Ella no lo sabía pero la llamaban ranita de San Antonio,
como si San Antonio que era más bien de los burros tuviese afición o pasión por
las ranitas, pero como que al parecer era santo pues ya le estaba bien que a un
batracio le pusiesen su nombre y además con el San delante, porque al resto nos
tratan de señor o don o simplemente tú o incluso a veces oye.
Las ranitas verdes de San Antonio cantan cuando el sol se
retira y abundan los mosquitos y para y por eso hinchan unos mofletes de una
manera que solo las ranitas y en especial las de San Antonio saben hacer.
Pues esta ranita, que días antes había estado en un
restaurante donde come gente que no se sabe muy bien por qué no tiene membranas
entre los dedos y eso les dificulta el movimiento tanto de las manos de arriba
como las de abajo, decidió que en uno de sus cantos contendría la respiración.
Y así lo hizo.
Su color verde fue pasando al rojo, luego al morado y
después se murió por falta de respiración. Se suicidó.
Días después un experto zoólogo descubrió una carta de la
ranita de San Antonio en la que decía que no quería ser plato de ancas de rana
en un restaurante con gente sin membranas entre sus dedos porque con toda
seguridad se las comerían mal.
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