Se presentó como se presenta. Un día cualquiera aunque creo recordar que de fin de semana. Se presentó para cenar en “Casa Carolina” y en noche de invierno. Frío. No vino solo. Se presentó con acompañante: un pan de pagés creo que de 1 kg. Su presencia no nos extrañó ni a mí ni a mi mujer ni a nuestros hijos. A fin de cuentas se presentó como otras muchas veces se presentaba.
Saludó y se fue a la cocina. Partió el pan de pagés
exactamente por la mitad y al modo de como se prepara un bocadillo. Con los dos
pedazos resultantes, la tapa y lo que es tapado, procedió a apuntar unos tajos
sin acabar de cercenar el pan. Aproximadamente tres en un sentido y otros tres
perpendiculares a los primeros. Si con el cuchillo hubiese finalizado la
operación de cortar el resultado habría sido unos perfectos tacos de pan de
payés, dieciséis tacos en la tapa y otros dieciséis en lo que es tapado.
Solicitó sal de mesa. Se le concedió. Espolvoreó de sal
ambas partes del pan de pagés. Demandó aceite. Se le otorgó. Con la aceitera
roció de aceite ambas partes del pan, el que tapa y el que es tapado procurando
que el oro líquido se introdujese por las incisiones efectuadas con el
cuchillo.
Observó el hogar. Ardían los leños encendidos con la corteza
de los eucaliptos y los acunaba una brasa de varias horas.
Cogió el atizador del fuego. Nadie le dijo que no lo
hiciese. Con el hierro dispuso algunas brasas en forma de lecho y sobre ellas
una parrilla.
Nos pareció que debíamos dejarle hacer.
Encima de la parrilla situó los dos pedazos del pan de
pagés, el que tapa y el que es tapado, primero con la corteza arrimada a las
brasas y luego vuelta del revés. Los volteó varias veces en un intento de que
el tostado fuese uniforme. Los tostó poco. Ligeramente. Se podría decir que
calentó los pedazos del pan de pagés.
Los retiró de las brasas y con una panera de mimbre los
trasladó a la mesa.
Recomendó aprovechar las incisiones del cuchillo para con
las manos hacer realidad los anteriormente insinuados tacos de pan, y así
consumirlos.
No nos dejó otra alternativa: había que felicitarlo.
Felicidades, amigo !!!
Recuerda que desde ese día cada vez que hagamos tu receta te
recordaremos.
Y así lo haremos en otoño, invierno, en la fresca primavera,
pan de pagés reconfortante, íntimo, caliente, de nuestro amigo de “Casa
Carolina”.
A ti, amigo, te decido estas breves palabras: El buen
cocinar está emparentado con la buena poesía, y pocos cocineros se empadronan
en el país de las ideas.
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