martes, 2 de diciembre de 2014

Un pensamiento desde mi ventana mágica para mi amigo Víctor Domingo.

 
Esta mañana de hoy martes, 2 de diciembre de 2014, estaba haciendo lo que todo el mundo me ha dicho que no haga, que es cargar peso, pero es que a mi me gusta llevar la contraria porque si no sería otro y va a resultar que soy yo desde hace ya sesenta años, cuando primogénito de mi madre ella me escondía de sus amigas que la visitaban en la barcelonesa Clínica Dexeus porque decía que era muy feo.
Y después mis hermanas se convencieron de que soy hermano falso por aquello de que en Vilassar de Mar (Maresme) me robó una gitana y me intercambió por su churumbel, pero se contradicen, porque el gitano es de raza morena que muestra al mundo su guapura y su arte en el movimiento de su mirada y de sus manos artistas, pero esa es historia para otra ocasión, amigo.

Y pensaba en ti, Víctor, porque cuando mi espalda me ha dicho que dejase de trastear con las cajas de mi mudanza antes de que lanzasen un alarido de espanto dolorido y mi resuello empezase a fallar y es por eso que me he sentado frente a la ventana de mi casa ceretana que da a las montañas de la Sierra del Cadí, que ante la vista que se me ofrecía he caído en la cuenta de que estaba ante algo “mágico”, como es la belleza de los picos nevados haciendo cosquillas a las blancas y azuladas nubes del Pirineo (por eso las nubes se trasladan, porque sufren de cosquillas y les obliga a menear su vaporoso esqueleto en nervioso desplazamiento, o… ¿acaso pensaste que se mueven y navegan a causa del viento, Víctor?), y es esa magia la que me ha llevado a tu domicilio en Navarra cuando en una ocasión el Mago Pamplinas estampó en la delantera de tu camiseta blanca y la trasera de la de tu madre el dibujo del autobús rojo tipo inglés que tu dibujaste en un papel apaisado, y encima puso tu nombre entre las hileras de sus ventanas (sí, cierto, sin acento en la í de Víctor, pero eso también tiene su explicación).

Te excitaste al ver lo ocurrido, no podías entender cómo era aquello posible, y eso me lleno de satisfacción, no tanto por la Magia que allí se había presentado, sino porque a veces los hombres, y también las mujeres, tendemos a disimular y ocultar nuestras emociones en un tipo de vergüenza extraña, y yo creo que no hay nada más bonito que mostrarle al otro ilusión, encanto, cariño, compañía, ternura, amor.

¡Y tú diste rienda suelta a lo que sentías aleteando y dando saltitos como un polluelo porque te superaba la emoción y la alegría¡  ¡Y eso es fantástico, querido Víctor! Consérvalo durante toda la vida, porque eso, eso ¡también es mágico!

Sin embargo, hiciste un comentario que me entristeció un poquito (y que hoy ha vuelto a mi mente) mientras tu madre nos preparaba una riquísima cena para compartir entre los cuatro (por si el Mago Pamplinas se quedaba a cenar, tema harto difícil ya que debe atender a muchos que esperan su magia como una de las pocas formas para sobrevivir en este árido mundo).
Tu comentario fue manifestar tu absoluto convencimiento de que la MAGIA NO EXISTE !!!

Y eso es falso.
Porque si tú y yo,  y tu madre, y nuestras amigas y amigos, y tus compañeras y compañeros de estudios, y las y los profesores que te educan, y tu familia,… nos ocupamos y procuramos que la MAGIA ESTÉ PRESENTE ENTRE NOSOTROS, la Magia no nos fallará y ENTRE NOSOTROS SE QUEDARÁ.

Existe un escritor, que seguro que a día de hoy no conoces pero que ya te llegará el momento en el que desearás leer lo que escribe, que un día escribió:
“Necesito la fantasía; la realidad me mata. Nadar en la ambigüedad es lo que hace interesante la vida, porque sino la realidad acabaría con nosotros. A mí me interesa aproximarme a la penumbra”.

Esto escribió John Banville.
Es posible que todavía te cueste entender, por tu natural bisoñez, lo que el escritor quiso decir con estas breves líneas, pero lo entenderás cada día con más intensidad si apuestas por la Magia.

A mí me parecen unas maravillosas palabras. Una excelente forma de decirnos que la Fantasía, que es prima hermana de la Magia, es imprescindible que viva, resida y conviva con y entre nosotros.

Y es por eso que yo a veces soy el Mago Pamplinas, otras el Elefante que de una Mariposa se enamoró, en ocasiones Maximiliano Memez (pendiente de asomar su rostro entre mis y tus fantasías), y es por eso que siempre deseo ser el niño que espera que cada día, cada hora, cada minuto, cada segundo, ocurra algo mágico que nos aporte luz en nuestro andar por estas tierras.

No lo olvides, Víctor: la MAGIA, existe!!!

Y puedes comprobarlo a diario. Te propongo hacer una prueba esta y cada noche al ir a dormir: dale ese beso de las Buenas Noches a tu maravillosa madre, y luego, ya en la soledad de tu habitación, observarás como un leve cosquilleo recorre tu cuerpo entero.
Es el beso entregado y recibido, el beso compartido con tu madre, que fluye dentro de ti, apoderándose de ti, y que revienta en esa sonrisa que adorna tu expresión antes de cerrar los ojos para iniciar el descanso nocturno.

Y eso, eso tan simple y sencillo, querido amigo Víctor,  es… MAGIA !!!

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