Decir ceniciento es como triste pero decir de ceniza es
diferente porque describe mejor un día gris.
Pero mejor lo describe decir cielo de aluminio.
El aluminio piensa todo el mundo que es como de plata y no
es verdad porque es de ceniza.
De pequeños mis hermanos y yo hacíamos bolas de papel de
aluminio que no se llamaba así sino papel de plata para entregar las bolas a
las monjas y se suponía que ellas se las daban a los negritos de África y se
suponía que algo hacían con él o que para algo les servía.
Supongo que no para comer que es lo que más deseaban aunque
ahora también porque todo sigue igual o peor porque ese papel no se lo come ni
dios y porque somos incapaces de hacer algo para solucionar los problemas de
verdad de la humanidad pero algo debían de hacer con el papel de plata los
negritos de África.
Pues ahora resulta que el papel de plata se llama de
aluminio y eso es lo que pasa en los días tristones que es cuando el cielo
entero se pone no de plata pero sí de aluminio que es ceniza y no ceniciento
que parece que un tipo gafado y el cielo no se gafa sino que se entristece
cuando tiene el mismo tono mires por donde mires.
Nuestras almas también se cenizan y se aluminian (¿se puede
decir así?) en esos días o igual no son los días sino el mal rollo que te coge
cuando te levantas y no ves el sol y sí la ceniza.
Yo he decidido actuar que es luz y no uniforme para no ser
ceniza y he dicho en el Bar Bodega junto a mi casa que a Alexandre le den un
Cacaolat todos los días caliente frío natural o como a él le guste porque ese
batido de chocolate le gusta y yo se lo quiero pagar.
Alexandre es de mi pueblo que no es un pueblo sino un barrio
pero con pinta de pueblo y es justito de molleras y yo no sé qué me dice porque
no lo entiendo pero él sé que me quiere y yo a él porque nadie le dice nada y
yo sí y por eso le pagaré su chocolate todos lo días.
Porque Alexandre no es triste aunque sea de ceniza. Y no es
de aluminio porque es cálido como la ceniza que está calentita antes de salir
del hogar y el está siempre ceniza y siempre calentito.
También es de plata que no es aluminio porque es bueno y
quiere ser más bueno cada día, y no es que me lo diga, es que lo sé sin
necesidad de que me diga nada porque ya lo dice su cara y su mirada de ceniza
tibia.
Alexandre se ríe conmigo y entonces deja de ser de ceniza y
es brasa y aunque me escupe un poco en la cara cuando habla a mí no me importa
porque sabe a chocolate y sabré que es el que le pago todos los días y que él estará
feliz.
Ahora sé que el día que luce el sol es el día de Alexandre
porque sus ojos azul claro relucen y aportan simpatía a todo mi pueblo que no
es un pueblo sino un barrio y
brillan más cuando se toma su cacaolat de chocolate calentito o
fresquito o del tiempo y me encuentra por las calles del pueblo y me escupe un
poquito su sonrisa de bondad y chocolate y yo me pongo tan contento que cuando
no me ve y me ve doy algunos saltitos porque me encuentro feliz.
El día sigue de aluminio y ceniza pero Alexandre estará
feliz de chocolate.
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