jueves, 16 de agosto de 2012

Receta de Pan de Pagés con aceite y sal a la Brasa. (Receta de un amigo).


Se presentó como se presenta. Un día cualquiera aunque creo recordar que de fin de semana. Se presentó para cenar en “Casa Carolina” y en noche de invierno. Frío. No vino solo. Se presentó con acompañante: un pan de pagés creo que de 1 kg. Su presencia no nos extrañó ni a mí ni a mi mujer ni a nuestros hijos. A fin de cuentas se presentó como otras muchas veces se presentaba.
Saludó y se fue a la cocina. Partió el pan de pagés exactamente por la mitad y al modo de como se prepara un bocadillo. Con los dos pedazos resultantes, la tapa y lo que es tapado, procedió a apuntar unos tajos sin acabar de cercenar el pan. Aproximadamente tres en un sentido y otros tres perpendiculares a los primeros. Si con el cuchillo hubiese finalizado la operación de cortar el resultado habría sido unos perfectos tacos de pan de payés, dieciséis tacos en la tapa y otros dieciséis en lo que es tapado.
Solicitó sal de mesa. Se le concedió. Espolvoreó de sal ambas partes del pan de pagés. Demandó aceite. Se le otorgó. Con la aceitera roció de aceite ambas partes del pan, el que tapa y el que es tapado procurando que el oro líquido se introdujese por las incisiones efectuadas con el cuchillo.
Observó el hogar. Ardían los leños encendidos con la corteza de los eucaliptos y los acunaba una brasa de varias horas.
Cogió el atizador del fuego. Nadie le dijo que no lo hiciese. Con el hierro dispuso algunas brasas en forma de lecho y sobre ellas una parrilla.
Nos pareció que debíamos dejarle hacer.
Encima de la parrilla situó los dos pedazos del pan de pagés, el que tapa y el que es tapado, primero con la corteza arrimada a las brasas y luego vuelta del revés. Los volteó varias veces en un intento de que el tostado fuese uniforme. Los tostó poco. Ligeramente. Se podría decir que calentó los pedazos del pan de pagés.
Los retiró de las brasas y con una panera de mimbre los trasladó a la mesa.
Recomendó aprovechar las incisiones del cuchillo para con las manos hacer realidad los anteriormente insinuados tacos de pan, y así consumirlos.

No nos dejó otra alternativa: había que felicitarlo. Felicidades, amigo !!!

Recuerda que desde ese día cada vez que hagamos tu receta te recordaremos.
Y así lo haremos en otoño, invierno, en la fresca primavera, pan de pagés reconfortante, íntimo, caliente, de nuestro amigo de “Casa Carolina”.

A ti, amigo, te decido estas breves palabras: El buen cocinar está emparentado con la buena poesía, y pocos cocineros se empadronan en el país de las ideas.

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