sábado, 9 de abril de 2016

Relámpago mental desmantelado XLVII y/o la sumisión.

 
Sentado ayer en mi terraza de costumbre y con una cerveza negra magníficamente tirada por una dominicana negra de difícil nombre, Deyanira, se me ocurre detenerme en las necrológicas de La Vanguardia, tal vez porque me llama la atención una esquela grande y con profusión de tipografías diferentes en cuanto al tamaño y la intensidad de la tinta negra.
Dos esquelas con el nombre y apellidos de la fallecida, viuda de Don fulanito de tal, y a continuación, en el cuerpo del texto, las habituales palabras de falleció reconfortada con los santos sacramentos, y sus hijos e hijas, fulanito, meganito y sus parejas, menganita y fulanita,…. y que el sepelio se celebrará en el Tanatorio X a tal hora determinada.

Nada que decir hasta aquí. Lo normal en las esquelas tradicionales, que sólo varían en el tamaño, porque según las medidas te haces una idea aproximada del poderío económico de la familia del fallecido o fallecida.

Pero de repente, en mi detenimiento observo algo que me llama la atención poderosamente, tanto que se me escurre por entre los labios el primer trago de cerveza negra.
Dos esquelas más comunican el mismo fallecimiento de la Señora en cuestión, mencionando su nombre y sus dos apellidos, y debajo de ellos una frase que reza que es (era) la madre de un Señor que es (desde hace tiempo) el Presidente de una gran Compañía del sector energético catalán.
Estas dos esquelas están firmadas por la Compañía que preside el hijo de la fallecida y por una Fundación perteneciente a la misma Compañía.

Mi  relámpago mental desmantelado me lanza de forma inmediata una pregunta que de entrada me pregunto si es fruto de la espuma de la cerveza negra o es una pregunta normal de mis capacidades de observación y análisis.

Me pregunto si se esa Compañía y esa Fundación tienen necesidad de mostrarse serviles, pelotas, rastreras, aduladoras, tiralevitas, remilgadas, vasallas, sumisas y esclavas con su Presidente, claro está.
¿No es suficiente con comunicar la defunción de la Señora, manifestar el dolor de directivos, empleados y demás, y firmar la esquela?

Concluyo que la que madre de ese Presidente debía de ser una Gran Señora, una extraordinaria mujer, seguro, no tengo por qué dudarlo, y de su hijo ya tengo alguna duda, porque que sus subordinados actúen así me hace suponer un estilo de liderazgo que creo que no compartiría.
Es posible que me confunda, es posible que hoy esté con la cabeza en otro lugar, pero muchas veces me gusta dar total y absoluta libertad a mis relámpagos mentales desmantelados, y hoy el relámpago me dice que este tipo de manifestaciones de empresas del siglo XXI parecen un anacronismo que roza el ridículo por su desproporción.
Doy cuenta de un trago de mi cerveza y me las piro.
Dejo el periódico abierto por la página de las esquelas por si a otro loco como yo se le ocurre observarla e incluso analizarla.
No creo. Estas manías mías merecen exclusividad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario