En los últimos días me he cruzado diversos mensajes y
escritos con mi amigo Pedro L.O. sobre la democracia que nos está tocando vivir
en estos convulsos años en el mundo en general, en España en particular y en
Catalunya con especial profundidad e incidencia (hoy mismo empieza el Juicio,
político evidentemente, contra tres exrepresentantes de los ciudadanos de
Catalunya, entre ellos el propio President, por poner unas urnas para conocer
la opinión de sus conciudadanos).
Nos hemos cruzado escritos y reflexiones dos desengañados de
la democracia, de los políticos y de la Política, del sistema en su globalidad
sin que ello signifique que seamos antisistema (aunque sobre eso reflexionare
otro día, porque no sé yo si…),… y afortunadamente siempre surge alguna idea
que creo merece la pena entretenerse un poco en ella.
Concluíamos Pedro y yo mismo que nuestra actual democracia
consiste fundamentalmente en ir a votar cada cuatro años, votación que sirve
para que un Partido u otro, o la suma de varios partidos, hagan lo que les de
la gana una vez concluidas las elecciones, porque todos sabemos que las
propuestas que plantean durante la campaña no se cumplen nunca ni sirven
siquiera como referencia para su gobierno de la res pública.
Y decíamos, sobre todo Pedro, que votamos aquello que nos
permiten, y no nos dan otra opción de voto salvo la ausencia de voto, o sea, la
inasistencia a las urnas, o el voto en blanco, que es un engaño monstruoso
porque esos votos se suman a los de los ausentes geográficamente, los enfermos,
los mal censados,….
Es en este punto donde me permito esta reflexión: ¿qué tal
si se instaurase el Voto Auténtico de Castigo (VAT, para los amantes de las
siglas), que no es el voto en blanco ni la ausencia de voto, sino una lista de
personas o partidos que queremos expresamente que no nos gobiernen?
Como se instrumenta este tema ya es otro aspecto (¿listar
los 25 primeros nombres de las anteriores listas de todos los partidos que
concurrieron a las elecciones?, ¿listar todos los nombres de todos los
políticos que aspiraban a ser diputados?, ¿listar sólo a los diputados del
último Parlamento, incluidos los miembros del Gobierno y sus Directores
Generales y Subsecretarios?, ¿no citar a ninguno y dejar que los ciudadanos
elaboren su lista de vetados?, ¿vetar exclusivamente a Partidos políticos
concretos?,…) que habría que pensar con detenimiento, pero el objetivo
radicaría en que cada ciudadano pueda expresarse libremente sobre qué partidos
y qué individuos no desea que puedan optar a gobernar nuestras vidas y nuestro
futuro.
Mientras escribo estas líneas celebro en mi intimidad haber
bautizado esta serie de escritos como “Erecciones y Eyaculaciones”, porque es
muy posible que esta idea del VAT no sea más que una erección al estilo de las
“tremperas matineras” (todos los catalanes sabemos desde jovencitos que esas
erecciones no son tremperas verdaderas sino tremperas de pixera) y una
eyaculación precoz y fuera de lugar.
Pero ahí queda escrito por si alguien quiere seguir con su
propia erección y sus consecuencias siguientes.
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