miércoles, 5 de julio de 2017

Erecciones (pocas) y eyaculaciones (menos) , con el permiso de Bukovski (Charles). (XXV).

 
Hace pocos días una noticia me llamó poderosamente la atención: la mejor nota de selectividad en Catalunya fue de 9,8 (sobre 10, claro está).
Pero lo realmente sorprendente es que esa nota la obtuvieron 4 personas, que, por tanto, empataron.
Pero lo realmente llamativo no es ni lo primero ni lo segundo, sino este tercer aspecto: las cuatro personas que puntuaron con 9,8 fueron MUJERES.

Se me ocurrió de inmediato pensar que esto es lo que denominamos, sin saber muchas veces que es lo que realmente decimos, la EVOLUCIÓN.

Ya con más tranquilidad reflexioné que es evidente que el macho se ha dormido, se ha adocenado en su dominio, y ello comporta el abandono de la lucha y del sacrificio, comporta el acomodamiento, el ensimismarse en su propia contemplación, mientras las mujeres trabajan, sufren, pelean y empiezan a ser conscientes de que el futuro es de quien lo persigue, y esas son ellas.

Ya más tranquilo, y convencido de que no caigo en una interpretación errónea o excesivamente puntual,  y aún desconociendo que sucedió con las notas de selectividad en el resto de España (estoy convencido que los resultados deben ser prácticamente calcados a los catalanes), pensé que debo estar a partir de ya mismo muy atento al discurrir de esta EVOLUCIÓN, con mayúsculas, del género humano, porque las mujeres tienen ante sí la posibilidad de cambiar el mundo, de cambiar las cosas y en todos sus ámbitos, porque alcanzarán el poder tanto intelectual como empresarial y por supuesto político y cultural, y en consecuencia tienen la posibilidad y la obligación de construir un mundo nuevo, más equitativo, más libre, fraterno e igualitario (recurro a la máxima republicana francesa ahora que vivo en el sur de Francia y los catalanes asomamos la nariz a nuestra propia República), desterrando para siempre la envidia, la inquina, la calumnia, la corrupción, la difamación, el ego elevado a su máxima potencia, etc, que han sido la constante durante el periodo de predominio de los hombres hasta llegar a devastar lo  social y lo político, e instaurar esta mediocridad general que hoy día impera en la globalidad del mundo.

Estaré muy atento, mujeres, porque tenéis ante vosotras una oportunidad histórica que no debéis desaprovechar.

Estaré vigilante, y con enormes deseos de aplaudir vuestro éxito vertebrado en torno a ese cambio que podéis lograr, iniciando así una era de mayor concordia y solidaridad.
Desde luego, optimismo no me falta, por lo que os ruego que no defraudéis las altas expectativas y esperanzas que tengo depositadas en vuestra condición femenina.

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