Soy una pulga que hace ya un tiempo decidió vivir con esa
raza que llaman seres humanos y enganchada a la punta de la suela de su
zapatos.
Para ello necesito personas o seres humanos ya que al
parecer tienen estos nombres con los pies bastante arqueados ya que así
levantan la punta de los dedos de los pies deformando algo el zapato y así
permiten que al caminar si habitas esa zona no te chafen.
Dicho de otra manera, los seres humanos pies planos no me
sirven para convivir con ellos.
He pasado por varias suelas de zapato y ahora estoy contenta
porque habito en las de un tipejo que se llama Paco que aunque a veces se
deprime suele ser bastante dicharachero y ocurrente y divertido o así lo dicen
otros hermanas que allí han vivido y otros humanos con los que a veces se ve y
a veces no porque le dan ataques de autismo y soledad y se recluye en su piso
de Sarriá o en su casita de la Cerdanya, donde cuando allí nos desplazamos paso
un poco de miedo porque hemos de cruzar la frontera y las pulgas no tenemos
pasaporte y a lo peor me detienen y tengo que ir a la suela de un zapato de un
preso cosa que ahora mismo no me seduce porque si llevan eso que llaman
grilletes con bolas de hierro arrastran mucho los pies y yo sufro de la espalda
y con el arrastre lo paso pero que muy mal.
El actual propietario de mi vivienda es un hombrecito más
bien bajito lo cual me conviene porque anda a pasos pequeñitos y así no me
mareo en el viaje entre paso y paso, y cuando está en su casa en un lugar que
llaman Barcelona a veces pone los pies encima de una mesa y entonces veo la
tele desde la primera fila porque está delante de sus pies y veo el fútbol de
un tal Messi que también le dicen “la Pulga” y creo que tengo sintonía con él
aunque sólo sea porque se llama igual que yo (a pesar de que él es masculino,
raramente, porque la pulga es femenino).
Este propietario de mi vivienda no es un tipo demasiado
inteligente porque hace estupideces una detrás de otra y en muchas ocasiones
creo que dice una cosa y hace otra, piensa esto y hace aquello y además no se
le cae el pelo y eso dice a las claras que piensa más bien poco porque los
hombres listos suelen quedarse calvos y a este canijo no se le cae. Tiene poco
peso pero si tiene que ser pesado lo es y un rato. Habla más de la cuenta y
debería callarse en algún momento porque le toman la matrícula y se la hacen
pagar.
A veces visita la casa de una rubia espigada y larga y ahí
no estoy tan feliz porque Paco se saca los zapatos y me deja en un rincón hasta
que nos volvemos a nuestro hogar en Sarriá como ya dije antes y me da un poco
de miedo porque en los rincones normalmente abunda el polvo que me sienta mal
en mis pulmones y por tanto en la respiración o incluso puede aparecer una
ratita y se me come antes de yo pueda reaccionar y meterme dentro del zapato de
Paco para así esconderme.
A veces también va a unos sitios horribles con la espigada
que llaman Restaurante y lo paso fatal porque Paco pone los pies de puntillas y
yo que habito esa zona me siento casi estrangulada, pero afortunadamente dura
poco porque la larga siempre tiene prisa porque se tiene que ir a ver indias o
hacer bolsos o apretar espaldas con sus manos y dedos o a ver una amiga que se
ve con un maíz tostado porque le llaman Kiko, y entonces desaparece mi opresión
porque sin que él se entere demasiado le digo ¡Vamos a casa y ponemos la TV y
te sacas los zapatos! y yo estoy en primera fila, y me suele hacer caso porque
parece buena gente (también les llaman así a algunas personas o seres humanos
que deben tener grandes confusiones con tantos apelativos y no como nosotras
que sólo somos pulgas y así nos llaman y no de otras maneras).
Ayer estuvimos en la playa y me sentí bastante incómoda
porque en la arena fina me chafaba y estuvimos con una niña que no es coreana
ni del Sur ni del Norte ni tampoco china ni japonesa pero que atendía al nombre
de Cho. ¡Qué raro, verdad?
Pero me lo pasé muy bien, porque este tipejo que es el
propietario de mi vivienda se abrazaba con mucha gente y se reían todos mucho
porque le preguntaban que qué hacía por allí ya que al parecer no frecuenta
estos sitios llenos de arenas movedizas y de agua muy salada que te pican hasta
los ojos.
Suerte que no los frecuenta mucho porque yo lo pasaría
fatal, entre otras cosas porque se cambia de zapatos y yo tengo que correr para
cambiar mi domicilio con el ajetreo que eso significa.
Me pegué un rato a su talón y nos metimos en esas aguas más
que saladas y vaya escozor de ojos que tuve toda la tarde, pero parecía que mi
Paco gozaba moviendo pies, piernas y brazos dentro de esa agua maldita y llena
de sales.
Cho se quedó sabiamente en la arena, y así no sintió ni
picor de ojos ni en la piel ni nada de nada. Decía que tomaba baños de sol. Son
raros los humanos!!! Un baño es con agua, salada o dulce o picante, fría,
caliente, templada, ¡¡¡ pero… de sol !!!
Después comimos en casa de Antonio y Angelita, que también
es muy raro porque los ángeles son con el masculino y ella es Angelita en vez
de Angelito. Lo dicho y no me cansaré de repetirlo porque cuanto más los
conozco más raros me parecen estos humanos!!!
Nos dieron macarrones pero sin gratinar, son así de raros.
Raros, ya lo digo yo, pero a la que no es ni coreana ni
china ni japonesa le gustó mucho Antonio y su casa y sus jardines y yo me lo pasé
bien porque esta Cho parece que estaba feliz y se rió y yo me paseé un ratito
por toda la cocina y cositas que me comí porque Paco en nuestro hogar no cocina
mucho y cuando se va con la rubia espigada no se atreve a comer atún que me
encanta porque la espigada dice que es rojo y del mediterráneo (que no sé dónde
está) y que se acaba.
Yo no sé porque se acaba porque las pulgas no nos acabamos,
aunque sean las de clase obrera que son las que habitan una cosa que llaman
perros y aunque procedan del país de Cho (¡¡¡ porque yo no me creo que no sea
de Corea o aledaños !!!) donde se comen esa cosa que llaman perro y que a veces
es grandote y a veces pequeñito, lo cual también es divertido y extraño porque
las pulgas siempre somos del mismo tamaño.
Hoy que es domingo y para los seres humanos festivo me
subiré a la cabeza de mi amigo Paco, porque así se rasca y se mesa el cabello
de su cabeza, y otra amiga pulga, claro está porque yo me siento legal y otros
ambientes que no sean pulgosos no los frecuento, me ha dicho que cuando los
seres humanos se rascan la cabeza es que piensan y me parece que Paco tiene que
pensar cosas y yo lo quiero ayudar porque no me cobra alquiler de mi vivienda
en su zapato y me lleva a la playa y me presenta a Cho y a la espigada y al
tipo con nombre de Kiko y que es buen aperitivo y también a la novia del maíz
tostado que creo que le dicen Ana !!!
Y ya está. La próxima semana, si me apetece y no tengo
luchas y guerras con algún piojo enemigo de la cabeza de Paco, os explicaré más
cosas, aunque ya puedo anunciar que me gustaría ver de nuevo a Cho aunque no
sea ni coreana del Norte ni del Sur ni china ni japonesa, pero de por ahí será,
que yo no me trago según que bolas, pero aún así me cae bien y estoy
aprendiendo a quererla !!!
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