jueves, 6 de septiembre de 2012

Una niña, una bruja y una narizgrifo.


 Había una vez un divertido y curioso animalito del bosque que fue capturado por una niña que era la hija de la bruja del pueblo y esta bruja brujona, que era muy fea porque tenía una verruga en la punta de su nariz y la coronaba un gran pelo en la punta de la verruga y daba risas a todas las niñas del pueblo, después de investigar en sus ancestrales libros concluyó que ese animal jamás padecía de constipados y por sus conocimientos de la medicina sabía que cuando alguien padecía por primera vez una enfermedad la virulencia de la misma es mucho más grande que cuando ya las has padecido en otras ocasiones porque el propio microbio de la enfermedad actúa como antídoto en las siguientes ocasiones, por lo que decidió constipar al animalito para así convertir su nariz en una “narizgrifo” con su manecilla para abrirlo y cerrarlo y todo, y que cuando ella lo abriese manasen otras sustancias diferentes del agua del resfriado como ahora el oro y como después el mercurio y más tarde el platino y después... y así hacerse muyricamuyricamuyrica.

El animalito al que todavía no hemos descubierto, era…

Era un mamífero originario del continente de Palombia con forma de mono y orejas largas y dobladas hacia delante por su mitad y cara redondeada y alegre cuando es feliz pero terrible y amenazante cuando se disgusta. Las dos vocales de ojos los hacen redondos y negros y rotundos y parecen liderados por la jota que conforma una nariz también negra y con forma de morcilla burgalesa y que es fronteriza con una media luna que es un punto ante la sorpresa o admiración y que es la boca.
Pero lo más importante de nuestro pseudomono es su cola larga larguísima como más de diez veces su cuerpo y fuerte, flexible y prensil como ningún animal posee.
La cola es su principal herramienta ya que es válida para infinidad de actividades tanto de la vida diaria como para actuar de arma ofensiva y defensiva frente a los peligros naturales y sus adversarios animales.
El color de la piel es el del oro y está manchada con rectángulos de color negro no abigarrados sino magníficamente dispuestos por todo su cuerpo.
Su grito es característico en todas las selvas australes ya que suena como “Huba” en los machos y “Hubi” en las hembras.

Nuestro animalito era un… ¡¡¡ MARSUPILAMI !!!

Decíamos que la hija de la fea bruja brujona capturó al marsupilami porque quedó fascinada por su cola y sus habilidades en el uso de la misma y quería empezar a jugar y nunca acabar con él pero lloró desconsoladamente cuando su madre bruja brujona empezó sus hechizos para que el pobre animal ahora cautivo en una jaula de hierro se constipase –hemos de recordar que los marsupilamis no se constipan nunca- y así aplicar el segundo hechizo que convertiría la morcillosa nariz negra en un grifo del que surgirían los líquidos que son después joyas y que la harían ricamuyricaymásrica y guapaguapísimaguapaguapadeverdad porque estaba convencida que cuando una es muyrica apareces como guapísima a los ojos de todos los mortales que encima olvidan su verruga y el pelo de la punta de la nariz.

Pero la hija de la bruja brujona porfió para intentar convencer a su madre de que abandonase los intentos de aplicar hechizos al marsupilami y que se esforzarse en amistar con el animal ya que fruto de esa buena relación nacería una estrecha colaboración que consistiría en mostrar a todos los que quisieran las habilidades y utilidades que con su larguísima cola realizaba y para ello no necesitarían ni siquiera cobrar entrada ya que la generosidad de los donativos de los visitantes se vería aumentada por el espectáculo que sería capaz de ofrecer el marsupilami y su maravillosa cola.

Pero no sabemos hoy en día, a pesar de que esta historia aconteció en 1952, si la niña fue capaz de convencer a su madre bruja brujona y fea feísima y con una verruga y un pelo en la punta de su nariz para que no prosiguiese con sus hechizos con el marsupilami, porque una de las típicas tormenta tropicales asoló las tierras australes y no permitió el viaje a esas tierras de los observadores mundiales, y desconocemos también si la niña feliz y de alma sencilla y sensible y bonita convenció a la bruja madre de que hay que valorar y aceptar a los demás con las virtudes, y también defectos, que ya tienen y más en este caso en que la virtud era tan larga y grande como la extraordinaria cola del animalito marsupilami.

Y colorín colorado este cuento del marsupial austral se ha acabado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario