Anchoas

Hoy me he acordado de que este próximo miércoles tengo cinco kilos de anchoas adquiridas por mí para hacer conserva en salazón en el Mercado de Sarriá.

Entonces también he recordado que no tengo potes de esos del cierre hermético, y los he ido a comprar a la ferretería del barrio, una COFAC cualquiera.

Me ha atendido una chiquita rubia, de unos 40 años o tal vez algo más, mona, fina, elegantita. Y me ha parecido que se me acercaba y que yo le gustaba.

Como que eran casi las 14 h. le he preguntado si la podía invitar a comer y me ha dicho que sí.

Hemos ido a “Casa Juana”, casa de comidas de mi barrio que no es un pueblo porque esta en la ciudad pero huele a barrio y hemos comido juntos.

Ella me ha preguntado si el nombre que constaba en mi camiseta era el mío, y le he dicho que sí, porque me personalicé unas cuantas y pone Paco Riera que hasta que decida variarlo es mi nombre.

Yo no le he preguntado su nombre porque cuando estoy un poco autista no pregunto nada.

Al acabar sí le he preguntado a que hora debía volver a la ferretería y me ha dicho que a las 16:30 h. y como que eran las 15:00 h. le he preguntado si quería tomar un café en mi casa y me ha dicho que sí.

Hemos subido por Mayor de Sarriá hasta mi casa, nos hemos tomado un par de cafés y he pensado que a lo mejor podíamos hacer algo más, porque a mí me apetecía.

Entonces he cometido el error de querer saber su nombre y se lo he preguntado.

Susana.

Fin.

Le he dicho que se fuese de casa y se ha ido.

Mañana iré a buscar los potes herméticos para regalar anchoas a Jerónimo, Aleix, Pía, Kahty, Cho, Ana, Angelita, Lara,… y supongo que me atenderá otra.

Me he sentido un poco odiado y con razón.

En fin.