jueves, 21 de abril de 2016

Sal, salitre, óxido, oxígeno.

 
Siempre construyéndome
y reconstruyéndome.
La morada,
la casa de uno mismo que es el corazón,
el alma,
el sentir,
el latir,
el vibrar.
Los que venimos de zonas costeras,
de junto al mar,
aunque huyamos a la montaña,
siempre regresamos a la sal,
al salitre.
Agua, mar, sal, humedad.
Sal, óxido, oxígeno.
Sal, sal, sal,
humedad, humedad,
óxido, herrumbre, oxígeno de salitre.
Fachadas que se descascarillan, pero que bonitas quedan pintadas de nuevo de amarillo dulce o de blanco reverberante.
Y en el alma siempre desconches, falta de cal, grietas,
y sal, sal, sal
y humedad, humedad, humedad y olor a brea, perfumadita de brea, mi niña mimada, mi mujer amada.
Y en el lecho,
espinas,
escamas,
contrapelos,
cuchillos de pescado,
raspas, salitre,
óxido en el sexo,
anzuelo y cebo,
grito de sal,
herrumbroso.
Alma de marino,
corazón de pescador,
marinero recio,
marinero de rizos despeinados,
hombre del viento salado,
rema, rema, rema hasta la arena,
hasta desfallecer,
no te espera la amada a la que adivinaste con tus dedos
acariciando su piel pero que no conociste,
rema, rema, rema
y construye, reconstrúyete, 
ayer, hoy, mañana,
no te espera porque ella es de tierra adentro
y no sabe de amores de la humedad,
amores de salitre,
de sal,
de óxido,
de oxígeno salado.

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