Verano de deportes y de
televisiones y de sponsors mutimillonarios.
La crisis no afecta a las
arcas de los atletas ni a las televisiones que lo retransmiten todo ni a los
sponsors que lo sponsorizan todo y en todas partes. No sé descubrir si los
mecenas también tienen presencia en los JJ.OO. aunque tal vez sí pero deben de
esconderse como luego esconden sus devengos con la Hacienda Pública aunque aquí
de forma legal.
Finalizaron los JJ.OO. de
Londres y empiezan pronto los Paralímpicos también en Londres.
Yo empiezo el día como todos
los días de este verano, sin hacer deporte pero desayunando con la potencia de
un plusmarquista mundial o como un afectado por la crisis que piensa que todo
lo que coma hoy servirá para lo que no coma mañana.
Y leo la prensa entre bocado
y bocado hasta que me muerdo la lengua y el interior de la mejilla y hasta el
paladar: el Presidente del Comité Paralímpico Español declara en la recepción
que les ofrece el Presidente del Gobierno que “van a luchar y defender lo colores
de España, en este caso con ‘La Roja Coja’ ”.
Toso. Me atraganto. Me
sofoco. Sudo.
¿Es un chiste? ¿Es una
metedura de pata? ¿Es Freud metido en la lengua de este Presidente? ¿Es humor
negro?
¿Soy excesivamente duro si
pienso que este señor ostenta ese título porque algo le reporta a él y sólo a
él y en el fondo el bienestar y la integración y el coraje y la superación de
los disminuidos físicos le importa un rábano?
¿Puedo utilizar algún epíteto
duro y sonante para definir a este individuo o me propaso en mi impresión?
Leo después que también es el
máximo dirigente de la O.N.C.E, y recuerdo que en las épocas de mayor
prosperidad de esta Organización sus Presidentes sufrían de alguna minusvalía
por lo que a lo mejor este Presidente también y su comentario obedece
exclusivamente a un especial sentido del humor.
Prosigo con mi desayuno pero
más despacio para no atragantarme.
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Veinte de Julio de 1969.
Cabrils, “Zapatox”.
15 años.
John F. Kennedy preside los
EE.UU. de América.
El de siempre desde que
aparecí por aquí en el 54 sigue en España.
Apolo 11.
Neil Armstrong deja su huella
en la luna y dice que “es un pequeño paso para el hombre y un gran paso para la
humanidad”.
Barack Obama dice hoy que es
el héroe más grande de la historia de los EE.UU.
Neil Armstrong ha muerto.
Cabrils. “Zapatox”. Música.
El grupo y las niñas. Otras niñas que no del grupo. Otros chicos que tampoco
del grupo. Rivales pues. Excesos. No veo la llegada del hombre a la luna. Por
excesos. Pero era tremendamente feliz y despreocupado y me lo pasaba muy bien.
Por la mañana yo también estaba en la luna. Pero la de verdad no la que enamora
a las parejas y a algún poeta solitario. Mi luna era la de verdad porque era la
luna de la inconsciencia. Algún día yo solo volveré a esa luna.
Igual me dejo acompañar por
Carol la mujer de Neil A. que dice que cuando contemplemos la luna le guiñemos
un ojo para que Neil nos devuelva el guiño. Lo haré Carol.
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Mercadillo de Puigcerdá.
Domingo.
Mucho mirón y poca guita.
Muchos que preguntan y pocos que piden.
Paradas de ropa y de
encurtidos y de embutidos y de salazones y de ropas interiores y de flores y de
animalitos de compañía pobrecitos y zapatos ahí va qué feos algunos y verduras
y miel “de romaní y mil flors y del Pirineu y de taronga” y mermeladas y
confituras y setas y legumbres y hortalizas y antigüedades deantesdeayer y
golosinas para el niño y para la niña y “pegadolça” de muchos tipos y olivas
negras de Aragón y sevillanas y verdes gazpachas de Andalucía y partías con
ajos y pimiento y altramuces y chufas y plantel para la huerta… y mi compadre
de la barba canosa y voz poderosa y dedos como raíces de árbol y manos callosas
y uñas sucias de barro por sus cosquillas a la que tierra que así se abre y
es productiva y sus cestas de
mimbre y paja trenzada con sus “rosignols i ceps i fabes i pessols i llenties i
ous d’anec i de gallina que pica y…” que hace ya dos semanas que no viene.
La inspección del Trabajo
hace semanas que merodea el mercadillo y él ya cobra pensión y podría quedarse
sin ella porque a sus cosechas ya no las dejan que sean para el mercadillo.
Y él se ha quedado sin poder
charlar con sus clientes y sin tomarse el carajillo en el Kennedy de Puigcerdá
y este invierno no podrá renegar en el mercadillo por el frío que rasca las
orejas y quema las yemas de los dedos y hace el payaso en la punta de la nariz.
Y yo no podré ir a comer
panceta y pan con él cuando despunte el alba con un buen vaso de vino tinto que
perfora el estómago pero que da un calorcito en la tripa tan entrañable como su
compañía.
Como en la canción de no sé
quién sólo le pido a dios que esta ausencia no perfore su alma y su soledad la
siga compartiendo con sus “conreus i el seus animals de granja”.
El mercadillo seguirá.
Sin carajillo y sin panceta
ni pan ni vino.
Pero seguirá con sus paradas
de ropa y de encurtidos y de embutidos y de salazones y de ropas interiores y
de flores y de animalitos de compañía pobrecitos y…
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