miércoles, 5 de junio de 2013

Sigilo (Capítulo 3)

 
Le explico a Sigilo que no soy alto si no más bien bajito, y que todo en mi es algo pequeñito, como los ojos, la nariz, y las manos.
Que suelo ser, a diferencia de su personalidad, más bien escandaloso y que tal vez por eso si fuese de su especie debería llamarme Escándalo, y eso le hace mucha gracia porque dice que el amigo con el que convive en el niño que llevo dentro ya que él es soltero como yo viudo, es decir algo desacompañado, se llama Scándalo.

Nos reímos y mucho los dos.

Bueno, a mí no se si ya me hace tanta gracia, porque resulta que yo sin enterarme de nada descubro que ahora ya tengo dentro de mí a dos gnomos, Sigilo y Scándalo, y además a un niño, que luego y cuando llegue el momento adecuado ya le preguntaré por él, porque vamos a ver si crece mucho y entonces no me cabe en mi interior y tendremos un problema.

Y por ofrecer algún detalle de mi personalidad y que así me conozca mejor le comento que cuando a veces me asalta el pánico busco refugiarme en el olor del perfume  “Eau Sauvage” de la trastienda de la oreja de una mujer pero como que ya no la tengo entonces sufro ataques de miedo terribles, y que lo necesito como un yonqui porque es un olor que está enclaustrado y es prisionero en una esquina de mi cerebelo, que también me pongo enfermo cuando en el servicio no hay papel de water y con los pantalones a la altura de los tobillos hay que buscar un nuevo rollo en el armario del pasillo y que además luego no hay manera humana de que se suelte el inicio del papel, que me importuna doblar una esquina y darme de bruces con una persona que además de rapidez en sus andares lleva la cara y la mirada girada hacia otro lado, y que también me enferma volver a introducir el blister de un medicamento en su cajita porque siempre tropieza con el papelito que  explica no se sabe qué y que no se puede ni leer por letra pequeña y eso te destroza los nervios, que cuando me deprimo algo salgo a la calle con deseos desaforados por regalarme cosas y que una vez compradas se me pasa el mal momento, y que puedo sufrir nauseas espantosas si me como una en apariencia deliciosa ostra en mal estado y contagia todo el paladar de sabores nauseabundos que duran un mogollón, o si el vino tiene el regusto del corcho que enerva totalmente y me quita hasta las ganas de almorzar al mediodía y que suelo solidarizarme con muchos temas pero en el fondo y aunque suene a extraño tengo alma de solitario.

Ya se que es una explicación de mí mismo un poco extraña pero es la que se me ha ocurrido con mi gnomito pequeñito en la palma de mi mano. Tampoco hay que explicarlo todo así como de golpe porque luego ya no tienes mucho más que explicar y los nuevos encuentros pueden llegar a ser aburridos porque descubrirse siempre es divertido.

Me contesta que todo ello ya lo sabe porque lleva cuatrocientos cuarenta y tres años viviendo con el niño que llevo dentro, así que no se por qué me explico porque si ya lo sabe todo sobre mí podría haberme ahorrado mi presentación, aunque no me importa porque como él ya debe saber me gusta parlamentar y dialogar.

Como que me callo, entonces él me explica que Scándalo tiene el pelo rojo pero que pelirrojo no es, sino que como que navega por mis venas se tiñe del rojo de mi sangre, y yo descubro entonces que cuando a veces me enervo o me pongo algo histérico o me enfado es porque Scándalo comete sus fechorías por mis venas porque me las enciende y me calienta la sangre.

Pero Sigilo me dice que Scándalo es un buen gnomo, vamos que es un buen tipo y que cuando por mis venas navega me regala enzimas y me nutre con proteínas.

(continuará)

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