viernes, 26 de julio de 2013

Historia de unos globos (Capítulo 5)

 
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Xesca volvía a su piso en la ciudad junto con unas amigas de su clase cuando ya muy cerca de su casa revoloteó muy cerca del portal un globo rojo con una estrecha cinta azul.

Intuyó con rapidez que era el globo que le enviaba Martín y lo asió con agilidad y despidió a sus compañeras con la excusa de que acaba de recordar que su madre le había dicho que aquella tarde no podían estudiar en su casa porque las asistentas tenían trabajo de limpieza.
Deseaba quedarse sola para leer el mensaje de Martín y explicarle lo que había pensado para hacer crecer su nueva amistad.

Subió de dos en dos e incluso de tres en tres los escalones de acceso a su piso porque estaba excesivamente excitada como para esperar al ascensor.
Entró en tromba en su casa dando las buenas tardes a todos voz en grito y se encerró en su cuarto con su globo rojo.

Se le ocurrió que en esta ocasión no reventaría el globo porque quería guardarlo en la cajita de sus tesoros, por lo que deshizo el nudo, escapó el aire, abrió la boquilla y cayó el rollito que leyó con avidez.

¡ Tenía un nuevo amigo !  ¡ Y además era apasionante porque no se conocían !  ¡ Y su  nuevo amigo sabía cosas como hacer música con un globo !  ¡ Y seguro que sabía muchas más que ya le explicaría !  ¡ Y era de un pueblo y no de la ciudad como ella !

Lo primero que intentó es conocer esa música del globo,… y funcionó.

¡ Claro que funcionó ! Era un poco estridente y algo malsonante, pero era su música, la de Martín y la suya, y por eso a ella le sonaba bien, muy bien.

Después cogió el lápiz y un pedazo de papel y esto redactó:
“Martín, me encanta la música del globo.
No lo reventé porque quería guardarlo con mis tesoros. ¡ Qué suerte !
He pensado que para ser más amigos y sentirnos cercanos haremos una cosa: cada día, cuando la jornada alcance el mediodía, a las 12:00 h. en punto, nos tocaremos la punta de la nariz con el dedo índice de la mano izquierda y pensaremos el uno en el otro y nos desearemos fortuna en nuestro quehacer diario.
¿Te parece?
Así estrecharemos nuestra amistad, porque adquirimos entre nosotros el compromiso de velar con el pensamiento por nuestro bienestar.
Te mando un beso gordo, GORDO, GOOOOORRRDOOO !!!”.

Y lanzó el globo verde hacia las alturas y observó como se alejaba con el brillo que le confería la fina lluvia que empezaba a caer en el atardecer de su ciudad.


(continuará)

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