Hay veces que a mi alrededor o en mi entorno suceden cosas
que me sorprenden porque no las controlo, si no que actúan por sí mismas sin
necesidad de mi intervención.
Digo esto porque hace unas semanas, concretamente el día 11
de abril de este año, me levanté pronto porque tenía que preparar un cuento ya
que me había comprometido con la Escola Vedruna de Puigcerdà para narrarlo a
los niños y niñas de quinto curso de la Enseñanza Primaria, de edad entre los nueve
y diez años, aproximadamente.
Escogí el cuento “La Guineu i la Camosa”, de Susanna Isern.
Lo leí varias veces para hacerlo mío y poder interpretarlo
correctamente, ya que gusto de narrar los cuentos y no es de mi agrado leerlos.
Antes de empezar con la lectura del cuento de Susanna decido
dibujar mi pizarrita de todas las mañanas, y dibujo a mi nieta Susana, para
dedicarle mi pensamiento dibujado, porque ese mismo día once de abril cumplía
cinco añitos.
A las 14 h. de ese mismo lunes me preparo la comida, que la
suelo hacer coincidir con el Telenoticíes de TV3, y así me atraganto y me como
hasta lo que no me gusta pero me conviene como por ejemplo la verdura.
Mientras como, y veo de reojo la tele, también ojeo el
suplemento dominical de La Vanguardia del domingo, que todavía permanecía
agazapado en su bolsa de plástico protector.
Y me encuentro de sopetón con un anuncio que dice que
Susanna Isern ha publicado otro cuento, “Linus y les estacions”, para niños de
3 a 6 años.
Recuerdo inmediatamente que tengo otro compromiso esa misma
semana, en esta ocasión con la Escola Mare de Deu de Talló de Bellver de
Cerdanya, para narrar cuentos a chavales de esas edades.
Había dejado para el día siguiente la búsqueda de esos
cuentos, ya que acostumbro a narrar historias a niños algo mayores.
Y de golpe y porrazo me encuentro con la sugerencia directa
de qué cuento narrar o interpretar.
En un flash mental veloz caigo en la cuenta de que todas las Susanas de mi vida
siempre me han ayudado en los momentos en que de ellas necesitaba.
Y concluyo que hay cosas que no debo controlar, que gozan de
autonomía propia para aparecer en mi vida cuando yo las preciso.
Y lo mejor de todo es que suele suceder así.
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