lunes, 2 de noviembre de 2015

Sin título (XI).

 
A finales de esta semana intensificaré mi actividad social, que no cuido en demasía, aunque este fin de semana ha estado en mi casa de la montaña Marta P. Hicimos membrillo clásico, y también jalea, que yo no había hecho nunca. Ella no sabe de esto y se marchó encantada de haberlo hecho conmigo. Y yo feliz con ella y su ayuda.
Me llamó anoche, ya desde su piso de Barcelona, para decirme que el taco de membrillo estaba riquííííííísimo. La jalea hay que esperar unos días para consumirla.

Decía que el próximo fin de semana más.
Me voy a Tarancón a ver mi nieta, a mi hijo y a mi nuera. Y a mis consuegros. Y a una rumana, Gabriela, que desde entonces me escribe por guatsap y me dice que celebra haberme conocido porque le parezco un buen tipo. Me vio dialogar en el bar en el que trabajaba con el Tío Lejía, que decía que no hablaba con nadie, y luego dejar una rosa en el taburete que siempre cocupaba, siempre el mismo taburete, el mismo día en que falleció.
Escribí su pequeña historia, la que me explicó el mismo.
Gabriela es buena persona, cariñosa, melosa, dulce, olorosa.
La última vez que estuve con ellos, con mi hijo y los suyos, en su población, fue en marzo.
Toca desplazarme de nuevo.
Entoces fui desde Pamplona, adonde llegué solo, estuve solo y regresé solo.
Bueno, regresé con otra demolición intuida, y que luego se confirmó.

Regreso a Tarancón, no a Pamplona, donde regresaré en otra ocasión pero solo, porque yo habito mis demoliciones.

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