Le explico a Sigilo que no soy alto si no más bien bajito, y
que todo en mi es algo pequeñito, como los ojos, la nariz, y las manos.
Que suelo ser, a diferencia de su personalidad, más bien
escandaloso y que tal vez por eso si fuese de su especie debería llamarme
Escándalo, y eso le hace mucha gracia porque dice que el amigo con el que
convive en el niño que llevo dentro ya que él es soltero como yo viudo, es
decir algo desacompañado, se llama Scándalo.
Nos reímos y mucho los dos.
Bueno, a mí no se si ya me hace tanta gracia, porque resulta
que yo sin enterarme de nada descubro que ahora ya tengo dentro de mí a dos
gnomos, Sigilo y Scándalo, y además a un niño, que luego y cuando llegue el
momento adecuado ya le preguntaré por él, porque vamos a ver si crece mucho y
entonces no me cabe en mi interior y tendremos un problema.
Y por ofrecer algún detalle de mi personalidad y que así me
conozca mejor le comento que cuando a veces me asalta el pánico busco
refugiarme en el olor del perfume
“Eau Sauvage” de la trastienda de la oreja de una mujer pero como que ya
no la tengo entonces sufro ataques de miedo terribles, y que lo necesito como
un yonqui porque es un olor que está enclaustrado y es prisionero en una
esquina de mi cerebelo, que también me pongo enfermo cuando en el servicio no
hay papel de water y con los pantalones a la altura de los tobillos hay que
buscar un nuevo rollo en el armario del pasillo y que además luego no hay
manera humana de que se suelte el inicio del papel, que me importuna doblar una
esquina y darme de bruces con una persona que además de rapidez en sus andares
lleva la cara y la mirada girada hacia otro lado, y que también me enferma
volver a introducir el blister de un medicamento en su cajita porque siempre
tropieza con el papelito que
explica no se sabe qué y que no se puede ni leer por letra pequeña y eso
te destroza los nervios, que cuando me deprimo algo salgo a la calle con deseos
desaforados por regalarme cosas y que una vez compradas se me pasa el mal
momento, y que puedo sufrir nauseas espantosas si me como una en apariencia
deliciosa ostra en mal estado y contagia todo el paladar de sabores
nauseabundos que duran un mogollón, o si el vino tiene el regusto del corcho que
enerva totalmente y me quita hasta las ganas de almorzar al mediodía y que
suelo solidarizarme con muchos temas pero en el fondo y aunque suene a extraño
tengo alma de solitario.
Ya se que es una explicación de mí mismo un poco extraña
pero es la que se me ha ocurrido con mi gnomito pequeñito en la palma de mi
mano. Tampoco hay que explicarlo todo así como de golpe porque luego ya no
tienes mucho más que explicar y los nuevos encuentros pueden llegar a ser
aburridos porque descubrirse siempre es divertido.
Me contesta que todo ello ya lo sabe porque lleva
cuatrocientos cuarenta y tres años viviendo con el niño que llevo dentro, así
que no se por qué me explico porque si ya lo sabe todo sobre mí podría haberme
ahorrado mi presentación, aunque no me importa porque como él ya debe saber
me gusta parlamentar y dialogar.
Como que me callo, entonces él me explica que Scándalo tiene
el pelo rojo pero que pelirrojo no es, sino que como que navega por mis venas
se tiñe del rojo de mi sangre, y yo descubro entonces que cuando a veces me
enervo o me pongo algo histérico o me enfado es porque Scándalo comete sus
fechorías por mis venas porque me las enciende y me calienta la sangre.
Pero Sigilo me dice que Scándalo es un buen gnomo, vamos que
es un buen tipo y que cuando por mis venas navega me regala enzimas y me nutre con proteínas.
(continuará)
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