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Xesca volvía a su piso en la ciudad junto con unas amigas de
su clase cuando ya muy cerca de su casa revoloteó muy cerca del portal un globo
rojo con una estrecha cinta azul.
Intuyó con rapidez que era el globo que le enviaba Martín y
lo asió con agilidad y despidió a sus compañeras con la excusa de que acaba de
recordar que su madre le había dicho que aquella tarde no podían estudiar en su
casa porque las asistentas tenían trabajo de limpieza.
Deseaba quedarse sola para leer el mensaje de Martín y
explicarle lo que había pensado para hacer crecer su nueva amistad.
Subió de dos en dos e incluso de tres en tres los escalones
de acceso a su piso porque estaba excesivamente excitada como para esperar al
ascensor.
Entró en tromba en su casa dando las buenas tardes a todos
voz en grito y se encerró en su cuarto con su globo rojo.
Se le ocurrió que en esta ocasión no reventaría el globo
porque quería guardarlo en la cajita de sus tesoros, por lo que deshizo el
nudo, escapó el aire, abrió la boquilla y cayó el rollito que leyó con avidez.
¡ Tenía un nuevo amigo ! ¡ Y además era apasionante porque no se conocían ! ¡ Y su nuevo amigo sabía cosas como hacer música con un globo
! ¡ Y seguro que sabía muchas más que ya le explicaría ! ¡ Y era de un
pueblo y no de la ciudad como ella !
Lo primero que intentó es conocer esa música del globo,… y
funcionó.
¡ Claro que funcionó ! Era un poco estridente y algo
malsonante, pero era su música, la de Martín y la suya, y por eso a ella le
sonaba bien, muy bien.
Después cogió el lápiz y un pedazo de papel y esto redactó:
“Martín, me encanta la música del globo.
No lo reventé porque quería guardarlo con mis tesoros. ¡
Qué suerte !
He pensado que para ser más amigos y sentirnos cercanos
haremos una cosa: cada día, cuando la jornada alcance el mediodía, a las 12:00
h. en punto, nos tocaremos la punta de la nariz con el dedo índice de la mano
izquierda y pensaremos el uno en el otro y nos desearemos fortuna en nuestro
quehacer diario.
¿Te parece?
Así estrecharemos nuestra amistad, porque adquirimos
entre nosotros el compromiso de velar con el pensamiento por nuestro bienestar.
Te mando un beso gordo, GORDO, GOOOOORRRDOOO !!!”.
Y lanzó el globo verde hacia las alturas y observó como se
alejaba con el brillo que le confería la fina lluvia que empezaba a caer en el
atardecer de su ciudad.
(continuará)
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