Ayer por la noche, cuando mi nieta se me acercó para darme
el beso de las buenas noches, le respondí con un beso mío y con un “Buenas
noches y hasta mañana, Juanito”.
La cría me miró así como ofendida y muy seria ella me
respondió “Avi, yo me llamo Susana, S U S A N A” (en realidad sonaba a Tutana,
que es muy lindo).
Y para mi sorpresa, añadió: “Yo me llamo Susana porque el
nombre me lo dio mi avia, que está en el cielo. Lo que no sé es cómo se llama
ahora ella, porque como que me regaló el nombre pues debe de tener otro”.
No pude responderle nada.
Cuando un poco después me retiré a mi habitación, enfrente
de la suya, pensé lenta y lánguidamente en mi mujer y ví como una lágrima de
hiel resbalaba serena por su mejilla de miel.
Me dormí con su nombre bailando en mis labios ásperos y
desiertos.
Me he despertado para besar a mi nieta Tutana.
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