viernes, 25 de mayo de 2012

Blösch

Ayer fue tu santo, Susana, Susanita, Chicho, Blösch, que era la vaca de Beat Sterchi y apodo que yo te puse en nuestros juegos diarios y que tú aceptaste como siempre lo hacías porque yo te divertía y sorprendía y ese era el nombre de bautismo de una vaca de pelo rojizo que acabó en los suburbios grises de los mataderos alemanes y vaca mágicamente lírica y amiga del taciturno Ambrosio, español que tuvo que emigrar a Alemania porque aquí en España no había quien trabajase ni quien se comiese un rosco.

Aleix gustó del nombre y de muy niño así te buscaba, amor, porque cuando te buscaba todos nos reíamos y tu enseñabas tus dientes de blanco marfil porque también reías nuestras ocurrencias y sabías del amor de tu hijo que no sabía que ese nombre era de una vaca amiga de un inmigrante español.

Y yo ayer me acordaba de cuando un día llegaba a Cabrils  y todavía había vacas y tú saliste corriendo para echarte en mis brazos y comerme a besos pudorosos, besos que todavía no eran los del amor que ya vendrían un tiempo más tarde que era cuando tocaba.

Y recuerdo cuando en Montcabré me senté en tus rodillas y te acaricié y entonces supe que tú serías la mujer de mi vida o yo me moría.

Y recuerdo, cómo no voy a acordarme, que un día en el “Jardilín” de nuestros primeros amores de la adolescencia tú, porque fuiste tú, me besaste en los labios y yo no me morí de la migraña que se me metió en una cabeza y en un corazón que bombeaba locamente y se me encogió el alma y el cuerpo y el espíritu entero y me tuvo dos día en la cama y mi mamá no sabía lo que me pasaba y lo que pasaba era que me besaba la mujer que yo amaba.

Después ya aprendí a besarte pero ese primer beso tuyo fue el que empezó con lo que serían nuestras vidas hasta enero de 2009, cuando decidiste que ya esto no te tocaba que ahora tenías que hacer el bien en otros sitios para que Jerónimo y Aleix y yo uniésemos todavía mucho más nuestras vidas y decidiéramos que a sus hijas e hijos les enseñaríamos el camino del amor que tú trazaste con nosotros como simples  espectadores de una bondad que nos transmitiste.

Así se lo enseñaré a tus nietas, Blösch, no te quepa la más mínima duda de que aquí estaré junto con sus padres y madres para que se desarrollen en la eterna bondad que tú desparramaste !!!

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