viernes, 4 de enero de 2013

Chap-Chap

 
Susana tiene por mejor amigo a Chap-Chap, que es un ratoncito muy delgadito porque viste pantalones de peto blanco y esta indumentaria no le deja buscar su sustento chapoteando en las cloacas porque entonces se mancharía, y es por eso que come poco y es por eso que está como un palillo.
A veces además sufre depresiones y fuertes dolores de cabeza porque Susana cuando se enfada por lo que sea lo tira contra el suelo y se arrea unos porrazos morrocotudos en su morrito blanco adornado por un bigote de sólo dos pelos pero muy muy largos.
Cuando eso le sucede, que es casi de continuo, escucha música de Red Hot Chilli Pepers porque le gusta mucho y así se anima hasta el siguiente tortazo que le propina su amiguita.
También le llena de orgullo que Susana lo llame Chap-Chap porque ella llama a todo el mundo Pepe menos a él, y es por ello que se siente diferente.
A mi, que soy su abuelo a veces me llama Avi pero por lo normal también soy Pepe, y de su abuela a la que llama algo así como Aba dice señalando con el dedito que está en el cielo, y en eso lleva razón porque su abuelita allí está desde hace hoy cuatro años.
Chap-Chap ha planeado en diversas ocasiones fugarse de su casa porque acabó ya con todas las aspirinas de la farmacia para curar sus dolores de cabeza, pero como que es un buen ratón siempre acaba decidiendo quedarse para enseñar a Susana que cuando uno se enfada no tiene por qué tirar ratones contra el suelo.
Yo se lo agradezco, como el otro día en el que nos fuimos a comer queso juntos (que por cierto, el de gruyère no le gusta nada porque dice que en los agujeros no hay queso y no sabe cómo comerse esos vacíos porque les hinca el diente y se muerde el labio al no haber nada), para así poder hablar de Susana y le pedí que no se pire porque en muchas ocasiones un buen amigo enseña más a los críos que sus padres y sus abuelos.
Chap-Chap me entendió y me dijo que como mínimo se quedará en la casa hasta que yo regrese de nuevo para así explicarme los progresos de Susana en su educación.
Le regalaré una chichonera para que soporte mejor esos arrebatos de ira de mi nieta. Se la merece.
Y lo voy a nombrar Embajador del Cielo en Taracón para que vigile y dirija las operaciones para que Susana aprenda lo que ya no pudo enseñarle su abuelita, porque resultó que tenía que irse al cielo para atender asuntos de mucha importancia y porque descubrió que desde esas alturas nos iba a transmitir la fuerza y la entereza y la bondad para que procuremos la felicidad de los demás en vez de pegarnos cabezonazos entre nosotros.
Por eso Susana tiene a Chap-Chap.
Buen tipo este Chap-Chap !!!

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