viernes, 7 de septiembre de 2012

Nueva Salida de Tono o Cambio de Registro (5)


“Por amor a la verdad”.
Este era el lema –episcopal- del cardenal Carlo María Martini, fallecido el pasado 31 de agosto en Milán a los 85años de edad.
Han pasado ya siete días y llevo siete días pensando si escribo esta pequeña Salida de Tono (dije cuando empecé con este Blog que dedicaría mis esfuerzos a escribir narración breve y no escribiría sobre política, religión, economía o sociedad, y en cierta medida he cumplido porque después de los 8 primeros meses del año llevo tan sólo 5 incursiones de este tipo según reza el título de esta Entrada) y he decidido que sí, que la escribo porque hay oportunidades y acontecimientos que no se pueden dejar pasar así como así.
Dudaba en escribir sobre Martini porque los asuntos relativos a organizaciones que presumen de religión cuando deberían –caso de querer presumir- hacerlo de otras cosas me producen una cierta nausea moral y ética.
Me han animado también articulistas leídos en el transcurso de estos días y que decían cosas como “El jesuita de debió ser Papa” o “El Papa que se perdió la Iglesia” o títulos de esta índole.

“200 años por detrás”.
El “Corriere Della Sera” de Milán publicaba inmediatamente después de la muerte de Martini su testamento religioso en donde se recogen las principales ideas reformistas que deseaba que la Iglesia adoptase para que le jerarquía eclesiástica y la propia Iglesia conectase con los actuales tiempos y con sus fieles.
Tal vez hubiese estado más  acertado “200 años O MÁS por detrás”.

Martini mantenía que el preservativo puede constituir el mal menor frente al SIDA, defendía que la legislación sobre el aborto contribuyese a disminuir las intervenciones clandestinas con sus peligros inherentes, afirmaba que la concepción artificial debía ser tratada por la Iglesia de forma diferente a la actual prohibición que surgió de la publicación de una Encíclica, mantenía que la Iglesia ha envejecido y muestra signos evidentes de cansancio, verificaba que la burocracia eclesial aumenta, que las vestimentas y ritos de sus oficiantes son pomposos, que las Iglesias católicas están al igual que los seminarios vacías, abrió el debate en las jerarquías vaticanas sobre el derecho a morir con dignidad (él mismo rechazó que los médicos prolongasen su vida), sugería que la Iglesia tuviese una actitud más generosa con los divorciados, y proponía la petición de perdón a las mujeres por el trato de la Iglesia y las veía en el menor de los casos como diáconas.
Su talante era tal que mantenía amistad con homosexuales y cuestionaba el celibato sacerdotal.

Ni quería ni quiero debatir sobre estos temas ajenos a la literatura –que amo y quisiera practicar con virtudes que no me han sido concedidas- pero tampoco puedo olvidar alguna raíz como mi formación de infancia, juventud y adolescencia en los jesuitas.
Pienso, no sé si fruto de mi educación o de la experiencia que acumulas con el sumar años, que hay oportunidades que no se pueden dejar pasar porque hay trenes que nunca más paran en esa estación, y Martini podía haber sido esa oportunidad para que la Iglesia Católica recupere algo del mensaje de su profeta que decía ama al prójimo como a ti mismo, precepto olvidado por la curia vaticana que está mucho más preocupada por ocultar eliminaciones conflictivas de sus líderes -léase Juan Pablo I, que no quiso ser la comparsa de la transición que se supuso sería en su nombramiento- o por el control de las opacas finanzas vaticanas o en echar tierra y no reconocer con todas sus consecuencias actuaciones de pedófilas y otros terribles comportamientos sexuales de sus ministros, incluso de fundadores de organizaciones de la importancia actual de los “Legionarios de Cristo”. Y sin olvidar al tétrico, oscuro y poderoso “Opus Dei” (¡qué se puede suponer de una organización que prohibe o recomienda encarecidamente a sus miembros no responder ante preguntas sobre su pertenencia a ese grupo!).
Estoy con el Cardenal Carlo Maria Martini cuando afirmaba que si Jesús regresara lucharía contra los actuales responsables de la Iglesia.

Cardenal, tú Iglesia nunca me interesó más que para desarrollar mi espíritu crítico racionalista aunque su impulsor y creador no deja de interesarme por su mensaje de amor y solidaridad con nuestros semejantes y sobre todo con los más desfavorecidos, pero sobre todo  tú si me interesaste por tu amor a la verdad.
Descansa en paz, Martini.

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