Jamás me he atrevido a dar un consejo a nadie que no sea
amigo mío, muy amigo, diría.
Pero hoy voy a atreverme.
Felipe, si en el retiro dorado que te hemos regalado todos
los que tenemos D.N.I. de la nación llamada España y si desde alguna de las mansiones que posees allende
las fronteras de la tierra que acoge a las personas con ese mismo D.N.I., y que
también te las hemos obsequiado, has aprendido inglés, te aconsejo que te vayas
con José Mari a dar conferencias a alguna Universidad americana que creo que
pagan requetebién, inmortal Felipe, y de paso nos dejas en paz para que
nosotros decidamos los que nos apetece y cuando nos apetezca.
Te irá bien, Felipe, como le va bien a José Mari, créeme.
Y permíteme que me justifique, Felipe histórico: algunos
todavía conservamos la pureza de la democracia que dice que cada uno decide lo
que le da la gana y cuando le da la gana y de la forma que le da la gana.
Nosotros no necesitamos santones que nos vengan a decir cómo debemos actuar
porque lo sabemos desde la cuna, y si quieres un ejemplo sólo tengo que
remitirte a las hemerotecas para que busques la prensa del pasado domingo 7 de
octubre (sí, antes de ayer, Felipe glorioso) y veas la soberana educación y el soberano
comportamiento de la afición del Barça (y no te recomiendo que vayas a los
archivos de la TV porque como en épocas pasadas pero no lejanas sus cámaras
enfocaban en otra dirección exactamente a los diecisiete minutos y catorce segundos del inicio del partido de ese día).
Felipe, hazme caso, hermoso.
Vete a dar conferencias en inglés con
José Mari. Podrás juntar más dineretes a tu fortuna socialista.
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