Había una vez un
divertido y curioso animalito del bosque que fue capturado por una niña que era
la hija de la bruja del pueblo y esta bruja brujona, que era muy fea porque
tenía una verruga en la punta de su nariz y la coronaba un gran pelo en la
punta de la verruga y daba risas a todas las niñas del pueblo, después de
investigar en sus ancestrales libros concluyó que ese animal jamás padecía de
constipados y por sus conocimientos de la medicina sabía que cuando alguien
padecía por primera vez una enfermedad la virulencia de la misma es mucho más
grande que cuando ya las has padecido en otras ocasiones porque el propio
microbio de la enfermedad actúa como antídoto en las siguientes ocasiones, por
lo que decidió constipar al animalito para así convertir su nariz en una
“narizgrifo” con su manecilla para abrirlo y cerrarlo y todo, y que cuando ella
lo abriese manasen otras sustancias diferentes del agua del resfriado como
ahora el oro y como después el mercurio y más tarde el platino y después... y
así hacerse muyricamuyricamuyrica.
El animalito al que
todavía no hemos descubierto, era…
Era un mamífero
originario del continente de Palombia con forma de mono y orejas largas y
dobladas hacia delante por su mitad y cara redondeada y alegre cuando es feliz
pero terrible y amenazante cuando se disgusta. Las dos vocales de ojos los
hacen redondos y negros y rotundos y parecen liderados por la jota que conforma
una nariz también negra y con forma de morcilla burgalesa y que es fronteriza
con una media luna que es un punto ante la sorpresa o admiración y que es la
boca.
Pero lo más importante
de nuestro pseudomono es su cola larga larguísima como más de diez veces su
cuerpo y fuerte, flexible y prensil como ningún animal posee.
La cola es su
principal herramienta ya que es válida para infinidad de actividades tanto de
la vida diaria como para actuar de arma ofensiva y defensiva frente a los
peligros naturales y sus adversarios animales.
El color de la piel es
el del oro y está manchada con rectángulos de color negro no abigarrados sino
magníficamente dispuestos por todo su cuerpo.
Su grito es
característico en todas las selvas australes ya que suena como “Huba” en los
machos y “Hubi” en las hembras.
Nuestro animalito era
un… ¡¡¡ MARSUPILAMI !!!
Decíamos que la hija
de la fea bruja brujona capturó al marsupilami porque quedó fascinada por su
cola y sus habilidades en el uso de la misma y quería empezar a jugar y nunca
acabar con él pero lloró desconsoladamente cuando su madre bruja brujona empezó
sus hechizos para que el pobre animal ahora cautivo en una jaula de hierro se
constipase –hemos de recordar que los marsupilamis no se constipan nunca- y así
aplicar el segundo hechizo que convertiría la morcillosa nariz negra en un grifo
del que surgirían los líquidos que son después joyas y que la harían
ricamuyricaymásrica y guapaguapísimaguapaguapadeverdad porque estaba convencida
que cuando una es muyrica apareces como guapísima a los ojos de todos los
mortales que encima olvidan su verruga y el pelo de la punta de la nariz.
Pero la hija de la
bruja brujona porfió para intentar convencer a su madre de que abandonase los
intentos de aplicar hechizos al marsupilami y que se esforzarse en amistar con
el animal ya que fruto de esa buena relación nacería una estrecha colaboración
que consistiría en mostrar a todos los que quisieran las habilidades y
utilidades que con su larguísima cola realizaba y para ello no necesitarían ni
siquiera cobrar entrada ya que la generosidad de los donativos de los
visitantes se vería aumentada por el espectáculo que sería capaz de ofrecer el
marsupilami y su maravillosa cola.
Pero no sabemos hoy en
día, a pesar de que esta historia aconteció en 1952, si la niña fue capaz de
convencer a su madre bruja brujona y fea feísima y con una verruga y un pelo en
la punta de su nariz para que no prosiguiese con sus hechizos con el
marsupilami, porque una de las típicas tormenta tropicales asoló las tierras
australes y no permitió el viaje a esas tierras de los observadores mundiales,
y desconocemos también si la niña feliz y de alma sencilla y sensible y bonita
convenció a la bruja madre de que hay que valorar y aceptar a los demás con las
virtudes, y también defectos, que ya tienen y más en este caso en que la virtud
era tan larga y grande como la extraordinaria cola del animalito marsupilami.
Y colorín colorado
este cuento del marsupial austral se ha acabado.
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