Hay algunos momentos,
puede que instantes,
puede que suspiros de tiempo,
en los que me inunda la confortabilidad,
pero siempre se rompe,
puede que se fracture,
puede que se resquebraje,
ante el crujido de esa tristeza en la que me sumergí
con tu ausencia.
Este pensamiento me surca
abruptamente algunas noches oscuras con el brillo del filo de la navaja a la
luz de la luna.
Este pensamiento se lo dedico
a mi mujer y a todas las mujeres que en algún momento, o puede que durante un
corto tiempo, o tal vez durante toda una vida, han incidido con un corte limpio
en la inmaterialidad de mi alma y en la sustancia material de la carne de mi
cuerpo.
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