viernes, 23 de agosto de 2013

Otra pantalla que se apaga.


Este es el titular de la página 33 de “La Vanguardia” de hoy, viernes 23 de agosto de 2013, y que me permito copiar por ser tremendamente ilustrativo (atención al inicio del titular: Otra…)  por un lado de una situación que se produce en este país desde que gobiernan los Hombres Cultos del Partido Popular, y por otro porque deseo corregirlo para usar un término más acorde con lo que yo veo que sucede.
Mi titular sería “Otro cine que cierran los del Gobierno, otro asesinato de la cultura”.

Ellos dirán que es la crisis y las nuevas tendencias del personal que tiende a ver el cine en casa, y obviarán comentar que la causa principal es el I.V.A. que han decidido aplicar al sector cultural.

Así acaba, así acabó la popular y magnífica Fiesta Mayor del entrañable barrio de Gràcia.
Con la tropelía, la insensibilidad, y el desamor por la cultura de nuestra clase gobernante.
Ahora están inmersos los unos con los papeles de Bárcenas y los otros con los ERES de Andalucía. Quiero decir que mientras unos escupen a los otros por los dineros suizos del ex Tesorero, los otros claman al cielo y braman por los ERES de la Andalucía socialista.
Es decir, chillan, blasfeman, se insultan, se gritan, se vilipendian, se imprecan, se ofenden, se fustigan, se injurian… (y podría seguir hasta el aburrimiento), que es lo que hace la gente carente de un mínimo barniz cultural, ya no digo de Cultura con mayúsculas.

A ellos tanto les importa que los Cines Lauren de Grácia naciesen en 1916 como Cine Bailén, se transformasen en 1947, tras un paréntesis que cubre el período 1938 y el citado año, en el Cine Texas hasta 1995 para reaperturar en 1996 y hasta ayer como los Cines Lauren de Grácia.
La historia también les importa un bledo.

Leo que una de las últimas seis películas que proyectaron ayer se titula “Una canción para Marion”, y ese título eleva mis pensamientos a este extraordinario cielo que contemplo en esta tarde lluviosa de la Cerdanya porque tal vez la película podría haber sido llamada ayer, sólo ayer, “Una canción para Susan”, compañera mía asidua asistente de esas salas de la cultura antes de que el cielo la reclamase para que sus alas de ángel revoloteasen haya donde no tienen cabida los desprovistos de cultura, educación y sensibilidad.

Me invade una tristeza desoladora que sanaré esta noche haciendo volar algunos besos al cielo.
Y el cielo los recibirá.

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