Esta tarde he ido al médico porque mi corazón sufre de
desvaríos amorosos y de ausencias constantes y de permanentes sobresaltos.
El galeno me ha dicho que no hay solución más que la de un
lametón de una lengua cándida y cálida de mujer recia y asentada. De amor bien
dado y mejor recibido en el momento en que mi desazón me lo exija.
Así que me he ido con el corazón en un puño que no es guerra
sino de cuño de desesperado.
Y al subir por la calle Muntaner en busca de los
Ferrocarriles de la Generalitat de mi pueblo, que no es de mi pueblo porque ese
es el barrio de San Gervasio, barrio que eso sí, linda con mi pueblo, que tampoco es un pueblo porque es un barrio pero huele como un pueblo, me he acordado de que hace tiempo que quiero comprar Corned Beef, la carne
de ternera argentina enlatada y cocida en salmuera y vinagre que tantas y tantas veces en el pasado degusté. Y como que
me acercaba a la charcutería “Tívoli”, en Muntaner con la Vía Augusta, famosa
por sus "delicatessen", pues allí me he dirigido.
Y Tívoli estaba cerrado, con el local con rótulos de en traspaso!!!
Mi corazón se ha encogido con desespero resquebrajado y
repleto de lamentos herrumbrosos.
Mi abuela Montse, que también era de mi barrio además de mi
abuela, me llevaba como si de una excursión se tratase a merendar al Tívoli,
un chocolate suizo con nata para
chuparse los dedos, y después bajábamos hasta el Paseo de Gracia para ir al ya
desaparecido Cine Publi, el de carteles de publicidad en el exterior como
Ausonía, belleza y lozanía cada día, o Persil, laaaaveeee su ropa con
Peeeersil, y anuncios pavorosos de Cerebrino Mandri y el antipolillas Polil, y
allí veíamos los festivales de Tom y Jeery y las historias de Popeye el Marino,
y me decía con su voz de sargento mujer de hombre que de sus cuidados
necesitaba por su ceguera de glaucoma qur yo sería tan fuerte con Popeye porque
mi mamá me hacía ricas espinacas a la catalana, con pasas y piñones.
Erró el pronóstico porque me quedé chico y de fuerzas
restringidas, pero de cabeza y corazón apretado como la espinaca.
Por mi cabeza ha pasado fugazmente, como la sombra de un
pájaro sobre la hierba seca del invierno, el cierre del Colmado Quílez, en
Rambla de Catalunya con Aragón, que eso sí que no es de mi pueblo porque es
Ensanche barcelonés, pero establecimiento al que yo acudía con mi mujer para
comprar latas de los Cascajales, de mejillas de cerdo y ternera, de crestas de
gallo fritas, de conejo cocinado con sanfaina y de arroces con langosta y
gambas para deleite de mis hijos en comidas familiares.
Por mi cabeza ha pasado como 3l vuelo de la golondrina el
posible cierre de la filatelia Monge, que allá que me importa a mí los sellos
ni las monedas de reyes y capitanes generales y que dicen son prohombres y no son
más que chalecos con medallas y chapas, pero que pena penita pena me ha
asolado.
Me he sentido como cuando pierdes un amor, y un amor no se
sustituye por otro amor por mucho amor que sea, como la canción que dice que
cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo llena la llegada de otro
amigo.
Esta crisis arrasa con todo menos con los culpables de la
misma, que son los del poder que nos acogota a todos mientras ellos compran
rosas y se beben nuestro vino y se van de pisoteo a las alfombras rojas.
Suerte que al llegar a mi pueblo, que no es un pueblo porque
es un barrio pero huele como un pueblo, el un poco retrasadito que es mi
vecinito me ha dado un limón para que le haga mermelada.
Me ha hecho sonreír, porque con un solo limón poca mermelada
haré, pero para él será suficiente porque él me quiere y yo lo quiero a él.
Pues sí. Hay ciudades pequeñísimas, como la mía, no en la que vivo que es pelín más grande, que si siguen así tendrán que poner el cartel de cerrado o se traspasa, pero a la entrada de la ciudad. Es tremendo ver cómo todos esos lugares que han formado parte de tu vida desde que tienes uso de razón desaparecen y en su lugar queda una pared polvorienta, pintarrajeada y guarra.
ResponderEliminarPara acabar sin tanto dramatismo:
Cuando el primer primo de los que componemos la saga de casi 30 se iba a casar, mi hermano le preguntó qué marcha nupcial quería que sonara en su boda y él, "culto" donde los haya, contestó que la de Persil. Y nosotros, tontos donde los haya también, tuvimos unos momentos de pánico en casa, pensando que quizá ese tal Persil era un compositor que se nos escapaba...
La anécdota es un clásico en mi casa 30 años después. Aunque por supuesto mi primo nada sabe de todo esto...
Ni nada sabrá, porque por aquí no pasará...Espero!!!
ResponderEliminarDios! Acabo de vivir la misma experiencia con el tivoli. De hecho buscaba en internet un traslado y no el cierre, pero no encuentro nada. Las croquetas del tivoli... bufff
ResponderEliminarPilar: esta misma tarde voy a recomendar un nuevo lugar para disfrutar de unas extraordinarias croquetas que he encontrado. El local está en Sarriá, que es mi bario como ya sabrás, pero te daré el nombre concreto (creo que es "El Vermutet") la dirección exacta, y si gustas de las croquetas volverás a disfrutarlas. Bien hechas, con amor y cariño, con pasión incluso, y además con una oferta variada; encima el local es un amor, divino, acogedor. Esta tarde tendrás, a través de un nuevo comentario en esta misma página, la dirección exacta, teléfono para reservas,...
ResponderEliminarLo prometido es deuda, Pilar.
ResponderEliminarSe llama "El Vermutet", tal como te indiqué antes.
Está en la C/ Cornet i Mas, 9 (Sarrià)
Tfno.: 93 205 61 29 y puedes pedir por Mariona y/o Tanny.
Croquetas: de bacalao, espinacas y piñones, jamón ibérico, pollo, rostit, ceps, gorgonzola y nueces, roquefort y dátiles, idiazabal, gambas de Palamós, y trufa con foie.
TODAS DELICIOSAS!!!
Ya me contarás, y me encantará que sigas escribiéndome opiniones tuyas en mi blog.
Un besazo!!!
Jaja! Muchísimas gracias :) Las probaré, sin duda.
ResponderEliminarPd: Justo después de dejar mi anterior comentario vi pasar una furgoneta del Tivoli, por lo que deduzco que o bien no ha quitado la rotulación el señor transportista o siguen operando desde otro punto. Todo un misterio...
Un abrazo