Tarancón. Cuenca. Castilla La
Mancha.
Equidistante entre las
capitales de la provincia de Cuenca y de Madrid.
En esa población de
aproximadamente 17.000 habitantes, de los cuales la mitad son gitanos
portugueses y moros, vive y trabaja mi hijo (¿será entones taranconero mi hijo
según las tesis de Jordi Pujol a pesar de nacer en Catalunya y de familia
catalana?) y mi nuera (taranconera de raíz y cepa) y da sus primeros pasos mi
nieta (conquense por nacimiento en el Hospital de Cuenca y en el futuro el Pujol
de turno ya nos dirá de dónde es).
En Tarancón, como en muchos
otros pueblos y ciudades de Castilla La Mancha y de todas partes de este país
roto y disléxico y envidioso y de chusqueros y de zonas profundas y de otras
meridionales y de chorizos y de políticos de tres al pelo y con más pecados
capitales que los siete que se citan como principales, hay muchos bares.
Dicen que los bares son todos
iguales pero no es verdad porque en los bares de Castilla La Mancha cuando
pides una caña te sirven la caña y una tapa que no cobran para acompañar a la
cerveza y eso no se hace en otras zonas ni en los bares que son iguales pero no
es verdad porque la tapa si la quieres la pagas.
Las tapas son de lo más
variado y variopinto, ya que te pueden poner patatas chips o fritas o calamares
romana o mollejas o asaduras o riñones o boquerones o ensaladilla rusa o
cachitos de lomo de Orza o aceitunas de Campo Real o alitas fritas de pollo o
pimientos asados o incluso, si te conocen por ser cliente habitual, se permite
que escojas la tapa y esa que solicitas te la sirven para acompañar a la
cerveza, y si repites caña y vuelves
a repetir y ya van tres, pues tres tapas que te regalan y te regalas al
estómago y al gaznate.
Antes de empezar el año1954
la Química Grünenthal comercializó un fármaco denominado “Contergan”, basado en
el fármaco denominada talidomida y que favorecía la conciliación del sueño, y
ayudaba a pacientes con resfriado o tos o asma o dolor de cabeza o incluso con
ansiedad.
La misma Química en 1954
experimentó con ratas y conejos y gatos y perros y descubrió que no había
ningún síntoma de intoxicación y sí efectos de sedación poderosos.
En sus investigaciones
constataron que su producto sin efectos nocivos en animales y con grandes
prestaciones como sedante podía ayudar a las hembras humanas cuando sufren de
mareos y vómitos y nauseas y malestar general en los tres primeros meses del
embarazo.
Y empezaron a comercializar
su combinado químico para embarazadas en el año 1958.
En el año 1963 autoridades
mundiales de la sanidad prohibieron el fármaco ya que verificaron que un número
elevado de embarazadas que habían consumido el producto para evitar en los
primeros tres meses los mareos y vómitos y nauseas y el malestar general parían
criaturas con malformaciones congénitas ya que carecían de pies o manos o bien
estas terminaciones de las extremidades surgían directamente del tronco.
Fue lo que denominó “El
desastre de la Talidomida”.
En el Bar “El siete blanco”
de Tarancón y con nombre impuesto por el dueño fanático seguidor del jugador de
fútbol Butragueño también sirven cañas con tapa incorporada.
Desde hace un tiempo la tapa
favorita de los parroquianos no pueden servirla porque ya no tienen alitas de
pollo y por consiguiente no pueden ofrecer alitas de pollo fritas.
En la explotación de pollos a
la que adquirían las alitas de pollo se declaró una revolución.
El gallo o pollo Jefe, que
era el de la cresta más roja y con las alas de mayor envergadura cuando en el
gimnasio le hacían extenderlas para medirlas y además seguidor del eterno rival
del equipo en el que jugaba el futbolista Butragueño siete blanco, leyó
“Rebelión en la Granja” de Georges Orwell.
Y decidió actuar.
Y decidió que Pepe el del
“Siete Blanco” no serviría más alitas de pollo frititas aunque no se sabe bien
si tomo la decisión por respeto a la dignidad de su raza o porque él era del
equipo máximo rival del de Pepe del “Siete blanco”.
Su plan que no necesitó ser
aprobado por ninguna Asamblea ya que él era el líder de la democracia
parlamentaria de la Granja consistía en contactar con la Química Grünenthal y
convencerlos con argumentos de solidaridad y de respeto a la diversidad de los
pueblos y a sus creencias y religiones para que le vendiesen Talidomida, aunque
fuese en Mercados alternativos pero que eran justos por la causa social a la
que se destinaría el objeto del comercio.
Y así fue como todos los
pollos de las embarazadas pollas de la Granja proveedora del Siete blanco
nacían sin alas que son sus extremidades superiores y de esta manera Pepe el del
“Siete Blanco” se quedó sin sus alitas y otras tapas tuvo desde entonces que
servir a sus clientes que debieron de acostumbrase a consumirlas y a olvidarse
las alas de pollo fritas.
Y esto se conoce en Tarancón
y los pueblos colindantes con Tarancón como “El desastre de las alitas de pollo
y la Talidomida”.
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