miércoles, 6 de enero de 2016

Día de Reyes.

 
Hoy ha amanecido nevando.
El jardín está blanco.
Las ramas de los árboles están repletas de guirnaldas blancas.
Un mirlo negro y de pico amarillo hollaba la nieve detrás de mi ventana.

He mirado al cielo y he visto la figura bellísima de mi compañera.
Su cabellera es del color del cobre intenso como el fuego, sus ojos verdes como esmeraldas colombianas, y su rostro se muestra salpicado de infinidad de pecas, muchas más que nunca.
Ella me ha explicado que es porque vive cerca del sol, y mientras reía me ha lanzado una bola de nieve. La he recogido, la he besado y se la he devuelto instalada sobre las alas del mirlo negro.
Nos hemos mirado y nos hemos sonreído con la placidez y el calor de la blanca nieve.

El mirlo de mí se alejaba y a ella se acercaba.

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