La soledad, el silencio, incluso el autismo social, son
algunas de las pocas fórmulas para soportar la decadencia que impera en el
global de la sociedad, y en especial en el mundo occidental, y en concreto en
el latino que es la cuna de la cultura, hoy gobernado por ineptos y gente de
escasísima altura intelectual.
Aún así, estoy confirmando que soy un optimista
indestructible (¿o es sólo supervivencia?), porque la mediocridad que nos
invade y rodea en todos los ámbitos no consigue que me deprima.
Me felicito, porque la ausencia de esperanza, que es la
desesperanza, conduce a la mayor de las frustraciones, que es indefectiblemente
mortífera para el alma y el espíritu.
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