martes, 18 de abril de 2017

La observación.

 
Es evidente que la observación es una de las grandes prácticas a la que debemos entregarnos los hombres, porque de la observación extraeremos grandes enseñanzas y sabidurías.

En ocasiones, amigos míos me preguntan, entre sorprendidos y extrañados, de dónde saco yo las historias y los cuentos que narro y escribo, y también en muchas ocasiones ellos mismos se responden que de mi gran capacidad para la imaginación.
Y es entonces cuando yo les corrijo, y les digo que no, que la imaginación aporta cosas, claro que sí, pero que casi todo procede de la observación.

Y lo justifico y confirmo con un ejemplo simple, de extremada simpleza a la vez que altamente ilustrativo de lo que mantengo.
Prácticamente todos nosotros conocemos las latas de cerveza de la marca “Xibeca”, pero casi nadie ha caído en la cuenta de que impreso sobre el rojo de la lata hay un cuento que dice así:
“Cuenta la leyenda que una lechuza (xibeca*, en catalán) hechizó a una joven convirtiéndola en una bruja con fantásticos poderes. La peculiar forma alargada de la bruja Xibeca se hizo tan famosa que se cree que, años después, sirvió de inspiración a la hora de buscar un nombre para las botellas de litro de Damm.
Sin embargo, otra historia popular dice que podría ser la similitud de tamaño entre estas botellas y la lechuza la que finalmente diera nombre a esta original cerveza”.

*LECHUZA (XIBECA, EN CATALAN) f. Ave rapaz nocturna de cabeza grande y ojos grandes y brillantes con el iris amarillo, rodeados de plumas dispuestas en forma de radios.
Y junto a este texto, que consta en castellano y catalán en cada una de las latas de la mencionada marca (lo cual indica bastante sobre el cuantioso espacio de lata que el cuento ocupa) aparece el dibujo a mano alzada de una lechuza posada sobre una rama de árbol.

Es, por tanto, la observación y no otra cosa la que nos trae los cuentos allá donde estamos, aunque es bien cierto que después la imaginación suele aderezarlos como la sal, la pimientas y otras especies condimentan las viandas que acostumbramos a consumir con sumo deleite.

En consecuencia, nuestra mente tiene que estar tremendamente abierta y receptiva para recoger las historias y los cuentos que vienen a nuestro encuentro, ya que caso contrario pasan de largo sin ofrecernos la posibilidad de escribirlos y contarlos una vez salpimentados con nuestra imaginación, como es el caso del cuento de la bruja Xibeca y la cerveza Damm.

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