirena.
Que palpite y tiemble, mi gitana sirena, que yo nadaré entre
las olas sin tristezas para quererte sin amores que lamentos penan.
Sirena de mirada gitana.
Sirena mía, amada mía.
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