domingo, 14 de octubre de 2012

El sombrero del mago.

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Para Judith, esa chica que a criterio del periodista tiene entre 25 y 30 años y parece ser de la zona de Sant Cugat del Vallés, que un día lanzó una botella al mar con un papel dentro con sus buenos deseos escritos en catalán, y esa botella fue otro día localizada por la Guardia Urbana, quien después de leer su mensaje de deseos la devolvió al mar. También se lo dedico al personaje del cuento, que no es de magia porque es de verdad, y que seguro que hoy está en la Fiesta Mayor de Sarriá haciendo Magia de la buena.
Mi cuento es para recoger el mensaje de Judith y de Tito's: los deseos se cumplen, sólo tienes que creer en ellos con la fuerza del mar y de la magia, que es la de ellos.


El sombrero del mago.

Todos los magos tienen sombrero. Algunos lo llevan siempre encima de su cabeza y otros sólo cuando hacen sus funciones de magia.
Los dibujantes de los Estudios de las antiguas Agencias de Publicidad tenían gorra, con o sin visera. Algunos las llevaban siempre en la cabeza y otros sólo cuando salían del Estudio para pisar la calle.

Tito's tenía las dos cosas, la gorra para cuando dedicaba sus horas a dibujar en el Estudio de una gran Agencia de Publicidad y el sombrero de copa negro y de fieltro y con una cita negra de seda antes del ala cuando hacía las funciones de magia.
Tito's es un mago. Es mago del lápiz porque de la punta de la mina negra sale ahora un barco de vapor que navega y navega con las cabritas de las olas en un viaje de promoción a las Baleares, y después surge un gato que sigiloso se pasea por el tejado a la luz de la luna mientras un ambientador duerme los sueños de la feliz ama de casa, y mientras tanto ilustra un bocadillo relleno de chocolate cremoso que devora Andresito que se va a jugar con sus amiguitos. Y es un mago del sombrero porque sólo con un toque de su varita negra de puntas blancas brinca un conejo de orejas largas, vuela una paloma de alas blancas o canta un canario de trinos amarillos.
Tito's, que tenía dos jefes, el del Estudio y el Director de la Agencia, compartía una gran preocupación con sus tres compañeros dibujantes al ver que el trabajo disminuía porque unas máquinas que llamaban ordenadores también sabían dibujar, ilustrar y colorear y a lo mejor ellos ya no harían falta porque, además, las máquinas trabajaban mucho más deprisa que sus manos de dibujantes.

Y al final resultó que así fue. El Director de la Agencia los reunió y les dijo que tenían que dejar el trabajo porque las máquinas eran más rápidas, más eficientes y menos costosas que cuatro dibujantes y sus ocho manos y cuarenta dedos.
Y el Director también les dijo que no les podía recompensar todos los años que en la Agencia habían trabajado, por lo que los cuatro dibujantes se quedaban sin trabajo y con menos dinero del que les correspondía.

Pero Tito's se sacó una sorpresa de su gorra de dibujante. Le dijo al Director que aceptaban la cantidad que les ofrecía, pero ya que era menos de lo que realmente se les debía, cada uno de ellos obtendría un regalo de la Agencia, regalo que ellos escogerían por la mucha ilusión que les haría.
Una televisión a color solicitó uno, un crucero a Mallorca el otro, una cena de despedida el más antiguo y Tito's no escogió ninguno porque decidió que su regalo sería participar de los obsequios de sus tres compañeros de Estudio.
Y así lo hicieron, y así se fueron de la Agencia aquellos cuatro amigos, ocho manos y cuarenta  dedos.

Con el tiempo el Director conoció que tres eran muy felices, uno concursando en cuantos programas de televisión acertaba a ver, otro con la organización de cruceros para sus hijos y nietos y así celebrar sus años de maravillosa jubilación, y con barbacoas con los amigos y familiares en su casita de la montaña el tercero de ellos.

¿Y Tito's, que compartía con sus amigos programas de la televisión a color y ayudaba en la selección de la Agencia de Viajes para los cruceros familiares y recogía leños y compraba carbón para excelentes barbacoas en la montaña, era feliz?

Tito's había dejado en un perchero de su casa su gorra de dibujante y desde entonces sólo utilizaba su sombrero negro de fieltro y amplia cinta de brillante seda color azabache y en todas sus representaciones hacía brotar del sombrero un manantial no de agua fresca y cristalina si no de extraordinarias visiones y escenas de situaciones donde se manifestaban la bondad y la dulzura y la alegría, y el sacrificio y la perseverancia y la constancia, y la lealtad y el amor y la ternura, y la compresión y la tolerancia, y sobre todo, la amistad, y también brotaban del manantial de su sombrero negro y de amplia cinta de seda negra y brillante otras muchas cosas más como las que él había contagiado a sus compañeros de Estudio y a sus espectadores de Funciones durante toda su vida de dibujante con gorra y de mago con sombrero.

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