domingo, 13 de mayo de 2012

Primera Comunión

Hoy me he despertado pronto, vaya, como todos los días.
En la Cerdanya, preciosa, con olor a hierba y a mirlo y a mermelada.
En la cama calor pero acogedora y con olor cálido, de noche de amor.
Ella ya no estaba pero permanecía el calor del amor.

Es domingo y así como sin saberlo me acuerdo de que hoy hace 50 años que hice la Primera Comunión. Mi Primera Comunión.

También era domingo el 13 de mayo de 1962 y también hacía un sol blanco y calorcito de amor y acogedor y de padres y de familia.

Y también me he acordado del Abuelo Paco.
No sé que tienen que ver la comunión y mi abuelo Paco pero así ha sucedido.

Me he puesto a llorar, flojito, lentito, pero sentido.
No se notaba mucho, porque estaba en la ducha y allí hay mucha agua.

Abuelo ciego de mi infancia que fuiste una pérdida que inició esta secuencia interminable. Abuelo del rosario inacabable que te salía por la boca y por esos ojos ciegos de arquitecto que yo cuidaba con los pelos de las mazorcas de maíz que no servían para dar vida a esos ojos pero sí me la daban a mí y a mis hermanos que corríamos por los campos de cultivo del maíz para hervir el agua bendita que daba paz a tus ojos de dibujante y motorista sin moto y arquitecto sin cartabón ni lápiz ni pluma. Abuelo de zapatos limpios que nosotros pisábamos sólo por el placer de molestar y de oírte refunfuñar en la mesa de nuestros almuerzos.

No sé muy bien por qué, pero me he puesto a llorar.
Intensamente, lentito, pero sentido.
No se notaba mucho, porque había más agua.

Yo estaba peladito y monísimo vestido de fraile blanco, y mi abuelo Paco me decía Paco, Pacorro que se te quema el gorro, y también, Paco fuma tabaco, qui no en té fuma paper.

Mi mamá estaba linda lindísima, y mi papá imponente.
Yo iba con un gran cirio en mi mano, y la abuela Montse y el abuelo Mariano y la abuelita Tina estaban como orgullosos de mí, no se bien porqué pero así era.
Creo que era en el Loreto de la Calle Mallorca, pero ya no me acuerdo del todo, allí donde la Madre Ana y Sor Casilda me aprendían y apretaban.
Sólo recuerdo que yo estaba feliz con mi reloj Duward y mi cristo de marfil blanco sobre cruz de plata plateada y con aquella primera hostia que no se podía tocar con las manos, ni se podía masticar y tenías que estar en ayunas tres horas.

Qué bonito!!! Qué recuerdos de monjas y de papás y mamás y tías y tíos y primos que parecía que gozaban contigo y de casa engalanada sólo porque yo hacía la Primera Comunión y era el primero de la fila por ser el más bajito y yo creía que era por ser el más listo y el más primero que los demás.

Me he puesto a llorar ahora que tengo 57 años, como un niño que va a hacer su Primera Comunión y los nervios le pueden y por eso está muy nervioso.
Me he enternecido conmigo mismo y he decidido acariciarme la mejilla como se hace con los niños y así acariciarme como para darme amor.

Me he puesto a llorar por la infancia ya perdida, por la adolescencia que ya se escapó, y mientras en eso pensaba un gorrión picaba en al cristal de la puerta de mi casa en Enveitg y yo le decía que las semillas estaban y que allí se abastecía.

Siempre pájaros en mi vida.
Siempre pájaros en mi cabeza.

Yo quería ser tan alto como la Tía Rosa, que nunca llegó a medir más de metro y medio,  y la Tía Otilia estaba soltera y todavía no venían mis primas.

Yo me he puesto a llorar porque diez años más tarde conocí a la que me dio nueva infancia y adolescencia y yo ya tenía 17 años y ahora tengo 57 y lloro como si tuviese 7 añitos y mi mamá me olvidaba en las escaleras centrales del Colegio del Loreto de la Calle Mallorca y sor Casilda con su escoba me empujaba a subirlas porque allí era donde yo debía perder mi primera sonrisa y mi primera inocencia.

Así debía ser y así fue, vestidito de blanco como un fraile para recibir mi primera hostia que no se podía tocar ni masticar y requería de tres horas de ayuno.

Hoy mismo al llegar a mi casa en la ciudad una gran amiga gran amiga me envía una gran sonrisa gran sonrisa para mi regreso a la ciudad , otra amiga me dice que ayer me echó en falta en la fiesta  a la que no pude asistir, el gorrión de vientre amarillo sigue en mi ventana con su pico en mi cristal, y yo siento que la infancia y adolescencia que ya perdí fue para amar y adorar a la mujer que también se fue porque los ángeles siempre mueren pronto como ya todos sabemos y para recibir mensajes de esta gran amiga que me envía una gran sonrisa.

Pájaros en mi vida, pájaros en mi cabeza. Siempre pájaros.

1 comentario:

  1. Comentario de mi hermanita que no sabe cómo funciona esto que se llama Blog (lo disimula, pero no es muy espabilada con las nuevas tecnologías, incluso es peor que yo):
    Ahí va el mio….
    Cuantos recuerdos, bonitos y tristes a la vez...aunque no debería serlo porque recordar es simplemente bonito sin tener que ser triste, verdad?

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