Me ha llevado más de una semana escribir estas líneas, pero
debía hacerlo para expulsarlo de mis vísceras.
Tu actitud, y la de tu desconocida amiga, dejó al
descubierto toda mi vulnerabilidad.
En ocasiones, en las escasas ocasiones en las que te he
tratado, has sido capaz de conseguir que caiga en el desánimo de pensar que
acoger en tu propio hogar al prójimo sin tener en cuenta su condición es camino
inadecuado, pero afortunadamente me rehago con rapidez y enseguida vuelvo a
recuperar el pensamiento de que es decisión acertada.
Así lo hice hace unos días, y una oleada de dolor y después
de enorme alivio y satisfacción se manifestó en todo mi cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario