jueves, 6 de octubre de 2016

Pensamiento Fittipaldi (XVI).

 
Empieza a aparecer el otoño por la Cerdanya.
Empieza a hacer fresco en los amaneceres y en los atardeceres.

Me he ido a dormir y casi sin darme cuenta me he frotado las manos, por cierto frío en el ambiente y por la satisfacción de volver al lecho que siempre acoge.
Y ha sido en ese momento cuando he redescubierto tu anillo de compromiso con mamá en mi dedo anular izquierdo.
Desde que falleciste está ahí, pero la costumbre hace que muchas veces me pase desapercibido.

Luego me ha costado dormirme porque pensaba en ti.
Y he recordado una conversación contigo antes de tu muerte en la que me pediste que ejerciese de hermano mayor y mantuviese la familia unida en tu ausencia.
Y yo te dije que no sufrieses, que lo haría, y te lo dije muy seriamente porque yo sabía que tú me lo pedías porque sabías que nunca me gustó ejercer de hermano mayor, porque yo sólo soy uno de tus cuatro hijos, un hermano más por tanto, con la casualidad de que fui el primero de tu amor con mamá.

La familia permanece unida, papá.
Tú te fuiste, mamá también, antes Susan y después Juan Manuel, aunque él ya estaba alejado de la familia como bien tu supiste nada más te pidió la mano de tu hija menor.
Ahí nada podíamos hacer. Y me temo que el hijo será como el padre. Veremos.
Pero quiero que sepas que no es mérito mío, papá. Es de todos mis hermanos, y también de nuestros hijos, tus nietos. O sea, y espero que no te enfades, sigo sin ejercer de hermano mayor. Sigo como a mí me gusta. A la mía, hablando siempre y pidiendo consejo, pero haciendo lo que me da la gana. Como siempre, bien lo sabes.
El mérito es tuyo, y de mamá.
Tú y ella nos inculcasteis este sentimiento de unidad.
Y lo hicisteis bien, porque no tengo la necesidad de esfuerzo para cumplir el compromiso que contigo adquirí.
Estamos unidos, papá, gracias a tus enseñanzas. Gracias a los silencios de consentimiento, que eran de asentimiento, a tus recomendaciones de mamá.
Seguiremos igual, por ti, por mamá, y por nosotros, porque nos necesitamos.
Y detrás vendrán tus bisnietos, que ya son, ¿lo sabes?, ¡cinco! Claro que lo sabes.

Sigue velando y cuidando el sueño de mamá y de Susan. Yo lo hago desde aquí, siempre, siempre, y tú desde allá, siempre, siempre.

Buenas noches, papá.
Creo que ahora ya podré dormir, pero antes me frotaré de nuevo las manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario