jueves, 3 de enero de 2013

Niebla de fin de año

La mañana del 29 de diciembre me subí en el AVE para dirigirme a Tarancón (Cuenca) para visitar a mi hijo y a mi nuera y a mi nietecita Susana.
Por la ventana del tren, durante el el trayecto, ví mucha niebla y se veían pocas cosas más.
Pensé que si la niebla persistía no podría ver ni a mi hijo ni a mi nuera ni a mi nieta que es pequeñita y difícil de ver por ello y entonces para qué hacía el viaje.
Pero luego caí en la cuenta de que si me acercaba mucho a ellos, a mi hijo y a mi nuera y a mi nietecita o buscaba un lugar sin niebla que seguro que lo habría porque si la hay habrá donde no la haya los podría no sólo ver si no hasta contemplarlos.
Este pensamiento es el que disipó la niebla y dejó sólo en mi cabeza su silencio y una sonrisa bailando en mi mirada que miraba por la ventana del tren.
Adiós, niebla.
Hola, hijos!!!

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