En un cielo azul cielo, de inmaculada nitidez,
luminoso, y en el que sólo lucía
un sol de yema de huevo frito, una nube solitaria intentó tapar el sol, y lo
consiguió, porque el cielo y la tierra nubló.
Fueron sólo unos instantes, porque después la nube despejó
algo airada, pero fueron instantes suficientes para nublar la vista, y mis ojos
derramaron lágrimas azules de sol de inicio de verano.
Después, todo azuleó de nuevo hasta que el cielo descargó su
lluvia cálida para reparar la visión de mis ojos cegados por su resplandor.
Yo le dediqué un guiño al cielo, y pude ver que en una
esquina también parpadeaban los ojos de una pálida luna que acogía a la nube
entre azúcares de algodón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario