viernes, 24 de junio de 2016

La nube.

 
En un cielo azul cielo, de inmaculada nitidez, luminoso,  y en el que sólo lucía un sol de yema de huevo frito, una nube solitaria intentó tapar el sol, y lo consiguió, porque el cielo y la tierra nubló.
Fueron sólo unos instantes, porque después la nube despejó algo airada, pero fueron instantes suficientes para nublar la vista, y mis ojos derramaron lágrimas azules de sol de inicio de verano.
Después, todo azuleó de nuevo hasta que el cielo descargó su lluvia cálida para reparar la visión de mis ojos cegados por su resplandor.
Yo le dediqué un guiño al cielo, y pude ver que en una esquina también parpadeaban los ojos de una pálida luna que acogía a la nube entre azúcares de algodón.

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