miércoles, 20 de agosto de 2014

El Cocodrilo.



Miraba unas bonitas ilustraciones hace unos días y me ensimismé en el magnifico dibujo de un cocodrilo, y mi cabeza empezó a divagar sobre ese reptil de más de seis metros de largo y más de setecientos kilogramos de peso (no es que yo entienda mucho de cocodrilos, más bien no entiendo nada, pero es que lo ponía al pie de la ilustración).

Pensé que por qué no se llamaba Coconilo o Cocogipto porque allí, en Egipto y el río Nilo hay muchos, y antiguamente eran adorados y venerados. Pero no, le pusieron Cocodrilo, y vaya usted a saber por qué lo de drilo, ya que lo de Coco es más evidente por la gran fealdad de ese animal, como reconocen y manifiestan los naturistas. y porque de todos es sabido que a los niños que no se duermen cuando los padres quieren porque ellos desean descansar se les dice “Duérmete, niño, que viene el coco”, y el coco debe asustar y el susto debe provocar sueño. Vaya, digo yo.
He podido casi comprobar que al cocodrilo tampoco le divierte mucho que le llamen así, porque hablando con el de la ilustración me dijo que si hay quien se llama Cocó Chanel, por qué él no Coco Drilo. Y me temo que algo de razón lleva.

También a los niños se les critica porque lloran con lágrimas de cocodrilo, cuando eso es injusto porque las lágrimas de cocodrilo no son más que un espectáculo hipócrita de tristeza, y de eso precisamente los niños todavía no saben.
Y además de qué va a tener las lágrimas un cocodrilo si no son de cocodrilo, porque es evidente que no va a tener lágrimas de un loro o de un conejo o de la mula Francis.

Se dice de un cocodrilo, o lo dice el Libro de los Besos, que besa como los humanos, de frente, pero sin lengua porque carece de ella, y ahora explico algún detalle íntimo para dar fe de lo dicho.
Yo he besado a una mujer como si fuese un cocodrilo, y lo hice porque estaba avisada y porque me lo permitió, y salió bien, porque pienso que la seduje, pero resultó que este sucedáneo de cocodrilo al besarla se enamoró, y por eso ahora no sé con que lágrimas lloro su ausencia, porque no son de cocodrilo porque soy lo que se dice un humano y lo verifico al tocar mi piel y comprobar que no es ni escamosa, ni dura aunque sí algo seca, y porque mi piel vibra y se eriza porque se emociona cuando se enamora de la piel de porcelana de la hembra que me aceptó el beso, y creo que es evidente que esas no son lágrimas de la hipocresía que se atribuye a las lágrimas del reptil del que hablamos.

Se dice que la forma de neutralizar a un cocodrilo es ponerle una rama cuando abre sus fauces y así lo inutilizas.
Parece lento y ruidoso, y en realidad es rápido y silencioso, ya que esa es la estrategia depredadora que aprendió en los cursos de  marketing en Harvard, y la única forma de desactivarlo y que no te venda algo o mejor te compre que es devorándote es cuando se ensimisma en sus propias estrategias y abre la boca en señal de admiración por sus conocimientos sobre el mercadeo, y justo entonces le introduces una estaca o rama o palo grande en el interior de sus fauces y así lo inutilizas, y si eres ecologista de paso le lavas los dientes.

De repente me pareció que el cocodrilo del dibujo se movía un poco bruscamente y así era, porque volvía a estar allí el plasta de Tarzán  agarrándose como siempre al animal como una lapa y con un gran cuchillo dentado de un tipo de Albacete lo desangraba hasta acabar con él, bestia que es el hombre mono, porque el cocodrilo no tenía ninguna intención de comérselo porque padecía de una carie en un diente y las pasaba fatal al comer carne de Tarzanes o de peces o de ranas o de lo que fuese, y tenía que esperar a que se cayese ese diente y fuese sustituido por otro sano.
En disculpa de Tarzán sólo podemos decir que no era dentista y por tanto no identificaba las caries de cocodrilo.

Otro tema que molesta en extremo al cocodrilo es que a muchas mujeres les vuelva locas lucir bolsos y zapatos y otros artículos con su piel de cocodrilo, que no Coco Drilo, porque si así fuese es posible que lo tolerase mejor, y que ciertos hombres utilicen cinturones y carteras fabricada con su piel para así mostrar que tienen mucho dinero externo e interno. 
Le irrita ver que la mayoría compran su piel convertida en cosas que a ellos no les sirven para nada ya que ni se calzan ni usan bolso ni pantalones ni nada que se parezca en establecimientos que de ellos no saben nada de nada y encima son bastante impronunciables, como Loewe que a un cocodrilo le es imposible pronunciar por su falta de lengua y la especial forma de su hocico.

Y por no hablar de René Lacoste, apodado “El Cocodrilo” cuando era un tenista de la generación francesa de los denominados “Los Mosqueteros”, por lo que ya tenía apodo y no necesitaba otro, y que además de tener un nombre más cursi que un rábano tuvo el mal gusto de en su línea de ropa deportiva estampar un minúsculo cocodrilo… ¡ con la boca abierta !, como si los cocodrilos jugasen todos los días a esa estupidez de darle a una pelotita con una pala llena de hilos y hacerla pasar por encima de una red que no sirve ni para pescar.

Me desperté de mis ensoñaciones ante la ilustración cuando mis labios recordaron el sabor del beso de cocodrilo que unos días antes me regaló al aceptar mi proposición una magnífica mujer de tierras adentro pero con ríos que a lo mejor en tiempos remotos vieron tomar el sol a preciosos cocodrilos.
Seguro que así fue y por ello amó mi beso de cocodrilo, de frente y con nuestras miradas entrelazadas en lágrimas tibias de ternura.

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