Veterinario

Llevaba todo el día sin encontrarme bien, con una sensación extraña en la boca del estómago que me impedía alimentarme desde hacía ya un par de días.
Sólo se me ocurría pensar que tal vez se debía a la bajada de tensión que tuve, y que en la Farmacia me dijeron que es normal en los hipertensos como yo cuando llegan las calores.
No me dejaron demasiado convencido, porque es el primer año que me sucede y ya llevo unos cuantos de hipertenso. Me medico todos los días al despertarme y al acostarme.
Por tanto, yo seguía dando vueltas buscando el origen de mi malestar.

Podría haber ido al médico, que parece lo lógico, pero soy de los que piensa que sales de la consulta médica sin solucionar el problema (hay que darle un poco de tiempo, hombre, que los medicamentos no son instantáneos!!!) y con unos cuantos más (siempre te descubren que está fastidiada otra cosa y a ti no te duele pero ellos aseguran que hay que actuar allí) que te complican la existencia.

Y de pronto se me ocurrió una idea: ir al Centro Veterinario del Barrio, ya que conozco al veterinario.
Y allí me fui.

El veterinario me dice de ir a tomar un café al Bar Bodega de la esquina de mi casa, y así lo hicimos.
Le explico las sensaciones que tengo y me dice que durante 15 días me tome un regulador de presión que es el mismo que receta para los perros, pero válido para consumo humano.
Me voy a la farmacia y lo compro.
Vuelvo y Sebastián seguía en el Bar, y le explico lo que pensaba cuando volvía de la farmacia para ir a casa.
Me encuentro mal, y en vez de consultar al médico me voy al veterinario, la consulta la hacemos en un Bar, y me receta medicamentos para perro y yo voy y me los tomo. Suena como rarito, ¿verdad? Nos reímos un rato y me fuí chino-chano con mi medicamento a mi casa y él a su Centro Veterinario.

Por la noche, ya en el duermevela, se me ocurrió pensar que tal vez en mi vida anterior fui un perro.