Esta noche, la de ayer y la de hoy y alguna noche más, es
luna llena, que es la luna de octubre y es conocida como la Luna del Cazador,
porque inicia la temporada de caza en este país de piel de toro de cazadores y
cazados.
Yo no saldré a cazar porque en mi vida he empuñado un arma
de fuego y menos he disparado un tiro, porque hasta me libré del servicio
militar porque no me dio la gana hacerlo, porque ni aprecio la disciplina
castrense ni tengo sentido de patria alguno, y para ello organicé la dios, para
escaparme de cumplir mis deberes militares, y lo hice con trampas y falsedades
de las que no siento orgullo pero que en esa ocasión me dieron buen resultado.
Sí es cierto que algún tiro embustero disparé, como los de
la Fiesta Mayor de la población del Maresme en la que pasaba el estío y en
otras de los alrededores, pero no era por disparar nada y acceder a premios por
dianas logradas sino por disfrutar del delantero y el trasero de la chica del
puesto de tiro, que además de gozar de abundancias vestía como sólo a las
mujeres de las Ferias les estaba permitido en aquel país cutre de los años
sesenta y cerrado por Santiago y por golpistas de mentes parcas y obtusas.
Pero ahora que me detengo en lo que escribo y divago en la
nube de mis pensamientos creo que sí saldré a cazar estos días de la Luna del
Cazador.
Saldré cuando la luna esté colgada del cielo para cazar el
amor y el humor, para cazar sonrisas y risas, también armonía y concordia,
cazaré la lealtad y la amistad, caminaré bajo la luna por los anchos campos de
Castilla y en la penumbra cazaré dulzura y suavidad, buscaré en la luna la
humildad y la bondad, la transigencia y la benignidad, apresaré la ternura y la
pasión y el afecto y el cariño, y como experto cazador husmearé la paz y la
tranquilidad, el sosiego y la calma.
No soy cazador porque jamás arma de fuego empuñé ni aparejos
de caza utilicé, pero me esforzaré en cazar sensibilidades y humanidades y
solidaridades y, por encima de cualquier presa, cazaré libertades.
Vagaré en esas breves noches de la Luna llena del Cazador
con la fuerza y el brío y la ternura de aquel toro de Carlos Castellano que se
enamoró de la luna y que abandonaba por las noches la maná, y que tan equívoco
era su ser que hasta su hacedor y quienes le glosaron, como Joselito o los
Gipsy Kings no clarificaron si su nombre era Campanero o el nombre era el de su
Mayoral.
Deambularé en la noche de la Luna del Cazador como ese lobo
de José Agustín Goytisolo que era un lobito bueno y aullaba a la luna llena
para que todos los corderos no lo maltratasen y no hiciese falta soñar con un
mundo al revés.
Vagabundearé bajo la Luna del Cazador cuando su color sea el
del fuego, justo antes de mutarse en luna de plata, para que esa luna lunera
cascabelera vaya y le diga a mi amorcito que por dios me quiera.
Y ni la tempestad, el viento o la lluvia que arrecia en estas tierras con furia y saña visigoda me detendrá en mi empeño de cazador de ilusiones.
Y ni la tempestad, el viento o la lluvia que arrecia en estas tierras con furia y saña visigoda me detendrá en mi empeño de cazador de ilusiones.
Bajo la Luna del Cazador apresaré la libertad del toro
solitario,
del lobito bueno y la bruja hermosa y la luna de fuego y plata de octubre
guiará hasta mi alma a mi amorcito.
del lobito bueno y la bruja hermosa y la luna de fuego y plata de octubre
guiará hasta mi alma a mi amorcito.
Pues tú dirás que no hay calma, pero tus últimos escritos sí la transmiten...
ResponderEliminarAsí que "con furia y saña visigoda", eh?????
Po cierto, están casi todos: el lobito bueno, la bruja hermosa... pero echo de menos al príncipe malo...ah, no, calla, Maribel, que ya no tenemos de eso, desde que hemos doblado, una vez más, otra institución en esta piel de toro, que era el bisho que me faltaba por poner.